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Las 7 dimensiones indispensables para tener éxito al liderar personas

Así como la tabla periódica de los elementos es fundamental en la química, en el entorno laboral la Tabla Continua del Trabajo en Equipo es la columna vertebral para liderar.

Daniel Colombo 26 Abr 2024

En el mundo empresarial, el éxito de un proyecto depende directamente de la mentalidad de quienes lideran y dirigen, y de la sinergia y el desempeño de sus equipos de trabajo.

La ciencia del trabajo en equipo ha estudiado profundamente estas dinámicas, y se puede afirmar que existe un código específico que combina varios pilares que, si lo descifras, impulsa un desempeño altamente efectivo.

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Así como la tabla periódica de los elementos es fundamental en la química, coincidentemente también se trata de química y de alquimia para que todos trabajen con un objetivo en común, un propósito inspirador y resultados acordes as lo que espera la compañía.

¿De qué depende que las personas se automotiven y busquen cooperar entre sí? ¿Cómo lograr una comunicación efectiva que conecte a cada miembro? ¿Cuál es el impulso vital del equipo que logrará mejores resultados?

Estas respuestas las encontramos en el modelo de la Tabla Continua del Trabajo en Equipo, que he desarrollado en base en la experiencia con clientes de 18 países.

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Las dimensiones para tener éxito

Aquí, las 7 columnas vertebrales de este proceso, explicadas paso a paso para que puedas implementarlas.

1. Comunicación: Asertividad, escucha activa, claridad y feedback

La comunicación es el cimiento de cualquier equipo exitoso y en esta tabla periódica del trabajo en equipo he contemplado cuatro componentes esenciales: asertividad, escucha activa, claridad y retroalimentación.

No son elementos puestos al azar, sino comportamientos que necesitan ejercer día a día y practicar hasta que se integren naturalmente.

Un equipo que quiera superarse tiene que fomentar un ambiente donde las ideas y necesidades se expresen claramente y con respeto, se escuche de manera activa, y se hable con claridad para evitar malentendidos. La retroalimentación constructiva es crucial para la mejora continua y el ajuste de estrategias.

Para lograrlo, el rol de quienes lideran es fundamental, ya que estas actitudes se derraman hacia todos los niveles de la organización.

2. Colaboración: Sinergia, compromiso, responsabilidad e interdependencia

La colaboración efectiva se logra cuando se enfoca en la sinergia, compromiso, responsabilidad e interdependencia.

Equipos que trabajan hacia un objetivo común, entendiendo que el éxito individual está intrínsecamente ligado al grupal, logran resultados excepcionales. La clave está en la cooperación activa y la responsabilidad compartida.

La sinergia se logra encarando cada parte como un todo, y llevando la consciencia de equipo a un plano superior de interrelación, para que observen cómo cada quien produce un impacto significativo en el resultado final.

El compromiso y la responsabilidad (con su anglicismo Accountability, que tanto le encanta a los ejecutivos) se reflejan en cuánto están dispuestos a poner de su parte en el proceso de trabajar juntos y el hacerse cargo de sus roles en forma completa, mientras que la interdependencia les hace tomar consciencia de la necesidad de complementarse con las demás personas.

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3. Confianza: Autenticidad, transparencia y respeto

Según su etimología, confianza se compone de “con” que quiere decir junto o globalmente, más “fides”, que significa fe, seguido del sufijo “anza”, “lo que es”. Por lo que la confianza es tener fe en lo que estamos haciendo y logrando juntos.

Ya sabemos que sin confianza mutua, o en la empresa empleadora, los equipos se desmoronan. Por esto, el rol de quien lidera y de cada miembro, es trabajar este valor en base a relaciones de autenticidad, transparencia y respeto mutuo.

De esta forma, el espíritu del equipo se traducirá en un latir y convivir concordante, donde cada persona se sienta valorada, a partir de un entorno honesto y abierto; lo que llamamos habitualmente “seguridad psicológica” en los equipos.

De esta manera, estarán más dispuestos a tomar riesgos y ser innovadores, sabiendo que el tanto líderes como pares los respaldan.

4. Objetivos: Alineación, metas claras e indicadores

Un equipo sin una dirección clara es como un barco sin timón en medio de un huracán, con el vértigo y la adrenalina de no saber adónde se dirige. Cualquier parecido con este tiempo global tormentoso, frágil y cambiante no es mera coincidencia.

La alineación, metas claras e indicadores son herramientas que mantienen a todos en el mismo curso.

Para lograrlo, quienes lideran, junto al apoyo de cada integrante del equipo, se necesitan definir objetivos que sean comprensibles y compartidos, y el progreso sugiero que sea medible en forma muy tangible, para asegurar que el equipo se mantenga enfocado y motivado.

En la medición, muchas compañías consensuan con los equipos cuál sería la metodología más apropiada, ya que hay aspectos blandos que los sistemas tradicionales (como los KPI), se fijan puramente en datos y cifras.

El mundo cambió y los esquemas de calibración de resultados necesitan evolucionar.

5. Resolución de conflictos: Negociación efectiva, solución de problemas y metodologías nuevas

Los conflictos son inevitables, aunque un equipo eficaz sabe cómo manejarlos; por eso, en un team cohesionado el disenso es bienvenido, así como las opiniones distintas sin tener que generar bandos de enemigos -justo es reconocer que así se mueven muchos niveles de alta gerencia, donde las reuniones parecen un reto a duelo propio de películas del lejano oeste-.

La negociación efectiva, la solución de problemas y la adaptación a nuevas metodologías son esenciales para superar desafíos y convertirlos en oportunidades de crecimiento.

El mundo actual pasó del “Win-Win” (postulado en el tradicional método de negociación de Harvard) al “Win-Win-Win”, es decir, incorporar el tercer factor, versus los dos tradicionales, para medir el impacto en todos quienes pueden estar en danza en cualquier cosa que se aborde.

Por ejemplo, dos empresas pueden negociar algo específico, bajo el tradicional modelo de Ganar-Ganar.

Sin embargo, también pueden contemplar el impacto en la comunidad en la que funcionan, incorporándolos de la mejor forma en la negociación para lograr objetivos que satisfagan lo máximo posible los intereses de todas las partes (Ganar-Ganar-Ganar).

Este último modelo fue propuesto en 2020 por John Mackey, CEO de la empresa sustentable Whole Foods, y lo resume en la frase “Bien por ti. Bueno para mí. Bueno para todos nosotros”

Por otro lado, en términos de competencias laborales, la negociación y la mentalidad en solucionar problemas son de las más requeridas en cualquier puesto e industria.

Esto tiene su lógica, ya que el mundo actual es no lineal, caótico y complejo, y permanentemente se requiere de estas capacidades para poder avanzar. Por ejemplo, los negocios no salen ahora “como por un tubo”, como lo hacían hace tres décadas, sino que todo tiene una vuelta, una complejidad o bucle adicional.

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6. Liderazgo y desarrollo: Liderazgo compartido, empoderamiento, capacitación y desarrollo continuo

El liderazgo compartido y el empoderamiento permiten que los equipos se adapten a diversos contextos y fomenten el crecimiento y desarrollo continuo de sus miembros. Invertir en el desarrollo de habilidades es una inversión de rendimiento en el mediano y largo plazo.

Para bajar la ansiedad de líderes y directivos tan afectos a temer a la palabra “compartir” su rol o su metro cuadrado de poder, el liderazgo compartido se refiere a que se estructurará el trabajo en equipo con emancipación de las personas mediante marcos de decisión más amplios que los tradicionales, bajo una supervisión prudente, más no el micro-management.

Respecto al empoderamiento, cualquier líder que se precie de tal, necesita valorar y centrar sus esfuerzos en el desarrollo del potencial de cada miembro del team.

Y esto se logra con capacitaciones diferentes a las tradicionales, más volcadas a las experiencias que al estudio en sí, y al desarrollo continuo de las habilidades clave que va a necesitar la empresa mirando de aquí a cinco años, por lo menos.

7. Innovación, creatividad e innovación

La innovación es lo que distingue a un equipo bueno de uno excepcional. Se puede comenzar por fomentar la creatividad como práctica permanente, y la consciencia del “Beta continuo”, como se le llama en el entorno actual.

Es decir, sostener un enfoque no sólo es la mejora continua, sino saber que todo tiene su versión pasible de ser mejorada como práctica habitual en la organización.

La reflexión es:

“Esto está excelente: ¿Cómo podemos hacerlo aún mejor?”

Por eso, implementar soluciones innovadoras y estar dispuestos a la disrupción son actitudes que permiten a los equipos no solo adaptarse, sino liderar el cambio en sus industrias desde los roles que ocupa cada persona.

Como managers de equipos que pretenden ser de alto rendimiento, es fundamental que el enfoque contemple salir de lo habitual, sin perder de vista lo que nos funciona, e incorporar todo aquello que sea distinto, que abra nuevas categorías de cada mercado, y que permita a las personas explorar su mejor saber ser y hacer en nuevos dominios puestos al servicio del trabajo.

El resultado será realmente impactante, porque cuando sueltas la cuerda del control, las personas se sienten más confiadas en poder explorar alternativas y desarrollarlas.

Como hemos revisado, la ciencia del trabajo en equipo va mucho más allá de la simple colaboración o de juntar a la gente y decirles qué hay que hacer: eso es formar grupos.

Tener equipos consolidados es algo muy diferente: es un arte que requiere comprensión, dedicación y estrategia.

Esta Tabla Continua del Trabajo en Equipo que he creado ofrece una hoja de ruta para cualquier empresa que aspire a la grandeza de resultados y, especialmente, en su personal.

Si aplicas estos principios no solo mejorará el desempeño de tu equipo, sino que también transformará tu organización, preparándola para un futuro innovador y lleno de talento.

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