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¡Nunca es tarde!- Pero, ¿qué tal si lo es?

Cuando nos dicen ¡Nunca es tarde!, el que nos da este consejo alentador, sabe muy bien que el que recibe este consejo se podría encontrar en un proceso avanzado y delicado en su vida.

Burcu Kadipinar 30 Ene 2024

En la vida cotidiana nos toca escuchar frases como “nunca es tarde”, “atrévete”, “no tienes nada que perder” o “no tengas miedo al cambio”.

Sin embargo, aunque estas frases resuenen en nuestra mente, mientras no lleguen a nuestro corazón no será fácil caminar hacia adelante.

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Este tipo frases, llamado consejos cotidianos, no solo son comunes, sino que contienen también un mensaje muy importante que podríamos percibir con poca claridad.

Por ejemplo, cuando nos dicen ¡Nunca es tarde!, el que nos da este consejo alentador, sabe muy bien que el que recibe este consejo se podría encontrar en un proceso avanzado y delicado en su vida.

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Por otro lado, los que nos invitan a atrevernos, nos podrían estar comunicando que tenemos miedo de tomar una acción y que necesitamos abandonarlo para avanzar en nuestra vida. Y el comentario de que no tenemos nada que perder es justo el que nos invita a contemplar todo lo que sí tenemos.

Si vemos todo en contexto, creo que sería mucho mejor invitar a quien está en una etapa crítica o delicada de su vida, a que primero contemple todo lo que ha logrado en su vida, porque el que no contempla sus logros, puede caer fácilmente en los brazos del ego, y dejar todo lo que ha construido a lo largo de su vida en una vana ilusión.

Y he visto en mi vida personal y profesional que muchas veces esa ilusión termina en desilusión.

Con todo esto, no estoy diciendo que nos quedemos sólo en la contemplación y no hagamos algo.

Más bien, lo que quiero comunicarles es la importancia de entender algo que ignoramos muy seguido: estando en una situación crítica o negativa para nuestra salud física o mental, si no podemos dar un paso hacia adelante, nos quedaremos en ese lugar dónde y cómo estamos, acompañado de pensamientos cada vez más obsesivos sobre el pasado y futuro, además de vivir un presente tal vez mucho más insoportable de lo que realmente es.

¿Nunca te ha pasado eso? Te sentías incomodo, mal o insatisfecho, y en lugar de buscar la razón verdadera dentro de y entre tus miedos, decidiste buscar culpables (tus padres, tu vecina, pareja o incluso tu jefe) por tu malestar.

En este punto debo mencionar la importancia de que nuestro cerebro vive prácticamente para justificarse y siempre tener la razón como un mecanismo de defensa sin importar el costo.

El problema es que para hacerlo muchas veces tratamos de ocultar o reducir nuestra incomodidad, malestar o insatisfacción quejándonos, queriendo tener la razón y culpando a los demás, ya que son acciones que generan mucha dopamina.

Además de la ansiedad y preocupaciones, un tema muy común de las terapias psicológicas es, precisamente, la insatisfacción.

Y tal vez te sorprenderá que diga que no importa en absoluto el estatus de la persona insatisfecha, ya que la insatisfacción personal, que relacionamos a menudo con un estatus social, profesional y económico, tiene que ver en primer lugar con uno mismo.

Una persona insatisfecha no solo es capaz de hacer lo que sea para cumplir con sus metas y lograr satisfacción en su vida, incluso dar una imagen falsa de sí misma, manipular o incluso mentirse a sí mismo y a los demás.

Pero, por otro lado, también lo que haga para lograrlo esa satisfacción podría ayudarle a ser o convertirse en una persona con ambiciones y valores e inspirar con su ejemplo al mundo entero. ¿De qué depende?  De cómo nos vemos a nosotros mismos y nos relacionemos con los demás.

Si nos vemos con ojos limitados de más es mejor y no importa el precio, no tardaremos en perder la confianza de los que nos rodean.

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Pero en cambio, si logramos vernos con ojos de amor, confianza y compasión, en lugar de buscar fuera de nuestra mente con quién podemos competir o a quién podemos hacer daño apagando su luz, tendremos el logro más valioso en nuestra vida que nadie en absoluto será capaz de quitarnos, haga lo que haga: nuestro amor propio.

La persona que no se ama a sí misma, difícilmente podrá amar de manera pura, es decir lejos de conveniencias. Es por eso que hoy en día, el amor parece ser una palabra mal interpretada y junto con ella lo que implica, tanto en el ambiente personal como laboral.

Me atrevo a decir que el concepto de amor erróneamente se ha convertido con los años en algo que nos permite únicamente sobrevivir. Amamos y trabajamos sólo para no estar solos y sobrevivir, no para vivir con amor una vida plenamente feliz tanto en lo personal como en lo laboral.

Así, parece que donde no hay conveniencia, ya no hay amor, ya no hay amabilidad y mucho menos esfuerzo. Y donde no hay un esfuerzo que surge del amor, es casi imposible generar satisfacción. ¿Se dan cuenta?

Aunque el deseo más grande de la humanidad es ser plenamente feliz, mientras tengamos miedo a perder o cambiar, nuestros deseos y anhelos quedarán en la sombra.

Para ser felices no necesitamos ganar, sino aprender a perder lo que nos aleja momento a momento de convertirnos en nuestra mejor versión como persona, ya sea madre, padre, hijo, hija, estudiante, empleado(a), director(a) o emprendedor(a).

Perder la insatisfacción personal para conectarnos desde nuestra esencia verdadera con los demás es la clave para nuestro éxito laboral y personal.

El que sufre insatisfacción no se da cuenta del daño que se está haciendo a sí mismo al no conectarse y ver esa esencia de los demás, ni del peligro que está corriendo ya que tarde o temprano, la gente que le rodea se dará cuenta de esto y se alejará cada día más.

Irónicamente, estas personas insatisfechas, carentes de empatía, probablemente se ven en el espejo laboral como ganadores, pero lamentablemente a los ojos de sus empleados son perdedores porque el insatisfecho que no reconoce su valor y esencia, ni el de los demás, no duda en dañar. 

Y no es un secreto que justo esto es tristemente la razón principal de las renuncias de muchos talentos. La gente no renuncia a su trabajo por no disfrutar lo que hace, sino por el daño que una persona insatisfecha en posición de autoridad puede estar causando a los demás con su propio ego, y con un liderazgo muy negativo y sin visión.

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Creo que hoy en día necesitamos entender más que nunca, que un líder positivo es aquel que se rodea de talentos superiores al suyo, y que a su vez es capaz de hacer brillar cada uno de ellos con sus propios valores.

Eso se puede considerar como un éxito verdadero que puede transformar el entorno laboral en un lugar donde todos quieren estar.

¡Que maravilloso sería poder contar con más empleados que no solo aman lo que han estudiado sino también su ambiente laboral! Para lograr esto necesitamos trabajar en nosotros mismos en lo personal y contar con más lideres que preguntan algo como: “¿cuál es la mejor forma de mejorar el bienestar de nuestros empleados?”

Darnos cuenta de las necesidades de nosotros mismos para convertirnos en lideres positivos, y también de las necesidades de nuestros empleados para promover su salud integral al máximo, crea un ambiente sano para trabajar donde pasamos la mayoría de nuestro tiempo. De otra manera, veo muy difícil evitar que los talentos busquen la manera de crecer en otra parte.

Esto se puede ilustrar con la siguiente historia que me compartió hace poco mi mejor amigo y que da mucho que pensar:

Si a una rana o un sapo le metes en una olla con agua fría, se siente a gusto. Pero cuando pones esa olla en la estufa y empieza a calentarse el agua, el sapo o la rana, en lugar de saltar para salvarse, solamente se va “adaptando” a la temperatura hasta que eventualmente muere.

Les invito a que no seamos un sapo o una rana que se adapta a un medio ambiente hostil, porque en consecuencia perderemos la salud física y mental.

De la misma manera considero imprescindible que como líderes nos demos la oportunidad de hacer crecer nuestro departamento o empresa priorizando el bienestar emocional de cada talento.

Sin bienestar, no actuamos desde nuestra esencia y mucho menos desde nuestro deseo profundo: amor y felicidad.