La mítica rivalidad entre mujeres
Créanme cuando les digo que las mujeres somos una hermandad que rebasa fronteras raciales y de credos o modos de ser o actuar. No vean divisionismo donde existe una genuina empatía.
Es recurrente escuchar a los hombres en el ámbito corporativo: las luchas entre mujeres son muy duras. Lo que ellos no saben es que las verdaderas batallas las tenemos con nosotras mismas.
Que ante exiguas oportunidades luchamos a brazo partido por hacerlo mejor cada día, que cada escalón que subimos implica un esfuerzo de hasta 30 por ciento mayor que nuestros pares masculinos.
Durante años se nos confinó al ámbito doméstico. El exterior era para ellos, para desarrollar habilidades y brillar. En la conciencia colectiva aún existen fuertes reticencias para que participemos de igual a igual en la vida pública.
En nuestra era, la exponencial, no es la raza el principal motivo de segregación. Es el género.
La visión femenina en la alta dirección, una fórmula para el éxito empresarial
Largo camino por recorrer en paridad de género
Aunque las mujeres tenemos ya avances significativos en el ascenso a la alta dirección, los logros aún son tenues y las empresas tienen un largo camino por recorrer para lograr la paridad de género.
Según el informe Women in the Workplace de 2023, las mujeres experimentaron aumentos modestos en la representación de la alta dirección, con sólo 11 puntos porcentuales desde 2015. Pero a nivel de gerente y director, la representación creció solo tres y cuatro puntos porcentuales, respectivamente.
Ahora, el problema de la representación diversa en las firmas de capital privado es más evidente en los puestos de más alto nivel.
Al ritmo actual, podría llevar 60 años alcanzar la paridad de género a nivel de director general en funciones de inversión. Sin embargo, hay más esperanza para la cartera de futuros líderes: para los puestos de nivel de entrada, como analistas y asociados, la industria podría alcanzar la paridad de género en 10 años.
Una gran disparidad sin duda. A este laberinto de cristal, que impide el acceso de las mujeres a integrarse a la C suite, se suman los prejuicios y sesgos ancestrales de lo que debe ser o hacer una mujer, de confinar individualidades y capacidades únicas bajo la óptica de no ser “eminentemente” femeninas.
Por ello, cuando se habla de divisionismo y lucha entre mujeres se parte de un mito absurdo: las mujeres peleamos por oportunidades.
También por disminuir brechas de representación y salariales, por vencer el agotamiento que se nos endilga con labores de apoyo psicológico en los centros de trabajo y trabajos de cuidado y atención doméstica que implican hasta una jornada laboral de ocho diarias adicionales a nuestro desempeño profesional.
Entonces, por favor, no divulguen peligrosas falacias sobre rivalidades entre nosotras. No tenemos tiempo de destruir nuestras exiguas oportunidades. Tampoco de desmentir aseveraciones tan peligrosas y falaces construidas bajo el malsano rumor y cultura popular de “mujer juntas solo difuntas”.
Queridos colegas masculinos:
Créanme cuando les digo que las mujeres somos una hermandad que rebasa fronteras raciales y de credos o modos de ser o actuar.
Somos una minoría en el campo profesional, estamos subrepresentadas en las juntas directivas y debemos apoyarnos entre nosotras. No vean divisionismo donde existe una genuina empatía.