Ver edición digital Suscríbete al NEWSLETTER
Compartir
Cambiar tamaño de letra Debes tener actualizado tu navegador para poder ver las funciones correctamente.

Quemar las naves: El acto radical que libera tu propósito

Mario A. Esparza 02 Dic 2025
Quemar las naves: El acto radical que libera tu propósito
Hoy no quemamos barcos, pero sí debemos incendiar miedos y temores, expectativas ajenas y proyectos sin alma. (Mppriv/Depositphotos)
MIT SMR México se financia mediante anuncios y socios

La paradoja es que quemar las naves no te deja sin opciones; te deja sin distracciones, ya que te obliga a enfocarte, a pensar mejor y tomar decisiones con más valentía.

MIT SMR México se financia mediante anuncios y socios

En la vida profesional —y especialmente en los negocios— solemos avanzar con un pie en el futuro y otro en el pasado. Miramos hacia adelante con ambición, pero volteamos continuamente hacia atrás buscando garantías, rutas alternas o excusas para no arriesgarlo todo. 

Sin darnos cuenta, tratamos de construir grandeza mientras mantenemos una salida de emergencia abierta. Y así, es imposible avanzar con verdadera convicción, pasión y fuerza sino “quemamos las naves”. 

MIT SMR México se financia mediante anuncios y socios

La metáfora de “quemar las naves” tiene un origen que ilustra perfectamente esta idea. Popularmente se atribuye al militar y conquistador español Hernán Cortés en el siglo XVI, cuando ordenó incendiar y hundir los barcos que lo habían traído a Veracruz para evitar que sus tropas consideraran volver. Esto provocó que sus soldados no tuvieran otra opción que avanzar y conquistar el territorio mexicano. 

Sin embargo, la historia revela que este gesto estratégico ya había sido usado mucho antes: en el siglo IV a.C., Alejandro Magno, el intrépido rey macedonio y genio militar que conquistó vastos territorios desde Grecia hasta Egipto y la India, fue el primero en aplicar este método al desembarcar en Fenicia y optar por incendiar sus embarcaciones para motivar a su tropa.

Su mensaje fue claro:

“Si queremos volver a casa, lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos”.

El plan no admitía retrocesos.

Esa es la esencia de quemar las naves: una decisión definitiva que elimina volver atrás como opción. No es imprudencia ni romanticismo épico; es convicción.

Es el acto íntimo y radical de dejar de negociar contigo mismo, de soltar lo que te mantiene atado al pasado y de comprometerte por completo con lo que elegiste ser, con tu propósito.

Características del liderazgo militar y cómo usarlo a tu favor

Mirar hacia adelante

Hoy no quemamos barcos, pero sí debemos incendiar miedos y temores, expectativas ajenas y proyectos sin alma. Porque seguir cargando con lo que ya no nos define es la forma más silenciosa —y más costosa— de renunciar a uno mismo.

Un propósito auténtico exige decisiones profundas: desde cerrar ciclos, actuar a pesar de la crítica y dejar de mirar atrás, hasta romper inercias, atreverte a ser el primero en creer y superar el síndrome del impostor.

Quemar las naves no es un eslogan ni una frase inspiradora; es una fuerza que incomoda, que pone en movimiento y que exige coherencia. Por eso, cuando lo eliges de verdad, te obliga a cruzar un umbral del que ya no puedes regresar igual.

La paradoja es que quemar las naves no te deja sin opciones; te deja sin distracciones, ya que te obliga a enfocarte, a pensar mejor y tomar decisiones con más valentía. 

Cuando no existe el “si no funciona, vuelvo a lo de antes”, entonces aparece tu verdadera capacidad de ejecución. El miedo deja de ser freno y se convierte en combustible, mientras que las dudas dejan de ocupar espacio y dan paso a la claridad.

Por ejemplo, este tipo de determinación transforma la manera en que lideras y desarrollas tus estrategias. Las personas admiran a quien está dispuesto a comprometerse con algo más grande que él mismo, pero dejan de seguir a quien duda o protege en exceso su territorio seguro. 

En un mundo lleno de esfuerzos tibios, proyectos a medias y líderes que evitan incomodarse, la convicción total se vuelve un acto profundamente poderoso.

Ante este escenario, quemar las naves no es ignorar los riesgos, es asumirlos. No significa no tener miedo, sino impedir que el temor decida por ti. Y, sobre todo, significa abrazar el propósito como un pacto personal, una promesa con la vida que quieres construir, más allá de las métricas, las estrategias o los beneficios de corto plazo.

Y ahí, justo en ese momento, aparece la versión más poderosa, lúcida y valiente de ti mismo.

Entonces, la pregunta real no es si estás listo para quemar las naves. La cuestión es más simple y honesta: ¿Cuánto tiempo más estás dispuesto a vivir mirando hacia atrás?

Cómo encontrar tu propósito y alcanzar el éxito profesional

Imagen Google NewsSíguenos en Google News
Te recomendamos
MIT SMR México se financia mediante anuncios y socios

Mario A. Esparza

Estratega en Comunicación Holística y Reputación Corporativa PR mentor, content hacker, reputation evangelist y storyteller con más de 17 años de experiencia en comunicación holística, relaciones públicas y reputación corporativa. Barista, melómano y Co-autor del libro Comunicación Corporativa 4.1, en tiempos de crisis.
Este video te puede interesar
Suscríbete al Newsletter
y recibe contenido exclusivo
Descargable MIT
Descarga GRATIS nuestro especial del mes Sostenibilidad corporativa en retroceso