A nivel mundial, 10 por ciento de las personas sufre alguna de las 200 enfermedades causadas por la ingesta de alimentos en mal estado. De ahí la importancia de proteger la inocuidad de lo que se come, sobre todo durante los periodos de descanso.
Viajar es tal vez uno de los mayores placeres de la vida. Sin embargo, también puede convertirse en una pesadilla si las cosas no salen como se planean. Aunque no le prestamos la atención que merece, la inocuidad es un punto clave para que no se presente uno de los principales males para un viajero: las enfermedades gastrointestinales.
De acuerdo con los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), los padecimientos más comunes relacionados con alimentos durante los viajes son diarrea, salmonelosis, fiebre tifoidea o cólera, y son causadas por bacterias, virus o parásitos que pueden proliferar en sitios que no cuenten con protocolos de limpieza, higiene y desinfección rigurosos.
Una bacteria con ácido sulfúrico puede salvar a los humanos de la salmonella
Y es que cuando viajamos solemos preocuparnos por los pasajes, pasaportes, maletas y reservaciones; sin embargo, hay un mundo de cuidados detrás de vacaciones perfectas que incluyen comer alimentos inocuos, evitar enfermedades y tener una estancia cómoda en el destino que hayamos elegido para olvidarnos un poco de la rutina diaria.
Para proteger la inocuidad de los alimentos, los lugares donde se venden, los utensilios con los que se preparan y en los que se sirven, existen soluciones integrales que maximizan la eficiencia en la higiene, el ahorro de recursos y la reducción de costos, lo que se refleja en la satisfacción de los clientes y la rentabilidad del negocio.
A raíz de la pandemia, las precauciones para proteger la salud adquirieron una importancia mayor; no sólo en cuanto a la protección de los espacios, sino también en muchos otros aspectos relacionados con la salud en sitios públicos. La industria turística tuvo que redoblar esfuerzos y contribuir a que los visitantes recuperasen la confianza en hoteles y restaurantes.
Durante su viaje o inmediatamente después de volver a sus lugares de origen, entre 30 y 70 por ciento de los viajeros sufren de diarrea ocasionada por infecciones gastrointestinales, según cifras del Centro Nacional de Información Biotecnológica de Estados Unidos.
A nivel mundial, 10 por ciento de las personas sufre alguna de las 200 enfermedades causadas por la ingesta de alimentos en mal estado, señalan datos de la Organización de las Naciones Unidas.
Inocuidad alimentaria, un problema que merece mayor atención
La gastronomía es uno de los atractivos principales durante un viaje; sin embargo, también puede ser una de las causas por las que no resulte memorable (o que resulte memorable, pero no por causas positivas). Por ello es vital que los encargados de preparar y servir alimentos posean los insumos necesarios y la asesoría especializada para reducir lo más posible los riesgos de infección en los viajeros.
Según la ONU, las enfermedades transmitidas por alimentos son responsables de 600 millones de padecimientos anualmente en todo el mundo, la muerte de 420 mil personas y pérdida de productividad equivalente a 95,000 millones de dólares. Además, representa gastos en salud pública equivalentes a los de la malaria o el VIH, riesgos que se pueden prevenir con higiene y protocolos de desinfección.
Existe un gran aparato humano y tecnológico para tener un turismo de ensueño y los visitantes sólo tengan que preocuparse por pasarlo bien. La mayor parte de la responsabilidad recae en quienes proveen los servicios turísticos y la única labor de los consumidores es observar que se cumpla con las características de limpieza, higiene y desinfección en los lugares donde se aloja, come y descansa.
Miguel Serrano es director de la división Institucional de Ecolab Latinoamérica Norte