Reptiliano, mamífero y humano, estos son los cerebros de un líder. Aprende a diferenciar cuál tienes y cómo trabajar en equipo.
El cerebro de un líder funciona de diferentes maneras. Existen los líderes vitalicios, conocidos por estar al frente de una empresa durante toda su existencia y por detentar el poder.
Sin embargo, aunque esta continuidad pueda parecer buena la realidad es que a la larga es dañina para la organización, ya que no se da paso al cambio.
¿Qué pasará cuando el c-level alfa falte? La respuesta podría ser que la organización desaparezca. Esa clase de líderes generalmente operan a través del cerebro reptiliano.
Así como una compañía resulta herida al mantener liderazgos con ese estilo, las carreras profesionales de los directores también resultan dañadas. Pero más allá de eso, su salud mental se ve comprometida.
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Esa es la razón por la que los líderes deben de trascender y dejar atrás la mentalidad tipo reptil para operar a través del cerebro humano, de acuerdo con Eduardo Araiza, maestro en psicoterapia humanista.
“Tenemos tres cerebros. El primero es el reptiliano, el segundo es el mamífero y el tercero es el humano, que se encuentra en el córtex. El bienestar no puede residir en el cerebro reptiliano porque es el que que se encarga de sobrevivir. Gracias a él respiramos y nuestro sistema digestivo opera”, comentó.
Cuando una persona toma decisiones y opera de forma diaria con la mentalidad de reptil tiende a alejarse de las demás personas, a ser individualista. También, lo hacen ser más explosivo o explosiva y en general su bienestar se centra en emociones que pueden resultar pasajeras porque no les brindan un significado profundo.
Los líderes y colaboradores aprenden gracias al contacto con otras personas. Así surgen los grandes aprendizajes. Por lo tanto cuando una persona deja de operar a través del cerebro reptiliano, se abre a la posibilidad de aprender nuevas habilidades.
“Algo que pasa con los líderes que operan a través de ese cerebro primitivo es que no se dan la oportunidad de aprender más y todos necesitamos mejorar, el cerebro mamífero y humano nos brindan la humildad para saber esto”, dijo Eduardo Araiza.
A lo largo de su carrera, Araiza ha notado que la vida de todo líder sigue un ciclo perpetuo: en algunos momentos, él es quien dirige, pero tarde o temprano, regresa a ser un aprendiz.
Además, de eliminar la posibilidad de adoptar nuevos conocimientos, operar a través del cerebro reptiliano le quita a la gente la oportunidad de disfrutar su trabajo.
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Por ejemplo, alguien que vive al momento y que se dedica únicamente a reaccionar ante los retos que se enfrenta (lo que generalmente pasa en largos periodos de estrés) no puede disfrutar de forma plena distintas experiencias.
“Se ha demostrado que la felicidad de alguien que opera a través del cerebro reptiliano y que le suben el sueldo sólo dura 3 meses. Pero si esa sensación la volvemos más significativa y comenzamos a operar desde el cerebro mamífero, se genera un sentido de pertenencia”.
Alguien que opera a través del cerebro humano es un colaborador asertivo que, conscientemente, genera lazos con su comunidad y que lo hacen querer ser parte de un proyecto a través de la escucha proactiva.
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El experto en psicoterapia explicó que existen algunos pasos que ayudan a los líderes a dejar de operar a través del cerebro reptiliano.
Para que una persona pueda dejar de ver la vida a través de los ojos de un reptil necesita autoconocerse, saber cuál es su misión de vida. A partir de ese conocimiento tendrá una herramienta efectiva para generar una comunidad que lo apoyará y en la cual aprenderá nuevas cosas y recibirá un feedback constante que lo obligue a mejorar.
“Operar a través del cerebro mamífero o humano significa generar conexiones significativas que le ayuden a desarrollarse”.