El líder autocrático no es malo, ya que protege a su empresa y a su equipo ante cualquier crisis y mejora su productividad.
Un líder autocrático es aquel que prefiere controlar todas las actividades de su empresa, incluyendo, la toma de decisiones que podría delegar a otros departamentos.
Margaret Thatcher, Adolf Hitler y Fidel Castro son algunas de las cabezas autócratas más conocidas pero menos populares. Sin embargo, y a pesar de la naturaleza de estos personajes, tener a un jefe así, puede resultar beneficioso.
Margaret Thatcher, ventajas y desventajas del liderazgo autocrático
Las organizaciones que cuentan con un líder de este tipo pueden estar segura que durante una crisis su merca no se verá afectada. Además, no tendrán problemas por el bajo rendimiento de su personal.
Imagina que una compañía cuyo líder es democrático y atraviesa por una crisis, y a pesar de que esa clase de cabecilla sea recomendable para acompañar a su equipo día a día, al momento de enfrentarse a un momento así, no tendrá la oportunidad de consultar sus movimientos.
Por lo tanto, un líder de esa clase no podría desenvolverse ante un momento en el que su organización esté en peligro. En lugar de ello, un líder autócrata, al conocer todos los procesos y departamentos de su compañía, tendría la oportunidad de tomar decisiones correctas.
Eso se traduciría en una mayor efectividad al momento de gestionar las redes de comunicación, del área de tecnología o de Recursos Humanos (dependiendo del tipo de crisis).
Como se ha mencionado anteriormente, un líder autocrático necesita tener el control de todas las decisiones que toman sus colaboradores, sin importar el área en el que tenga que intervenir. Esta forma de trabajo hace que ese tipo de directivo se sumerja en cada uno de los departamentos que forman parte de su compañía.
Recursos Humanos, Finanzas, Tecnología, temas sobre Derecho; no importa cuánto tiempo le lleve aprender lo más que pueda sobre estos temas, él o ella se centrará en mantener el nivel de conocimientos necesarios (o superior) para lanzar órdenes precisas.
Eso ayuda a que se lleven a cabo planes más eficaces, pero además, hacen que los equipos de trabajo sean más productivos, ya que estar en constante presión los ayuda a alcanzar los objetivos más rápidamente.