A nadie le gusta perder, reconocer que hay alguien mejor que tú. No es sólo la frustración de trabajar muy duro y no lograr el objetivo; es también el golpe duro y seco a tu autoestima. ¿Es bueno perder?
Fue el principio del fin. Con un golpe seco y duro, Naz Reid detuvo la canasta del jugador serbio Nicola Jokic, quien perdió el balón.
Ese error se convirtió en dos puntos más en contra de su equipo, los Nuggets de Denver, cuando sólo quedaban 3:20 minutos del juego 7 en la semifinal de conferencia del Oeste de la NBA, ante los Timberwolves de Minnesota.
La cara de Jokic lo decía todo: estaba agotado después de jugar 82 partidos en la temporada regular más otros 12 de postemporada.
Cuando el reloj marcó ceros, el marcador final 98-90 no sólo daba el triunfo a los Timberwolves: también significa la derrota de los Nuggets, los actuales campeones de la NBA, y el gran fracaso de Jokic, el mejor jugador de basquetbol del mundo, ganador de tres MVP (Most Valuable Player).
Después de una ventaja de 20 puntos, el equipo de Minnesota tuvo un regreso que nadie esperaba y logró vencer a los campeones. Cuando el triunfo estaba ya en sus manos, Anthony Edwards, la estrella de los Lobos, se dirigió al público de Denver, despidiéndose de forma despectiva. Jokic no dudó en acercarse y reclamar respeto para los aficionados.
Lejos de lo que podía pensar cualquiera, lo que le ardió a Jokic, más que perder, fue esa falta de respeto de su jugador rival.
Cuando, después del partido, los periodistas le preguntaron por la derrota, Jokic lo dijo muy claro:
“Creo que el equipo que gana es el mejor. Tienes una serie al mejor de siete, el equipo que gana es el mejor. Si nos han ganado es que son mejores.”
Les cuento esta historia porque (obvio) soy fanático del basquetbol, pero también porque no me he encontrado con muchos líderes del mundo de los negocios que tengan esa humildad para reconocer cuando hay alguien mejor.
Ya nos han dicho que, en la vida, hay que saber perder, pero ¿qué tiene de bueno perder?
“A veces cuando se pierde, se gana.”
Es una frase que muchos líderes han dicho, pero no es fácil entender a qué se refieren cuando la dicen. ¿Será que hay algo más importante que ganar?
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Con la historia de Jokic no quiero decir que ganar no es importante, pero es más importante tener la claridad de no querer ganar a costa de lo que sea.
Es la historia de este jugador serbio y de su liderazgo: aunque puede anotar más de 40 puntos por partido y llevarse siempre los reflectores, prefiere darle su lugar a cada miembro del equipo, darles pases para hacerlos brillar en la cancha, y alentarlos y darles consejos durante los entrenamientos.
Lo describe muy bien Elda Cantú, editora para New York Times en México en un artículo que compara los liderazgos de Jimmy Butler, estrella de los Miami Heat, y de Jokic, de los Nuggets Denver.
Butler es un típico líder alfa orientado a resultados: aguerrido, eléctrico y muy expresivo, a quien le gusta anotar, dirigir y exigir a gritos. De estos abundan en el mundo corporativo.
Jokic, en cambio, es un líder discreto más orientado a las relaciones: prioriza el bienestar y éxito de todo el equipo, antes que ver por sus propios intereses.
Cuando le han preguntado por su éxito, dice cosas como: “Hay que empezar por los compañeros de equipo; sin ellos, no puedo hacer nada”, dijo Jokic.
“Entrenadores, jugadores, organización, personal médico, entrenadores de fuerza, entrenadores de desarrollo. Es todo un gran círculo. Pero no puedo ser lo que soy sin ellos.”
En realidad, no existen en el mundo líderes o empresas que no hayan fracasado alguna vez. La diferencia surge con lo que se hace con la derrota.
“Las mejores empresas son las que pueden tomar el fracaso con calma y crecer a partir de él. El fracaso puede ser proactivo con trabajo duro e intención, convirtiendo los desafíos en oportunidades para elaborar estrategias y construir una mejor compañía”, dice John Hood en un artículo de Fast Company.
Pero llevar a tu equipo al siguiente nivel después de una derrota es imposible si no has creado un ambiente de confianza, donde todos saben que cuentan con el apoyo del líder cuando las cosas van mal, donde no se sataniza el fracaso, sino que se alienta la innovación, lo que siempre implica el riesgo de perder.
Justo lo que siempre ha hecho Jokic durante toda su carrera. En los Nuggets de Denver hay una mística de equipo sólida, hay confianza y respeto entre ellos, en gran parte, gracias a Jokic. Por eso no dudo que haya un nuevo campeonato de basquetbol para este equipo e, incluso, triunfos que ni siquiera nadie imagina aún.
También para ti vienen triunfos increíbles, si es que has creado un ambiente de respeto, confianza, que sea un lugar seguro para que cada uno de los miembros de tu equipo brille. Si ya sabes perder, entonces estás listo para ir a donde nadie ha llegado.