Si no planeamos la cultura corporativa, dejamos a la suerte un área crucial para la integridad preventiva. Tener líderes que enseñen con el ejemplo es clave en la conformación de una cultura que sea la base de una integridad sólida.
Cuando hablamos de cultura laboral, es común pensar en ambiente de trabajo, relaciones interpersonales o tal vez hasta en cosas como el código de conducta, horario de trabajo o reglamento interior. Y claro que pueden ser importantes, pero la cultura de las organizaciones se compone de tres piezas importantísimas:
- Valores (values);
- Artefactos (artifacts);
- Percepciones (assumptions).
Los valores son conceptos un poquito filosóficos deben estar en toda nuestra actividad (honestidad, trabajo duro, calidad, entusiasmo, etc.); los artefactos son todo lo que la empresa comunica a sus miembros (logotipo, uniformes, limpieza, reglamentos, etc.).
Y las percepciones son conclusiones producidas en el equipo con base en las otras dos (ej.: “aquí nadie es indispensable”, “en esta empresa cuidan a su gente”, “aquí no se pierde nada”, etc.).
Éstas tres construyen nuestra cultura y aquí viene lo interesante; si no las planeamos conscientemente y dejamos que las cosas tomen su propio rumbo, esa cultura no será “cultivada”; va a crecer silvestre y, si llega a salir bien, será por pura suerte.
Por eso es muy común que empresas grandes constantemente estén machacando y machacando misión, visión, valores, reglamentos, etc., etc., y etc. Seguro pensaremos “Ya chole”, pero estos esfuerzos valen la pena porque, cuando no se hacen bien, las cosas salen mal… muy mal.
¿Por qué las buenas culturas organizacionales se vuelven malas?
La cultura se construye con el ejemplo
En este negocio de integridad preventiva tenemos muchos dichos, refranes y mantras (ríanse, pero funcionan).
Uno famoso es “enseñar con el ejemplo” (o tone at the top). Bueno, la expresión completa es “tone at the top; mood at the middle; buzz at the bottom” y no la traduzco porque ahí sí que se van a reír, pero el mensaje es que:
- La alta dirección (top) enseña con el ejemplo;
- Los mandos medios (middle) transmiten ese ejemplo a sus actitudes y conductas; y
- El resto del equipo (bottom) se queda con la impresión adecuada de la cultura y lo refleja en sus experiencias y acciones.
Arriba escribí que si la cultura se construye mal, las cosas salen muy mal. ¿Qué tan mal?; les cuento: en menos de 20 días los reguladores financieros de Estados Unidos y de México sancionaron a tres instituciones financieras por faltas sobre lavado de dinero.
La acusación más fuerte es que son cómplices de carteles y les lavan dinero; la más suave es que sus mecanismos antilavado no son buenos. Esto empezó cuando Estados Unidos prohibió a todas sus instituciones financieras hacer negocios con ellos y siguió cuando México los multó con unos 10 millones de dólares.
¿Por qué pasó? Fácil: nadie estaba enseñando con el ejemplo y la cadena de integridad se rompió.
Tan es así que el gobierno ya sacó de las tres instituciones a sus altos mandos y designó a sustitutos para hacerse verdaderamente responsables del barco y está a días de separar las áreas de fideicomisos de estos bancos para proteger unos 3 mil millones de pesos del contagio. Un escenario pálido y flaco y el escándalo apenas empieza
¿Queremos que otros bancos se contagien? Desde luego que no y, aunque lo parezca, el remedio no es tan complicado; a raíz de esto las leyes mexicanas tienen que fortalecer la integridad preventiva y exigir a las instituciones financieras usar mecanismos que solo permitan que la alta dirección de las instituciones incluya a personas con antecedentes impecables y preparación en integridad sólida.
Dicho más fácil, las leyes mexicanas ya no pueden solo concentrarse en lo formal, ahora deben incidir en la cultura de las instituciones y la conducta de las personas.
Tal vez no lo parece ahora mismo, pero esto significa noticias buenas. Noticias buenas para el público que va a tener más tranquilidad sobre a quién le confía su dinero; noticias buenas para las instituciones financieras que estarán más (auto)protegidas y (por supuesto) ¡noticias buenas para los que nos dedicamos al behavioral compliance!
El cómo lo dices sí importa en las organizaciones
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Michel Levien
Director de Streiner, Buró anticorrupción Experto en anticorrupción, antilavado y cumplimiento normativo con experiencia en diversos sectores, es especialista en investigaciones corporativas internacionales y behavioral compliance, el único en México avalado por la International Anti-Corruption Academy. Es director en el Buró Anticorrupción, Streiner; en Diáfano, Laboratorio Latinoamericano Anticorrupción; y en Pares México, además de ser miembro de comités anticorrupción en la Barra Internacional de Abogados, ANADE y COPARMEX.y recibe contenido exclusivo
