Experimentar, errar y volver a intentar es el algoritmo más sólido del éxito. La cadena de errores no se percibe entonces como fracaso sino parte de un proceso de construcción de algo sólido y significativo.
Elucubramos sobre el éxito y los logros. Asumimos que la vida personal y profesional es una cadena de pericias y metas, pero evadimos pensar en lo que falló. El fracaso es una realidad que se rehúye y estigmatiza, que invisibilizamos como si no fuera parte del aprendizaje y experiencia.
Más aún: nos negamos a ver que atrás de cada cumplimento de un objetivo está una serie de fallos que nos permitieron realizar determinada meta o expectativa.
Conocemos historias del trasfondo del éxito. Estas son algunas: J.K. Rowling: La autora de Harry Potter, fue rechazada por doce editoriales antes de que su primer libro fuera publicado. Steve Jobs fue despedido de la compañía que él mismo fundó, Apple, pero luego regresó a la posición de CEO después de aventuras como NeXT y Pixar.
Evita que el fracaso destruya a tu equipo con estos 10 consejos
Sabemos que Bill Gates abandonó Harvard y co-fundó Traf-O-Data, una empresa que fracasó. Sin embargo, su habilidad y pasión por la programación lo convirtieron en el pionero de la famosa compañía de software Microsoft y en el multimillonario más joven del mundo mientras Henry Ford fue a la bancarrota antes de fundar Ford Motor Company y Thomas Edison probó miles de materiales antes de crear la bombilla incandescente con filamento de carbono.
En suma: experimentar, errar y volver a intentar es el algoritmo más sólido del éxito. La cadena de errores no se percibe entonces como fracaso sino parte de un proceso de construcción de algo sólido y significativo.
Pero vamos a algo más: las emociones subyacentes en el fracaso. Las palabras de matices obscuros abundan: decepción, tristeza, minusvalía, enojo, apatía…y un largo etcétera. Ahora vamos a “voltear” los prejuicios y buscar emociones más placenteras a los errores. Asumamos que fracasar puede ser divertido.
¡¿Cómo?! A duras penas aceptamos el error como parte inherente a un logro significativo. Las empresas que optan por la innovación continua crean una cultura de tolerancia ante la prueba y error que es parte del intraemprendimiento, por ejemplo. ¿Cómo va a ser divertido?
Erin Diehl, oradora, maestra de improvisación y entrenadora asume que sí.
Como fundadora y CEO de Improve it!, Diehl ayuda a enfrentar sus reveses de una manera más positiva, para que sea más fácil aprender de los errores en lugar de tambalearse de ellos. Eso significa agregar una dosis de humor a los fracasos, trabajar con socios de responsabilidad y practicar deliberadamente el arte de fallar. El mantra desafía la lógica convencional: cómodo con lo incómodo.
Los errores más comunes al gestionar fracasos en el trabajo
El método se basa en verbalizar errores comunes en nuestro día a día, como el derramar una taza de café.
Hablar abiertamente sobre estas decepciones, permite darnos cuenta de que podemos avanzar desde todo tipo de fracasos. El mundo no se termina ni inmoviliza. Se debe proseguir.
Cuando algo no sale bien existe una lección _¡o varias!- por aprender. Cuando realicé la presentación de mi décimo tercer libro, un pequeño librito de poemas y pensamientos post pandemia, invité a algunos amigos que dieran algunas palabras. Todo parecía perfecto. Pero llegó el turno de cerrar y ese espacio se lo concedía a un querido amigo que me había recomendado al editor y corrector de estilo.
Sus primeras palabras fueron:
“Felicito a la autora, claro, pero sobre todo por haber tenido a un gran periodista y editor…”
Hizo parecer que el editor en realidad era quien merecía el mérito de un pequeño libro de poemas y profundamente intimista. Aprendí que la amistad no es símbolo de lealtad y profesionalismo.
Sin embargo, en lugar de castigarme por cada error, es importante notar que los fracasos, tanto grandes como pequeños, ocurren a menudo. Pero como todos nuestros monstruos internos merecen salir a la luz y confrontarlos como pesadillas.
Crear momentos para reflexionar y lidiar con los fracasos logra que sean menos intimidantes. El método sugerido por Diehl es la sustitución: no un acuciante y severo reclamo hacia nosotros mismos, sino un pensamiento más amable, más amoroso y positivo.
Atrás de un fracaso se puede conocer a las personas y volvernos más resilientes. Los pasos para reformular el fracaso son éstos:
Procesar la situación. A veces esto no es inmediato. Es posible que se deambule con una sensación de incomodidad hasta visualizar qué falló.
Detectar el error que cometiste, así como tus sentimientos al respecto. Al visibilizarlo logras perdonarte a ti mismo. Ni daña aquello que logras verbalizar y visibilizar, sino lo oculto y sumergido en la inconsciencia.
Emprendedor, ten cuidado de caer en estos errores que te llevarán al fracaso
Aprender. Siempre existen al menos dos cosas que aprender de la experiencia. ¿Cómo será mejor la próxima vez? Conviene elaborar un plan para asegurarnos haber aprendido de esa experiencia y tomar medidas para que nunca vuelva a suceder.
Respirar. Asumir que este no será el primer ni único fracaso en la vida, pero cada vez tendrás más oportunidades de responder y reponerte con mayor facilidad de lo ocurrido.
Lo esencial, siempre, es tener la capacidad de hablar de las emociones y sentimientos que un fracaso conlleva. Contar con un grupo de amigos a los que sea posible confiar nuestros “demonios” internos y pesadillas logrará que sobrevivamos al fracaso, es parte de la vida y sólo nosotros podemos determinar que emociones queremos que prevalezcan en nuestra propia narrativa o historia.
Bajo la lente de la “diversión” el malintencionado mensaje de cierre de mi “amigo” en la presentación, puede representar un cierre inusitado y cómico que le añadió credibilidad y claro obscuros a mi libro. Por lo pronto respiro. Sólo respiro.