Estrés hídrico, la nueva amenaza de los negocios y la economía mexicana
El estrés hídrico hará que a corto y mediano plazo la deuda pública del país incremente así como el éxodo de inversionistas.
El estrés hídrico se presenta cuando la demanda de agua por parte de los habitantes, negocios e industrias de un determinado lugar es mayor que la cantidad existente. México ya presenta problemas al respecto. Según un estudio de 2022 de Water.org, el 57 por ciento de las personas que viven en el país no tienen acceso al vital líquido por falta de recursos.
Sin lugar a dudas este es un problema serio ya que significa que más de la mitad de la población podría morir de deshidratación, por lo tanto, se debe de atender urgentemente. Sin embargo, la falta de acceso al agua también trae consigo distintos problemas económicos.
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El Banco Mundial explica que el crecimiento económico depende en gran medida del agua ya que es un factor vital para la producción. Por consiguiente la reducción de sus reservas se traduce en una desaceleración del crecimiento económico.
“Las tasas de crecimiento económico de algunas regiones podrían disminuir en hasta un 6 por ciento del PIB en 2050, como consecuencia de pérdidas vinculadas con el agua en la agricultura, la salud, los ingresos y la prosperidad”, aseguró la institución.
Así afectará el estrés hídrico al país
Las industrias sensibles a la falta de agua son muchas. En un conteo rápido se incluyen la agricultura, la producción de alimentos y bebidas, la fabricación de textiles y los productos químicos. Además, la construcción, la fabricación de automóviles, la generación de energía y el turismo.
De acuerdo con un estudio de Standard and Poor’s (S&P), a medida que aumentan las tensiones sobre los recursos hídricos, los gobiernos federales y locales estarán más obligados a aplicar costosas medidas de emergencia. Esta medida debilitaría sus resultados financieros y aumentaría la deuda pública.
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El estrés hídrico puede frenar el crecimiento y aumentar la deuda
A medida que aumenta la exposición al estrés hídrico, podría restringir el crecimiento económico entre los estados vulnerables, como los de la región norte de México, Bajío, y las áreas metropolitanas de Ciudad de México.
Al mismo tiempo, la exposición a un alto estrés hídrico podría amplificar las presiones políticas y económicas para aumentar el gasto relacionado con el agua. Dado que muchos gobiernos locales y federales en la región calificados por S&P tienen una liquidez muy débil en comparación con sus pares globales.
“Ese tipo de gastos podrían afectar su desempeño presupuestal al reducir las reservas fiscales, aumentar la necesidad de transferencias extraordinarias a los servicios de agua, o elevar la proporción de gasto de capital en infraestructura hídrica”, explicó.
¿Qué pasa con las industrias?
La población y las actividades económicas están inversamente relacionadas con la disponibilidad de agua, de acuerdo con una investigación hecha por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Esto es porque menos de un tercio de la del agua de lluvia que fluye se produce en la mayoría de las ciudades más grandes del país, las instalaciones industriales y las tierras de regadío.
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Eso significa que el flujo de agua superficial y las aguas subterráneas se están volviendo insuficientes para soportar las altas tasas de crecimiento y de actividad económica. Este fenómeno provoca disputas por el uso de las aguas superficiales y el bombeo excesivo de los acuíferos.
Entre más grandes sean las plantas, mayor cantidad de agua necesitan. Por lo tanto, su entrada al país, como una de las tantas consecuencias del nearshoring, afectarán a corto y mediano plazo a la población haciendo que cada vez cuenten con menos agua. Pero a la larga, las industrias podrían abandonar el territorio exacerbando la condición de pobreza y desigualdad de muchas comunidades.
Invertir en infraestructuras hídricas, el único camino que le queda a México
Las observaciones del Banco Mundial apuntan a que México tiene una creciente necesidad de invertir en infraestructuras para hacerle frente al estrés hídrico. Por lo tanto, el costo en dichas inversiones aumentará y el resultado de eso será que el país tenga un limitado crecimiento económico.
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Además, una de las alternativas más viables que ve la institución para evitar que México se adentre en una crisis hídrica en un futuro, es la desalinización de su agua. Sin embargo, esto también traería consecuencias económicas importantes para el país.
El procedimiento para separar las sales del líquido se ha elevado a casi 500 millones de dólares por proyecto, dependiendo de la capacidad instalada y la tecnología, junto con los altos costes de explotación.
“La desalinización también tiene importantes costes medioambientales, como las elevadas necesidades energéticas, el vertido de salmuera y la generación de aguas residuales”, añade el estudio.