La importancia de la responsabilidad política empresarial
Cada una de las empresas participan en la política de una u otra forma. Esto significa que podrán reflejar sus valores en proyectos que las beneficiarán.
El mundo empresarial está cada vez más inspirado por la idea de construir empresas más sostenibles.
Las organizaciones están motivadas por la presión de sus colaboradores, sus clientes, sus inversionistas, otras partes interesadas y sus propios valores. Así como la exigencia cada vez mayor sobre la claridad de sus transacciones económicas y tecnológicas.
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Como ejemplo de este último punto están las acciones sostenibles como la descarbonización del mundo entero.
Los verdaderos líderes van más allá del ejercicio reactivo de marcar las casillas de una iniciativa medioambiental, social y de gobernanza (ESG). Ellos buscan construir algo mejor. Un negocio que prospere sirviendo al mundo.
Estas empresas tendrán un impacto neto positivo en el planeta y en su gente, entre otras cosas, asumiendo la responsabilidad de todos sus impactos. Además sirviendo a todas las partes interesadas, no sólo a los accionistas.
También lo harán ayudando a resolver los mayores retos de la sociedad; y permitiendo el cambio a una economía próspera y regenerativa.
Sin embargo, a menudo estos mismos líderes pasan por alto algo fundamental para construir una empresa mejor y más positiva. La cuestión de lo que defienden y actúan cuando entran en la esfera pública.
La mayoría de las empresas se basan en un modelo anticuado de compromiso político con los gobiernos y la sociedad civil. Y compartimentan sus actividades de influencia política en un silo organizativo, al igual que solían hacer con sus cadenas de suministro.
¿Qué es la influencia política y cómo afecta a una empresa?
Por “influencia política”, nos referimos a las acciones destinadas a influir en los procesos electorales, de gobierno o de asuntos cívicos de una nación, estado o municipio.
Esto directamente o a través de terceros, incluyendo el gasto político, el cabildeo y la promoción, la comunicación con los colaboradores y la comunicación externa y otra influencia en el discurso cívico).
Sus asociaciones comerciales, y a menudo sus propios departamentos de relaciones con el gobierno, luchan por defecto contra todas las regulaciones. Incluidas las que realinearían los intereses privados con el bien público.
Esto puede situarlas en el lado equivocado de los cambios políticos necesarios para lograr un mundo más sostenible. Que a menudo se han comprometido públicamente a construir.
Esta incoherencia las deja en el punto de mira de muchas partes interesadas y las hace vulnerables a los ataques. Ya sea por no respaldar sus compromisos sociales y medioambientales con acciones políticas o, en el otro extremo del espectro, por atreverse a asumir esos compromisos sociales.
Las empresas manejan puntos de vista contradictorios sobre cuándo y cómo deben utilizar su voz y su influencia política.
BP y su viacrucis con la política climática del estado de Washington.
Hace un par de años, BP gastó casi 13 millones de dólares para derrotar una medida electoral del estado para imponer un precio al carbono.
Es fácil interpretar esta acción como una prioridad para los intereses estrechos y a corto plazo de BP. Pero, más recientemente, BP apoyó un proyecto de ley del estado de Washington que impondría un tope general a las emisiones de carbono del estado.
Podemos debatir sobre los méritos de un tope o un impuesto, pero al menos BP apoyó nuevas reglas de juego para alinear los incentivos del mercado con el bien público más amplio de hacer algo sobre el cambio climático.
Esto les permitió alinearse mejor con sus propios compromisos de sostenibilidad que tienen como objetivo ayudar al mundo a llegar a cero neto.
Actuar con responsabilidad a la hora de comprometerse con la política puede requerir valor si va en contra del dogma de la industria o si se adentra en cuestiones sociales importantes.
Disney, el caso de una compañía disruptiva
La experiencia de Disney en sus esfuerzos por apoyar a los colaboradores y clientes LGBTQ en Florida, y los subsiguientes ataques del gobernador de Florida, ofrece una historia de advertencia sobre los desafíos de hacer lo correcto.
En el polémico entorno político actual, el gasto político de cualquier empresa puede ponerla en una situación difícil, en la que sus valores o prioridades declaradas (y lo que pueden querer sus colaboradores) están en desacuerdo con las personas a las que ha hecho donaciones.
En conjunto, estas prácticas de gasto también pueden contribuir a un entorno político en el que las represalias del gobierno contra los críticos, un sello del autoritarismo, se convierten en rutina.
Precisamente por ello, los ejecutivos deben reconocer lo que está en juego y sopesar sus responsabilidades con detenimiento.
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Navegando hacia una nueva normalidad en el compromiso político
Es comprensible que los líderes empresariales se preocupen por el estancamiento político y por si sus países se alinearán con los marcos políticos. Esto con el fin de prever si se cumplirán sus compromisos de sostenibilidad.
Pero no es sincero que las empresas pretendan ser observadores pasivos de las normativas, las leyes o el clima político.
Muchas han contribuido a propósito al bloqueo que lamentan, mediante mensajes contradictorios, donaciones y afiliaciones a terceros.
El gasto político ayuda a las empresas a elegir a los líderes que representan sus intereses y a obtener acceso cuando lo necesitan.
Los medios de comunicación social, la publicidad, la filantropía y las relaciones públicas pueden moldear el discurso cívico y las creencias culturales, influyendo en el voto y el comportamiento.
Y con los grupos de presión directos, las empresas no sólo juegan con las reglas del juego, sino que dan forma a esas reglas y a su aplicación.
Está claro que las empresas necesitan principios y directrices generales para navegar por estas aguas políticas tan complicadas y ejercer más coherencia y responsabilidad en su influencia.
Como mínimo, las organizaciones deberían reconocer la necesidad de una gobernanza y unos marcos más integrados. Que sean proactivos y basados en principios para guiar sus decisiones sobre cuándo y cómo participar en asuntos políticos.
Gobernanza, el tema menos atractivo pero más interesante a tratar
Gran parte de este debate se centra en la parte aparentemente menos atractiva de la ESG. La gobernanza, que puede determinar la forma en que una empresa gestiona el resto.
La mayor parte de la escasa atención que se ha prestado hasta ahora a la acción política de las empresas se ha centrado en la transparencia.
En Estados Unidos, la gran mayoría de los ciudadanos (incluidos la mayoría de los ejecutivos e inversionistas) apoyan la divulgación del gasto político. Dos tercios del S&P 500 divulgan voluntariamente su gasto relacionado con las elecciones.
Más recientemente, hemos visto una expansión gradual de la atención de la transparencia a la responsabilidad.
Los colaboradores, los inversionistas, los clientes y los organismos de control de terceros examinan ahora con regularidad si las influencias políticas de una empresa están en consonancia con sus compromisos. También con sus valores, la sostenibilidad, las partes interesadas y los objetivos empresariales.
Las empresas que se esfuerzan por rendir cuentas están luchando con compensaciones cada vez más complejas a medida que se enfrentan a las realidades del actual sistema político de Estados Unidos y a las trampas de hipocresía que crea.
Reconocimiento de retos
Se preguntan: “¿Cómo alineo nuestro gasto con los valores de nuestra empresa? ¿A qué valores doy prioridad?”
Afortunadamente, reconocer estos retos empieza a sugerir una salida. Las empresas tienen que adoptar una visión más amplia de sus intereses y pasar de perseguir constantemente los problemas individuales a centrarse en la salud de los sistemas más amplios de los que depende la humanidad.
Esto sigue significando reaccionar y hacer frente a las crisis a medida que se producen. Pero también adoptar una postura proactiva y ayudar a fortalecer los sistemas fundacionales que generan confianza cívica, cohesión social y prosperidad de base amplia.
También significa abordar los fallos que generan desconfianza. A medida que nos hemos ido comprometiendo con los responsables de la toma de decisiones en relación con estos retos, hemos encontrado más líderes convencidos de la necesidad de ir más allá.
Se trata de una idea desarrollada por Tom y ampliada por Elizabeth en su trabajo en el Grupo de Trabajo de Responsabilidad Política Corporativa de la Universidad de Michigan.
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Trabajar por la responsabilidad política de las empresas
La RCP es una versión más amplia de la antigua responsabilidad social de las empresas, o RSC.
La RCP se centra en cómo las empresas influyen en cuatro sistemas clave. Las reglas del juego, las instituciones cívicas y la representación, la sociedad civil y el discurso público, y los sistemas naturales y los recursos compartidos de la sociedad.
Estos cuatro sistemas pueden ayudar a los líderes a reflexionar sobre su impacto y sobre cómo pueden defender y crear capacidad en estos fundamentos sociales críticos.
Creemos que si se comprometen con la RCP y se centran en estos cuatro niveles, las empresas pueden mejorar la reputación de su propia marca, hacer que las estrategias sostenibles y netamente positivas sean alcanzables y más rentables.
La responsabilidad política de las empresas es una versión más amplia de la responsabilidad social corporativa de la vieja escuela.
Para empezar, los líderes de las empresas pueden colaborar con sus colegas y con las partes interesadas internas y externas para considerar sus responsabilidades en cada nivel. Explorando las preguntas de reflexión sobre la RCP incluidas en esta tabla o sus propias preguntas.
A partir de estas reflexiones, las empresas pueden priorizar las acciones que se centran en una especie de juramento hipocrático de RCP: como mínimo, no hacer daño.
Este procedimiento también ayuda a garantizar que las empresas respeten a la sociedad civil y al autogobierno, al incitar a los líderes a identificar una base legítima para cualquier compromiso político.
Más allá de los beneficios para las empresas que adopten la RCP por sí mismas, todos los beneficios de este enfoque vendrán de ayudar a establecer o reforzar la RCP como norma.
Un enfoque más orientado a los sistemas es lo que uno de nosotros (Andrew, junto con su coautor del libro Net Positive, Paul Polman) llama defensa positiva neta.
Esto implica una visión más sistémica de las políticas e inversiones que la sociedad necesita para resolver los grandes retos compartidos.
Significa acercarse al gobierno no como un adversario o una parte interesada a la que hay que contener y minimizar. Sino como un verdadero socio, porque las empresas no pueden ser negocios netamente positivos (o adoptar la RCP de forma más eficaz) únicamente por sí mismas.
Beneficios de dejar el letargo a un lado
Si un amplio sector de empresas adopta un conjunto de principios para la RCP. Esto podría representar un punto de inflexión que sacaría a las empresas del letargo actual.
Las empresas pueden movilizar asociaciones dentro de sus cadenas de suministro o de su industria para adoptar nuevos principios de RCP.
Hacerlo puede ofrecer la esperanza de un campo de juego nuevo e igualitario, en el que las empresas hayan renunciado de forma creíble a utilizar las contribuciones políticas.
Los críticos y los organismos de control pueden reconocer a las empresas que promueven la RCP de buena fe, y los inversionistas pueden pedir a las empresas que utilicen su influencia política de forma constructiva.
Los socios intersectoriales pueden apoyar y desafiar a los legisladores para que se atengan a prácticas similares. Y así dirigirse conjuntamente a ellos para que establezcan normas que tengan sentido y mantengan la línea de apoyo fundamental a la democracia representativa.
En un mundo así, los líderes empresariales serán vistos como socios de buena fe, construyendo un mundo que funcione para todos.
SOBRE LOS AUTORES
Andrew Winston (@andrewwinston) es un experto mundialmente reconocido en cómo construir empresas resistentes y rentables que ayuden a las personas y al planeta a prosperar. Es coautor de Net Positive: How Courageous Companies Thrive by Giving More Than They Take (Harvard Business Review Press, 2021). Elizabeth Doty (@elizdo) es la directora del Grupo de Trabajo de Responsabilidad Política Corporativa del Instituto Erb de la Universidad de Michigan y fundadora de Leadership Momentum, una consultoría de estrategia. Thomas Lyon es el Profesor Dow de Ciencia, Tecnología y Comercio Sostenibles en el Instituto Erb.