El acoso y la violencia laboral afectan a miles de personas en México y dañan la confianza en las organizaciones. Estas medidas pueden ayudar a los líderes a detectarlos a tiempo, frenarlos y generar espacios seguros para sus colaboradores.
Es un tema incómodo, pero está presente en las organizaciones. El acoso laboral deteriora el ambiente de trabajo y puede tener consecuencias fatales. En México, varios casos han puesto en evidencia la urgencia de hablar de este problema y de fortalecer las medidas de prevención en las empresas.
El 70 por ciento de las personas que renuncian a su empleo lo hacen por acoso o faltas de respeto, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Este dato evidencia la atmósfera hostil que se vive en muchos centros de trabajo en el país.
MIT SMR México se financia mediante anuncios y sociosPor ello, es importante entender que este tipo de conductas no son un tema aislado ni un conflicto menor. Se trata de una forma de violencia que atenta contra la dignidad de las y los colaboradores y que debe atenderse con políticas claras, empatía y un liderazgo responsable.
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Carlos Gurrola, conocido con cariño por sus amigos y familiares como Papayita, falleció en septiembre de 2025 luego de que permaneciera hospitalizado 19 días a causa de que sus compañeros de trabajo le pusieran desengrasante en su bebida como parte de una “broma”.
Gurrola laboraba como personal de limpieza en la tienda H-E-B Senderos, en Torreón, Coahuila, bajo la subcontratación de la empresa Multiservicios Rocasa S.A. de C.V.
Otro caso es el de Nayela Quintero Gastélum, quien se desempeñaba como policía en Cajeme, Sonora.
De acuerdo con testimonios de sus familiares, la agente sufría hostigamiento constante por parte de sus superiores.
La presión y el acoso la llevaron a tomar la decisión de quitarse la vida en marzo de 2024, una historia que reveló cómo, en espacios de alta jerarquía y disciplina, el abuso de poder también puede destruir.
Según el Diagnóstico de hostigamiento sexual y acoso sexual en la administración pública federal, elaborado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, de 402 víctimas que reportaron hostigamiento y abuso en instituciones, 94.53 por ciento fueron mujeres.
De manera similar, Luis Abraham Reyes Vázquez, médico residente en la UMAE 25 del IMSS en Monterrey, enfrentó un escenario de presiones, humillaciones y acoso laboral.
La carga emocional y psicológica a la que estaba sometido lo condujo a quitarse la vida en junio de 2025, abriendo un debate sobre la normalización de estas prácticas dentro del sector salud, a pesar de que existen mecanismos oficiales para detectarlas y erradicarlas.
Estos tres casos son apenas una pequeña muestra de un gran problema que se vive a diario en distintas organizaciones e instituciones y que, en muchas ocasiones, permanece silenciado o en complicidad.
El acoso laboral, también conocido como mobbing, se refiere a conductas sistemáticas de hostigamiento, humillación o presión hacia una persona en su entorno de trabajo.
De acuerdo con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), este tipo de violencia se caracteriza por ser recurrente, prolongado en el tiempo y con un efecto devastador en la autoestima, el bienestar y la permanencia en el empleo.
Algunas formas comunes de acoso laboral incluyen:
El mobbing no debe confundirse con conflictos laborales ocasionales, el acoso laboral es un patrón sistemático de abuso de poder.
En México, la Ley Federal del Trabajo establece en sus artículos 2 y 3 que todas las personas tienen derecho a un empleo digno y libre de violencia.
Además, el artículo 47 señala que el hostigamiento y acoso sexual son causas de rescisión de la relación laboral sin responsabilidad para la víctima.
Por su parte, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) advierte que el acoso laboral atenta contra los derechos fundamentales, como el derecho a la dignidad, a la igualdad y a la integridad personal.
En su documento Acoso Laboral – Mobbing, señala que las instituciones públicas y privadas deben implementar políticas de prevención, atención y sanción, ya que la omisión puede constituir una forma de tolerancia institucional a la violencia.
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A continuación, compartimos algunas recomendaciones que pueden implementar las organizaciones para crear entornos laborales seguros y libres de violencia para las y los colaboradores.
La primera medida para frenar el acoso laboral es establecer canales de denuncia seguros, anónimos y transparentes. Sin estos mecanismos, la víctima difícilmente alzará la voz.
La Secretaría del Trabajo recomienda que las organizaciones cuenten con un comité imparcial que reciba y dé seguimiento a las denuncias.
Un protocolo bien diseñado puede proteger a la persona denunciante, y fortalecer la confianza interna.
El desconocimiento es un terreno fértil para el acoso. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los programas de capacitación pueden reducir hasta en un 30 por ciento los incidentes de hostigamiento en los centros de trabajo.
El ambiente de trabajo revela mucho más de lo que parece. Herramientas como encuestas anónimas, buzones de opinión y entrevistas de salida ayudan a detectar patrones que pueden pasar desapercibidos.
Además, el análisis de indicadores como rotación, ausentismo y baja productividad puede anticipar focos rojos.
Hoy, incluso la Inteligencia Artificial aplicada a recursos humanos permite identificar cambios en la comunicación interna que podrían sugerir casos de acoso.
La prevención no es suficiente: cuando un caso se presenta, las organizaciones deben contar con programas de apoyo psicológico.
Dejar sola a la víctima incrementa el impacto negativo en su salud y en la cultura laboral.
El acoso laboral solo puede erradicarse si se construye una cultura sólida de respeto.
El liderazgo consciente implica predicar con el ejemplo y rechazar cualquier tipo de violencia, sin importar jerarquías.
¿Te comunicas con violencia en el trabajo?