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Ser tú mismo: ¿Un peligro?

Burcu Kadipinar 05 Abr 2024
Ser tú mismo: ¿Un peligro? Las historias que nos contamos a nosotros mismos muy probablemente están moldeadas. (Gioia/Adobe Stock)

Tener miedo a la verdad no nos ayudará en absoluto, sino más bien nos llevará a creer en una versión de nosotros mismos que no tiene fundamento en la realidad.


¿Cuándo corremos un peligro real? En la vida estamos expuestos a muchos peligros evidentes y otros más sutiles, algunos calculables, otros incalculables y de diversas magnitudes.

Estos desafíos pueden surgir tanto externa o internamente, y hoy me gustaría que cuestionáramos juntos cuál de los aspectos nos pudiera perjudicar día a día y a largo plazo.

En estos tiempos, numerosos estudios a nivel internacional hacen énfasis en la importancia de dormir bien y lo suficiente, alimentarnos conscientemente y permitirnos cuidar nuestro cuerpo con ejercicios, ya sea con una caminata diaria de 20 minutos o cualquier tipo de actividad física que nos guste.

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Historias que nos alejan de la realidad

No dudo que todo lo que acaban de leer, queridos lectores, lo hayan leído o escuchado en alguna parte. Sin embargo, me gustaría preguntarles hoy sinceramente: ¿Realmente están haciendo algo al respecto? Digo realmente porque estamos muy acostumbrados a contarnos historias que nos alejan de la realidad / verdad.

Cuando pregunto a mis pacientes si duermen lo suficiente o practican algún tipo de deporte, la mayoría me confirma que sí, pero cuando les pido compartir conmigo un diario de sus hábitos, veo que la historia que se cuentan suele ser muy diferente a la realidad.

Consumir hojas verdes y/o verduras una vez por semana, de la misma manera salir a caminar con los perros solo una vez a la semana, o practicar algún deporte ocasionalmente, no nos proporcionará suficientes beneficios para nuestra salud ni para el presente ni para nuestro futuro, ya que el futuro es y seguirá siendo un conjunto de nuestras acciones en el presente.

A menudo, cuando lo menciono a mis estudiantes o pacientes, me responden: “¿Pero al menos una vez, no está mal, no?” ¿Qué piensan ustedes?: ¿Realmente lo es?

No hemos de olvidar que todos hemos crecido en un contexto familiar y sociocultural diferente, lo cual significa que nuestras creencias pueden variar, e incluso si compartimos el mismo contexto cultural.

Por lo tanto, considero esencial tomar en consideración que las historias que nos contamos hoy en día a nosotros mismos muy probablemente están moldeadas por las que nos contaron o nos contamos en el pasado en base a lo que debía ser, según sus puntos de vista.

En otras palabras, lo que nos contaron o hicieron creer, o lo que nos contábamos a nosotros mismos, ha formado la persona que somos hoy.

Considerando lo dicho, resulta de gran relevancia responder a las siguientes preguntas: ¿Cuáles eran las historias que te contabas a ti mismo de niño y durante tu crecimiento, o tus padres y tu entorno cercano a ti acerca de ti, y lo creíste? ¿Eran positivas o negativas?

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Aprender a tomar responsabilidad por los errores que se cometen

Un niño, en el camino del crecimiento, cometerá muchos errores; es parte de su desarrollo natural, además de ser necesario. Respecto a esto, los pedagogos no dejan de repetir que hablar con un niño debe tener siempre un propósito positivo y constructivo.

Al interactuar diariamente con las nuevas generaciones en el ámbito escolar, como área de oportunidad, me gustaría sugerir el ayudar a nuestros hijos a que aprendan a tomar responsabilidad por los errores que cometan y también a manejar situaciones de fracaso y decepción.

Es decir, nos urge dejar de justificar sus errores y resolverles toda la vida para que, de esta manera, puedan desarrollar habilidades emocionales desde una edad temprana que les permitirán afrontar estados mentales como la frustración, la decepción, el enojo y también situaciones estresantes en general.

No solo esto.  Del mismo modo, necesitamos comunicarnos con ellos de manera positiva, explicando con paciencia y amor las razones detrás de cualquier castigo o nuestra decepción y enfado que podemos experimentar como adultos, abordando estos temas con claridad y resaltando la importancia de aprender de los errores como parte del proceso de crecimiento y desarrollo.

Comparto todo esto porque en la actualidad observo a muchos adultos que creen que son incapaces, carentes de valor y no aptos de ser amados y considerados por haber comprado las historias que les vendieron.

Desde mi punto de vista profesional, esto se debe en gran medida a todo lo que han tenido que escuchar de sus padres, figuras de autoridad y/o seres queridos de su entorno durante la infancia y adolescencia. Quizás sus logros no fueron validados y reconocidos, y mucho menos elogiados de manera pedagógica y constructiva.

Paradójicamente, estos elogios que eran necesarios probablemente tomaron una forma diferente y destructiva al llegar a ser a través de comparaciones con hermanos y/o familiares. ¿Y saben qué sucede la mayoría de las veces con estos adultos en la actualidad?

Hoy en día, aunque sean (muy) exitosos en diversas áreas de sus vidas, experimentan una insatisfacción constante, ya que su cerebro ha sido alimentado por las primeras personas de confianza en su vida con creencias tóxicas y fuera de la realidad acerca de ellos.

Finalmente, el cerebro cree en lo crea, en lo que repite constantemente. Ahora bien, culpar a nuestros padres no nos va a llevar a ningún lado más que sentir dolor. Tampoco va a convertirnos en una persona más satisfecha y seguiremos sufriendo siempre de lo mismo y de la misma manera.

Pero el entenderlo, nos va a dar armas para descubrir el porqué somos de la forma que somos, y una vez descubierto podremos hacer algo al respecto y contarnos una historia diferente.

Creo firmemente que cada momento nos puede servir para nutrir el corazón de nuestro niño interior con la verdad, alejándonos de las mentiras que nos contaron y nos contamos a nosotros mismos.

En este contexto, podría ser muy beneficio hacernos la siguiente pregunta sin dejar de vernos a nosotros mismos en el espejo con los ojos y el corazón abierto: ¿Cuánto de lo que me cuento y soy es una mentira que me hicieron creer?

En cuanto descubramos que gran parte de nuestra percepción es o ha sido modelada por una mentira, ahora sí, tendremos la oportunidad de recrearnos desde una tierra mucho más fértil y saludable: nuestra propia perspectiva y lo que deseamos ser nosotros mismos.

Tener miedo a la verdad no nos ayudará en absoluto, sino más bien nos llevará a creer en una versión de nosotros mismos que no tiene fundamento en la realidad.

Con las manos en nuestro corazón y hablando con la razón nos acercaremos cada vez más a una realidad encubierta de nosotros mismos, y decidir cuál quiero que sea mi realidad aquí y ahora.

Y esto, no nos debe de preocupar porque como dijo acertadamente Bernard Shaw:

“La vida es sobre crearte a ti mismo”

No cambies para que la gente te ame. Sé tú mismo, y la gente correcta te amará… (pensamiento tibetano).

Deseo de corazón que una vez que descubras quién eres y quién deseas ser, te mantengas fiel a tu verdad y tu ser.

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Foto perfil de Burcu Kadipinar
Burcu Kadipinar Escritora, docente, terapeuta y conferencista Licenciada en Lengua y Literatura Alemana Contemporánea, Germanística, Antropología de las Culturas, y Ciencia de la Comunicación y tiene una maestría en Lengua y Literatura Alemana y especialidad en Neuropsicología. Además de dar entrenamiento mental a los directivos y empresarios, es docente, terapeuta, conferencista y tallerista en temas de neuropsicología, neurociencia y meditación en empresas y instituciones educativas a nivel internacional; asimismo creadora de la App digital de Meditación Happy Mind Center que contiene meditaciones diseñadas con base a neurociencia y psicología positiva la cual está siendo usada en escuelas y empresas para combatir y reducir el estrés laboral y académico. También es autora, coautora y editora de varios libros (en alemán y en otros idiomas). Su último libro Me entiendo, te entiendo (2022) ha sido publicado en español en Amazon.
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