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Reconfiguraciones de la vejez y caleidoscopio de la salud holística

Ivette Estrada 04 Jul 2023
Reconfiguraciones de la vejez y caleidoscopio de la salud holística A medida que envejecemos queremos estar en nuestro hogar. (Storyset/Freepik)

La vejez debe dignificarse porque somos actores de un cambio de paradigmas que reconfigura las nociones de la edad y plenitud al unísono por “raro” que esto aparezca en un primer momento.


Hay números ominosos, como los 55 años, entrada oficial a la cohorte de adultos mayores. La cifra y su implicación de vejez resulta sorpresiva y triste.

Lo mismo ocurre en países e instituciones, que miran como la base piramidal de su población acumula años y genera impactos significativos en las políticas de seguridad social y pensiones. Entonces, no resulta fortuito que el concepto de envejecimiento saludable, en un mundo que acumula decenas de años, se popularice tanto.

Sin embargo, ser ancianos no implica eliminar nuestros deseos de independencia física y financiera, tener actividades alegres y atractivas, buscar cercanía con nuestros seres queridos… Todos queremos ser felices sin importar nuestra edad.

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Créanme: cuando estamos en el último tramo de vida es cuando más valoramos el tiempo y la existencia. Entonces tener un propósito, manejar el estrés, disfrutar de conexiones significativas con los demás y preservar la independencia se vuelven acciones altamente relevantes. Es más, de ellas depende nuestra verdadera vida. Impactan las dimensiones de salud mental, física, social y espiritual.

Es verdad que la salud percibida disminuye con la edad. Casi 38 por ciento menos respecto a las cohortes más jóvenes. Sin embargo, para las personas de 55 a 64 años, la salud mental tiende a ser la dimensión mejor calificada y quienes tienen de 65 años o más reportan mejor salud espiritual, como si los años nos acercaran más al valor de lo inefable.

Hoy tenemos 20 años adicionales de esperanza de vida en comparación a 1960. Pero no necesariamente reportamos una mejor salud percibida.  En contraparte, las personas con afecciones crónicas no necesariamente reportan mala salud. En realidad, la única regla es que toda persona es única y la manera en la que evalúa su salud también lo es.

Sin embargo, un elemento crucial tiene que ver con manejar adecuadamente los niveles de estrés. Esto incide en que tengamos una mejor percepción de nuestra salud.

Sentirse respetado por la comunidad y que se valora nuestra perspectiva, por otra parte, mejora nuestra percepción de salud. Esto apoya la idea de que reformular el envejecimiento tiene el potencial de alterar la forma en que asumimos la propia salud.

Entonces conviene indagar cuáles son las principales actividades de interacción social en las que podemos asirnos del reconocimiento y respeto social.

El empleo es la actividad de participación social reportada con mayor frecuencia, seguida del voluntariado formal.

Las actividades de trabajo, voluntariado, educación y comunidad crean una mejor salud respecto a quienes no lo hacen.

Ahora, aunque tradicionalmente se asume que el deseo de trabajar tiende a disminuir con la edad, una parte considerable de los adultos mayores informan que desean trabajar. Sin embargo, se reporta falta de oportunidades atractivas y dificultad para conseguir trabajo. La experiencia parece proscrita en el campo laboral, pero también el desconocimiento de dónde buscar oportunidades de empleo.

Conviene aquí remarcar un mito sobre el uso de la tecnología. Nosotros, “los viejos”, la adoptamos ampliamente, en especial los llamados teléfonos inteligentes.

Ahora, a medida que envejecemos queremos estar en nuestro hogar. Sin embargo, vivir en casa no está exento de desafíos. Por ejemplo, las personas que viven solas pueden estar en riesgo de tener una emergencia médica repentina o enfrentar un problema doméstico potencialmente peligroso.

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Emplear apoyos externos como un servicio de lavandería, usar monitoreo remoto y establecer un dormitorio en la planta baja y rampas podría permitir que más adultos mayores permanezcan en sus hogares.

Las discusiones sobre cómo planificar el envejecimiento deben comenzar temprano, preferiblemente en la mediana edad, porque de repente ya eres viejo y va a acostar mucho trabajo asumirlo y actuar en consecuencia.

No exagero: Envejecer resulta tan doloroso como la independencia que parece renuente a quedarse.

Sin embargo, una acción crítica es desterrar peligrosos mitos, como considerar que disminuirá la salud a medida que pasan los años, como si el deterioro formara parte de la realidad y fuera inminente la reducción de quienes somos.

Blindarse de esta pesadilla es factible con el concepto de envejecimiento saludable.

Las acciones individuales, como una persona que sigue comportamientos probados para mejorar la salud, es un viaje de toda la vida. Sin embargo, nunca es demasiado tarde para emprender el camino para envejecer bien.

El envejecimiento activo incluye una amplia gama de actividades que mantienen nuestra mente, cuerpo, emociones y espíritu comprometidos, independientemente de la edad, la salud o el estado socioeconómico. También significa ser diligente acerca de nuestra propia salud y bienestar.

Debemos considerar que la actividad física es solo uno de los muchos elementos que componen a una persona. Es igual de importante que estemos conectados socialmente, que seamos intelectualmente activos y tengamos inmersiones cada vez más significativas con nuestro potencial creativo y conexión con el sentido de sacralidad de todos los seres y cosas. El cuerpo espiritual no puede desestimarse.

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El envejecimiento activo comienza al tener una actitud positiva sobre el envejecimiento. Al desterrar peligrosas falacias como la obsolescencia o decadencia se generarán 7.5 años más de  vida, una mejor salud, incluido un menor riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes y cáncer, así como una mejor calidad del sueño.

Por otra parte, las interacciones sociales activas con familiares y amigos, ya sea en persona o virtualmente, permiten vivir más tiempo y reducir los riesgos de depresión. Por el contrario, estar aislado o solo aumenta las probabilidades de una salud deficiente.

El involucramiento también es crucial. La participación en asuntos culturales, sociales, económicos y cívicos también puede ayudar a fomentar el bienestar y un envejecimiento más saludable, independientemente del estado físico o cognitivo.

Actividades como el voluntariado en la comunidad, la participación en programas intergeneracionales como la tutoría, lectura a los niños o reuniones familiares, participación política o incluso ayudar a un vecino fomentan un sentido de satisfacción y propósito.

Por otra parte, el compromiso intelectual es tan importante como la estimulación física y social. Los esfuerzos que promueven la salud del cerebro, como tomar una clase, tocar música, leer libros sobre nuevos temas o aprender nuevas habilidades, mantienen el cerebro ocupado y las neuronas en funcionamiento.

Si en la mediana edad las métricas de desempeño laboral figuran como los principales estresores, la pérdida de un ser querido, un cambio en el estado financiero o menor estructura en el día debido a la jubilación y cambios físicos, pueden representar un alto estrés.

El ejercicio, las técnicas de respiración profunda, la atención plena o la meditación, y el aumento del apoyo social y de salud mental son solo algunas formas no farmacológicas de ayudar a manejar los altibajos de la vida.

Meditar, agradecer y rezar, así como recordar buenos momentos, pueden catalizar nuestro bienestar porque logran que dimensionemos quiénes somos realmente, no lo que parecemos o los roles que en determinadas circunstancias adoptamos. Son acciones que nos conectan con el cuerpo físico, emocional, energético y espiritual. Con la esencia de lo que somos.

Ahora, los factores como la biología y la genética, los ingresos, la educación y el acceso a la atención médica juegan un papel importante en la longevidad saludable, sin importar nuestras circunstancias particulares.

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Incorporar componentes físicos, dietéticos, sociales, reducción del estrés y evitar toxinas como el tabaco, fomenta propio envejecimiento saludable.

Si bien las personas deben tomar la iniciativa, los sistemas de atención médica, los gobiernos y los responsables políticos también deben crear los medios para fomentar una edad avanzada saludable. Deben pensar en la salud y el envejecimiento más como una inversión económica y social en lugar de una tensión en la economía o la red de seguridad.

Pero la prevención a largo plazo y la promoción de la salud no pueden dejarse simplemente en manos de los proveedores de atención médica o los sistemas oficiales. Es un asunto de todos.

En suma: La vejez debe dignificarse. Somos actores de un cambio de paradigmas que reconfigura las nociones de vejez y plenitud al unísono, por “raro” que esto aparezca en un primer momento.

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Ivette Estrada ivette.estrada Publirrelacionista y escritora mexicana. Autora de 10 libros, investigadora de temas varios y columnista. Tiene una agencia de relaciones públicas con su nombre.
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