Cuando las empresas deciden invertir en capacitar a sus colaboradores, no sólo les dan nuevos conocimientos técnicos, también les brindan confianza, autonomía y eficacia.
Quienes hacemos negocios, emprendemos y formamos equipos de trabajo seguimos adaptándonos ante los aprendizajes que nos ha dejado la pandemia; por ejemplo, en el gerenciamiento del talento humano todavía hay asuntos que siguen desatendidos y que, incluso, debieron haberse abordado antes del coronavirus.
Un ejemplo de ello es la necesidad de continuar impulsando el desarrollo del talento a partir de la capacitación.
El estudio ‘Adaptabilidad laboral post-pandemia en México’, elaborado este año por OCCMundial, evidenció que la mayor parte de los encuestados se encuentra en búsqueda de nuevas motivaciones en el campo laboral, y que su estado de ánimo mejora cuando existe la posibilidad de crecer en la empresa en la que trabajan.
La capacitación empresarial o corporativa es una de las herramientas con las que cuentan los empresarios para impulsar el desarrollo profesional de sus colaboradores.
Al ponerla en práctica, se deben analizar las particularidades y necesidades del área o grupo en la que vaya a ser aplicada con el fin de elegir el enfoque idóneo, que puede ir desde formación técnica hasta la capacitación en soft skills o habilidades blandas.
En Slang, por ejemplo, creemos que, mediante cursos, talleres, conferencias, congresos o diplomados que permitan contribuir al conocimiento individual, se puede mejorar de forma significativa el ambiente organizacional de una compañía.
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Además, hemos sido testigos de que, a través de los mismos, los colaboradores se vuelven más autónomos en la toma de decisiones, más productivos y con mayor agilidad en la ejecución de sus tareas diarias.
Asimismo, no debemos dejar de mencionar que una empresa que invierte en capacitación es también una compañía que adquiere credibilidad, ya que contar con una cultura organizacional que busca optimizar el aprendizaje e invertir en el conocimiento de sus colaboradores, impulsa la innovación, fomenta el compromiso y mejora la calidad de los servicios, así como el capital intelectual.
Aunque el diseño de todas las partes de un programa de capacitación empresarial, que incluye la identificación de necesidades, la búsqueda del perfil adecuado para la implementación, y el mecanismo de retroalimentación, puede suponer un gran esfuerzo para los gerentes y los empleados, la inversión en este proceso es necesaria para el crecimiento óptimo de las empresas.
Esto, debido a que no únicamente termina por retribuir de manera positiva al valor de nuestras empresas, sino que también genera mayor retención de talento, así como una base de empleados motivados, productivos y con mayor oportunidad de crecimiento.
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