A lo largo de 13 años, Don Armando ha ayudado a cerca de 36 mil migrantes a transitar por el territorio nacional hacia Estados Unidos. Muchos de ellos eran niños que pudieron morir de hambre en sus países de origen y que salieron en búsqueda del sueño americano.
El albergue de migrantes “Hermanos del Camino” brinda asilo a cerca de 70 migrantes en Metepec, Estado de México. Sin embargo, estas personas que atravesaron la selva y se subieron a “La Bestia” para cumplir el sueño americano apenas y se alimentan.
En México el alimento nunca es seguro, así lo expresa Armando Vilchis Vargas, director y fundador de este centro de ayuda.
“Es frustrante. Es frustrante ver a los gobiernos pasar y saber cómo llegan las preseas pero al mismo tiempo no tener suficiente arroz, frijoles, azúcar o aceite para alimentar a niños y adultos”.
Armando Vilchis, a quien de cariño le dicen Don Armando, tiene 69 años. Su barba blanca y arrugas son testigos de cómo, a través de los 13 años de existencia de su albergue, ha ayudado a 36 mil personas. Para sostener su sueño, este hombre arregla distintos automóviles en su taller ubicado en Ignacio Comonfort número 13, en la Colonia Pilares.
El hospitalito, un lugar donde se sana el cuerpo y el corazón
En palabras del mecánico, basta con que arregle dos autos al día para poder proveerles a las personas originarias de otros países ayuda. Pero su lucha no termina ahí, generalmente tiene que comunicarse con distintas instituciones gubernamentales para brindar acceso a servicios de salud a estas personas.
“Ahorita estoy checando que atiendan a un migrante de Guatemala que pertenece a la comunidad LGBTIQ+. Llamo a la Comisión de Derechos Humanos y ellos no hacen nada”, lamenta.
Sentado en su escritorio y rodeado de piezas mecánicas, Don Armando recuerda su vida pasada, una en la que solía arreglar los autos que competían en las pistas de carreras más importantes del mundo. Él mismo recuerda cómo conoció y viajó con las integrantes del grupo Pandora y con Emilio Azcarraga, dueño de Televisa, y le sobraba el dinero.
Esta vida era cómoda, recuerda, pero también vacía. Ayudar a los migrantes llena el corazón de Don Armando, a pesar de que es una labor agridulce. En parte por la falta de apoyo gubernamental y por la serie de historias que ha atestiguado.
“Llegó una niña cubana, ella no podía digerir alimentos porque su estómago no funcionaba. No estaba acostumbrada a comer. Ese tipo de historia te hacen entender el precio que tiene el comunismo”.
A pesar de estar llena de herramientas y de partes de autos, que son el presente de Don Armando, la pared derecha de la oficina del fundador del albergue “Hermanos del Camino” le deja ver al mundo algo de su pasado. Ahí se agrupa un grupo de fotografías en las que se pueden ver autos de carreras llenos con publicidad de las marcas exclusivas.
Un Armando Vilchis con barba oscura, alto y fuerte se asoma en algunas de esas imágenes, siempre con gorra, el mecánico lucía orgulloso. En ese entonces, solía ganar cantidades generosas de dinero, pero todo eso cambió 20 años atrás cuando viajaba por las carreteras de Oaxaca y encontró a un grupo de migrantes.
“Eran más de mil personas y todos ellos tenían hambre. En ese momento tomé mi camioneta y me fui a comprar cosas para hacer sándwiches; mezclé atún, mayonesa, sardina y otros ingredientes y se los llevé a esas personas, estaban desesperadas”.
Fue a partir de ese momento que la vida del hombre cambió por completo. Dejó el glamour, una vida llena de comunidad y las amistades con las celebridades. Se comprometió tanto con la causa que solía llevar más de 3 toneladas de comida y ropa para ayudar a las personas que, en busca de mejores oportunidades de vida, abandonaron su país.
Fue siete años después de este primer acercamiento que el albergue “Hermanos del Camino” comenzó a ayudar. Metepec fue el lugar elegido porque es el paso obligado de “La Bestia” y porque decenas de migrantes deciden quedarse bajo los puentes para pasar sus noches y madrugadas, que en invierno alcanzan temperaturas bajo cero.
“Veía la necesidad de los migrantes que se quedaban abajo del puente de aquí de Pilares. Recuerdo que primero decidí ayudar a dos chicas adolescentes, las llevé a quedarse en una combi, ellas tenían miedo, pero sé que ahora ellas están en Estados Unidos y ya tienen una vida allá”, indicó.
2023 fue un año marcado por la causa migrante. En marzo, un incendio devastó el Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos. Al menos 40 personas fallecieron ese lunes por la noche, según el Instituto Nacional de Migración (INM). Sin embargo, aquella fue una de las muchas tragedias que vive esta comunidad en territorio nacional.
De acuerdo con Migration Portal Data, desde 2014 se han registrado en el continente americano más de 8 mil 400 muertes o desapariciones de personas en sus rutas migratorias. Más de la mitad de estas muertes se documentaron en la frontera entre México y los Estados Unidos de América. Esta es considerada la frontera terrestre más mortífera del mundo.
“Para llegar a Estados Unidos los migrantes de Sudamérica tienen que atravesar la Selva del Darién que es muy peligrosa porque está llena de jaguares, serpientes y muchos se pierden. Bueno, ellos dicen que México es peor”.
México es un territorio cruel para los migrantes. De acuerdo con la Unidad de Política Migratoria, los crímenes que más se perpetraron en contra de este grupo durante 2022 fueron: tráfico ilícito de personas, robo, extorsión, trata de personas y tentativa de homicidio.
De acuerdo con Human Rights First, los secuestros selectivos y la violencia contra solicitantes de asilo y migrantes en México aumentaron entre un 45 a 50 por ciento en algunas áreas durante 2023.
Estas son las razones por las que la labor de Don Armando es crucial para la supervivencia de los migrantes. Sin él, miles de personas pudieron haber muerto en su transitar hacia la frontera norte. Así es como “Hermanos del camino”, con sus instalaciones modestas y techo de lámina es reconocido como un oasis para muchas personas que pueden descansar, dormir, comer o darse una ducha.
Sin embargo, el fundador del albergue denuncia el abandono de las autoridades a quienes no les interesa el bienestar de los migrantes y los gastos corrientes del lugar (mensualmente se pagan casi 3 mil pesos por el consumo de electricidad).
“Después de tantos años de trabajo no puedo entender cómo es que el gobierno te pone el pie”, exclama el líder.
Trabaja en Estados Unidos; así puedes validar tu título universitario
Don Armando ríe al recordar las pequeñas batallas que ha ganado a lo largo de su vida. Por ejemplo, recuerda cuando en una toma de protesta tomó las instalaciones de una oficina de migración en Ciudad de México. Gracias a esto, 280 migrantes fueron regularizados.
Según el hombre de más de 60 años le llegan cientos de mensajes a sus cuentas de redes sociales. Los migrantes son muy agradecidos, ellos recuerdan a quienes los ayudaron en su travesía.
Este tipo de memorias hacen que valga la pena las luchas diarias que tiene en contra de las autoridades para que atiendan las necesidades de las personas a quienes él representa y que se pueden recargar en este líder para descansar un rato.