Demon Slayer – Castillo Infinito confirma el poder del anime como motor de la cultura pop japonesa, arrasando en taquilla y expandiendo su influencia en moda, turismo y consumo global.
Demon Slayer no solo es un fenómeno del anime: se ha transformado en un motor económico que está dejando huella en varios sectores de Japón.
Su más reciente entrega, Kimetsu no Yaiba – Castillo Infinito (Infinity Castle Arc) estrenada el 18 de julio de 2025, rompió récords históricos revitalizado la industria cinematográfica.
MIT SMR México se financia mediante anuncios y sociosEl primer capítulo de la película recaudó más de 22 billones de yenes (equivalentes a 2 mil 800 millones de pesos mexicanos) en sus primeros 25 días en cartelera, con una asistencia superior a 15 millones de espectadores.
Las proyecciones señalan que podría superar los 500 millones de dólares en ganancias a nivel mundial, e incluso alcanzar los 700 millones.
Tan solo en su fin de semana de estreno, Castillo Infinito atrajo a más de 3 millones de asistentes y generó más de 40 millones de dólares en taquilla, superando así a su icónica predecesora, El Tren Infinito.
Este desempeño convirtió a la cinta en la más taquillera del año en Japón y en un fenómeno cultural que se extiende a redes sociales, merchandising y turismo temático.
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El fenómeno de Demon Slayer no solo impulsa a las salas de cine, también está generando un efecto dominó en distintos sectores económicos.
De acuerdo con Twisted Voxel, la recaudación inicial en taquilla ya la coloca entre las 10 películas más taquilleras de la historia en Japón, con proyecciones que anticipan un ascenso aún mayor.
Pero el impacto va mucho más allá de la taquilla. La alianza con compañías como JR Kyushu —que en 2021 obtuvo más de 2 mil 500 millones de yenes (alrededor de 320 millones de pesos mexicanos) gracias a trenes decorados con la temática de la franquicia— demuestra cómo el anime puede convertirse en un verdadero catalizador económico.
Incluso espacios reales, como el Hotel Ookawaso, identificado por los fans con el “Castillo Infinito”, registran un creciente flujo de visitantes nacionales e internacionales.
El fenómeno Demon Slayer se apoya en el modelo japonés de comité de producción, donde editoriales, estudios, distribuidoras y marcas invierten y comparten beneficios.
Esto permite que, desde la etapa de planeación, se cierren acuerdos con cadenas de moda, cafeterías temáticas y tiendas de conveniencia, asegurando ingresos más allá del cine.
Además, la experiencia del espectador se ha vuelto participativa. Proyecciones especiales, artículos de edición limitada y regalos exclusivos invitan a los fans a repetir la visita al cine.
Las “peregrinaciones de anime”, en las que los seguidores visitan escenarios reales de la historia, impulsan aún más el turismo y el consumo local.
Con estrenos internacionales ya en marcha —Taiwán el 8 de agosto, México el 11 de septiembre y Corea del Sur el 22 de agosto—, los expertos calculan que Demon Slayer superará los 300 millones de dólares globales antes de finalizar 2025.
El auge del streaming en plataformas como Netflix y Crunchyroll también amplía el alcance y asegura ingresos por licencias internacionales desde el inicio.
Demon Slayer está redefiniendo lo que significa un éxito cinematográfico. Su fórmula combina narrativa poderosa, estrategias de marketing agresivas y un ecosistema comercial que incluye turismo, moda, música y más.
Por ello, Castillo Infinito es un ejemplo de cómo la cultura pop japonesa puede impulsar de forma directa la economía de un país entero.
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