La unión de esta pareja estuvo marcada por un profundo cariño, un apoyo inquebrantable y una admiración mutua. Esta es la historia de amor del hombre más rico de México con Soumaya Domit.
Carlos Slim es un hombre cuya mente está puesta en los negocios, pero su corazón siempre fue para su esposa Soumaya Domit.
Después de la muerte de su gran amor en 1999, el hombre más rico de México le ha rendido homenaje a través de diversos proyectos e iniciativas.
Algo que evidencia y demuestra que la pasión de esta pareja trasciende el tiempo y el espacio.
En la actualidad, el empresario que nació el 28 de enero de 1940 en la Ciudad de México, es ampliamente reconocido como uno de los hombres más exitosos en el mundo.
Desde muy joven, Slim exhibió una inteligencia notable, una curiosidad insaciable y una ética de trabajo incomparable. Estas cualidades se convertirían más tarde en las piedras angulares de su carrera.
Después de obtener una licenciatura en ingeniería civil de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se aventuró en el mundo de los negocios, sentando las bases de lo que eventualmente se convertiría en su vasto imperio.
Fue durante este período de crecimiento empresarial que Carlos Slim se cruzó con el amor de su vida: Soumaya Domit Gemayel.
Ella nació en una prominente familia libanesa-mexicana, y era una mujer de notable gracia, belleza e intelecto.
Su encuentro inicial marcó el comienzo de una historia de amor que soportaría las pruebas y tribulaciones de la vida, dejando una marca indeleble en el corazón de ambos.
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A pesar de sus diferentes orígenes e intereses, Carlos y Soumaya encontraron compañerismo en la presencia del otro.
Su relación floreció con el tiempo, impulsada por un profundo sentido de respeto, comprensión y admiración.
A medida que el imperio empresarial de Carlos se expandía, Soumaya estuvo a su lado, ofreciéndole apoyo y aliento inquebrantables en todo momento.
El suyo era un amor construido sobre la confianza mutua y valores compartidos, un amor que resistió la prueba del tiempo y la adversidad.
Aun con la carga de trabajo de negocios de Carlos, la pareja siempre se tomaba tiempo el uno para el otro, apreciando los simples momentos de unión que les traían inmensa alegría y satisfacción.
Trágicamente, la vida de Soumaya terminó en 1999 por problemas renales que tuvo desde que era muy joven, y que habría heredado de sus padres.
Su fallecimiento dejó un profundo vacío en Carlos Slim, uno que nunca podría llenarse.
A raíz de su muerte, el empresario encontró consuelo en los recuerdos del tiempo que pasaron juntos, sacando fuerza del amor duradero que compartían.
En los años siguientes, Carlos continuó construyendo sobre su legado, consolidando su estatus como una de las personas más ricas del mundo.
Sin embargo, a pesar de su éxito, se mantuvo arraigado en los valores que le inculcó Soumaya: humildad, compasión y generosidad.
Honró su memoria estableciendo el Museo Soumaya en la Ciudad de México, un testimonio de su influencia duradera en su vida y legado.
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La devoción de Carlos por Soumaya se extendió más allá de los límites de su matrimonio y dio forma a la esencia misma de sus esfuerzos filantrópicos.
A través de la Fundación Carlos Slim, ha trabajado incansablemente para mejorar las vidas de millones de personas en todo México y más allá, honrando el espíritu de compasión y altruismo de su esposa.
En los años posteriores al fallecimiento de Soumaya, el empresario se ha mantenido firme en su compromiso de preservar su memoria y su legado.
A pesar del paso del tiempo, su amor perdura y sirve como guía en el viaje de su vida.
Como comentó una vez, “el amor es la mayor motivación”.
El amor compartido entre Carlos Slim y Soumaya Domit continúa inspirando a innumerables personas en todo el mundo, recordándoles a todos el poder transformador del amor, la devoción y el compromiso inquebrantable.