No todos los caminos hacia el éxito tienen que ser duros. A veces, basta con mirar hacia dentro para descubrir un liderazgo más pleno, más libre y más humano.
Hay lugares del alma a los que solo se llega en silencio.
Víctor Márquez-Pailos
—Burcu, en la muerte he encontrado la alegría… Son las palabras de un director que lidera a muchas personas que, cada día, trabajan con entrega para que todos —sin excepción— podamos disfrutar de un producto esencial que está presente en casi todos los hogares.
Sin él, afrontar los desafíos diarios sería mucho más difícil. Y sí, él sigue vivo. No lo has leído mal. Estando vivo, me dijo —en su oficina luminosa con una vista hermosa hacia la naturaleza— que en la muerte había encontrado la alegría. Recuerdo ese día con claridad.
Sus palabras resonaron tan profundamente en mi corazón que se convirtieron en lágrimas que intentaba esconder detrás del silencio que, de pronto, se instaló entre él y yo.
Como si estuviéramos a miles de kilómetros de distancia. Aunque él seguía hablando, yo ya me había sumido en un silencio interior. Un silencio que me susurraba:
“Allí está… allí está… allí está alguien más que no teme a la muerte y, por eso mismo, se permite vivir.”
Al salir de su oficina y caminar hacia el auto que me esperaba para llevarme al aeropuerto, noté algo extraño: después de mucho tiempo, no podía escuchar el sonido de mis propios pasos.
Aunque mi cuerpo avanzaba, mi mente se había quedado en aquel escritorio, atrapada en su mirada. Me preguntaba: ¿Cómo había logrado llegar a ese estado mental que le permitía ver la vida desde una perspectiva tan distinta?
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Crecer, florecer, fortalecerse
Una diferencia que —estoy convencida— necesitamos comprender si de verdad queremos disfrutar de esta vida pasajera, sin seguir sufriendo una y otra vez.
La dicha, la felicidad, la alegría… Son estados mentales, no condiciones externas.
La felicidad es un estado compuesto por neuroquímicos que nosotros mismos generamos en nuestro interior. Nadie puede darnos felicidad, ni siquiera seguridad, al menos no en el sentido literal.
No hay nada seguro en esta vida que nos garantice ese estado mental. Porque su naturaleza es efímera, transitoria. Por eso, no solo es importante saber esto, sino también enseñarlo: A nuestros hijos, estudiantes, pacientes, colaboradores…
A todos esos buscadores incansables de la felicidad en el mundo exterior, sin herramientas útiles en la mano que los guíen hacia esa necesidad tan legítima como esquiva.
Lo mismo sucede con la alegría. Tanto para generar la felicidad como la alegría como estados mentales, necesitamos aprender a abrir un espacio confiable en nuestra mente.
Un lugar donde puedan crecer, florecer, fortalecerse. Y para lograrlo, es necesario despedirnos de ciertos conceptos, ciertas ideas… tal vez incluso de algunas creencias que nos limitan y nos impiden crecer.
Una mente ocupada, que no se permite detenerse para observar lo que siente, necesita y quiere, se llena rápidamente de nubes y tormentas. A esa mente, yo la llamo la mente nublada.
Una mente que, al estar constantemente invadida por el ruido y la velocidad, esconde —detrás de sus nubes— la belleza del sol interior.
Ese sol que no solo tiene el poder de disipar la oscuridad, sino también de hacer crecer en nosotros cada una de las semillas de nuestro potencial ya conocido… …y de hacer brotar semillas escondidas, esas que nos sorprenden con nuevas capacidades, nuevas pasiones, nuevas formas de ver la vida. Entonces, el sonido de la alegría, ese estado mental catártico, sí puede generarse. Y todo comienza con una decisión: confiar.
Confiar en que es necesario dejar ir a ciertas personas de nuestra vida —sea de forma temporal o definitiva—.
Confiar en que es imprescindible regresar, una y otra vez, la atención hacia nosotros mismos y nuestras necesidades más genuinas.
Confiar en que crear un espacio mental propio, consciente y habitable, es el lugar más seguro y confiable que podemos tener en esta vida.
Porque solo en ese espacio, libre de ruido y lleno de presencia, puede resonar el verdadero sonido de la alegría.
Y ahora te invito a preguntarte, en silencio:
¿Qué tienes que soltar para abrir ese espacio hermoso en tu mente?
Tal vez, justo allí, en lo que sientas al responderte,
empieces a comprender —de verdad—
el significado de la vida y de la muerte… estando vivo.
Y no olvides, que no todos los caminos hacia el éxito tienen que ser duros. A veces, basta con mirar hacia dentro para descubrir un liderazgo más pleno, más libre y más humano.
A ti, querido director:
Gracias por encender en mí la chispa que dio vida a estas palabras.
Tu legado no termina en una oficina; empieza a expandirse en quienes buscan vivir con más conciencia.
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CEO y Fundadora de Happy Mind Center Líder internacional en bienestar y transformación organizacional, autora y embajadora de bienestar. En su rol de directora de Bienestar Empresarial y ejerciendo como coach mental para ejecutivos de élite a escala global empodera a empresas y equipos con estrategias de liderazgo positivo y desarrollo humano —fundamentadas en neurociencias y neuropsicología—, redefiniendo la cultura organizacional para lograr un éxito sostenible e impacto duradero.y recibe contenido exclusivo


