Las cinco características de un buen vocero
¿Los voceros nacen o se hacen? Existe la creencia errónea de que las habilidades de comunicación son innatas y no necesitan ser cultivadas o perfeccionadas a través del entrenamiento.
Trabajando como consultora de relaciones públicas, en más de una ocasión he tenido el reto de llevar a cabo entrenamientos de voceros a altos ejecutivos de empresas de distintas industrias.
En el escenario mediático actual, donde la comunicación efectiva es clave, la figura del vocero se erige como un elemento fundamental para el éxito de cualquier organización.
Ser un buen vocero no se trata simplemente de hablar bien en público, hoy implica conectar con las audiencias, generando confianza y credibilidad para colocar nuestros mensajes.
De acuerdo con un informe de Weber Shandwick, el 64 por ciento de los ejecutivos considera que la reputación de la empresa es el activo más valioso, y un buen vocero desempeña un papel crucial en la construcción y protección de esa reputación.
A pesar de estadísticas como esta, algunas empresas pueden subestimar el impacto que la comunicación tiene en su reputación y éxito general. No reconocer la importancia de contar con voceros bien entrenados puede llevar a la falta de inversión en este aspecto.
Entonces ¿los voceros nacen o se hacen? Existe la creencia errónea de que las habilidades de comunicación son innatas y no necesitan ser cultivadas o perfeccionadas a través del entrenamiento.
Esta presunción puede llevar a la falta de inversión en el desarrollo de habilidades de comunicación específicas. Personalmente, estoy convencida de que la vocería es una labor que se aprende y se mejora con la práctica.
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¿Cómo ser un buen vocero?
Aquí, exploramos las cinco características esenciales que distinguen a un vocero excepcional.
1. Claridad y transparencia
Un buen vocero se comunica con claridad, evitando ambigüedades y jergas incomprensibles. La transparencia en sus mensajes por su parte construye confianza, ofreciendo a la audiencia una visión clara de la postura, mensaje o situación. La honestidad, incluso en momentos desafiantes, fortalece la credibilidad a largo plazo.
2. Conocimiento profundo
Un vocero efectivo domina los detalles de la organización que representa y posee un conocimiento profundo sobre el contexto en el que opera.
Estar bien informado permite abordar preguntas con confianza y autoridad, demostrando no solo habilidades comunicativas, sino también un entendimiento sólido de los temas en juego.
¡Ojo! Eso no significa que nuestro vocero deba tener todas las respuestas, pero por eso debe tener un equipo que le prepare un documento con información y datos que le ayuden a contestar las preguntas más probables.
3. Adaptabilidad y actualización constante
El entorno mediático evoluciona rápidamente, y un vocero efectivo debe adaptarse a estos cambios. Mantenerse actualizado sobre las tendencias, tecnologías y dinámicas sociales es esencial.
La capacidad de ajustarse a nuevas plataformas y modos de comunicación garantiza que el mensaje llegue de manera relevante y efectiva a la audiencia actual.
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4. Empatía y Conexión
La capacidad de entender y compartir las emociones de la audiencia es fundamental. Un vocero empático conecta a un nivel humano, mostrando comprensión hacia las preocupaciones y necesidades del público.
Esta conexión emocional establece un puente vital entre la organización y su audiencia, fortaleciendo la relación. De ahí que el mejor vocero no necesariamente es el directivo de mayor rango.
5. Resiliencia y manejo de crisis
En el mundo actual, las crisis son inevitables. Un buen vocero demuestra resiliencia, manteniendo la compostura y brindando mensajes tranquilizadores incluso en los momentos más difíciles.
La habilidad para gestionar crisis con serenidad contribuye a la percepción positiva de la organización, mostrando liderazgo en situaciones adversas.
Ser un buen vocero va más allá de las habilidades lingüísticas; implica encarnar valores como la transparencia, la empatía, el conocimiento profundo, la resiliencia y la adaptabilidad.
Estas cualidades no solo construyen una imagen positiva para la organización, sino que también establecen un vínculo duradero con la audiencia, convirtiendo al vocero en la voz confiable que guía en tiempos de calma y tormenta.