El desafío de liderar en momentos de crisis
Cuando los restos nocivos del año 2020 se hayan asentado por completo, ¿qué empresas podrán considerarse exitosas? He aquí la respuesta.
Por Paul Michelman
Una línea de pensamiento popular dice que aquellas organizaciones con una cultura corporativa resiliente, serán las que alcanzarán el éxito; es decir, las compañías que fueron capaces de adaptarse en poco tiempo a las nuevas condiciones del trabajo a distancia, que demostraron un carácter de liderazgo fuerte, y que cuyo personal tuvo un grado de compromiso suficiente para sortear las tormentas implacables de la pandemia y las revueltas sociales. Esa idea me parece un poco exagerada.
No es razonable suponer que el impacto de cualquier conjunto de características organizacionales, sin importar cuán fuertes sean, se sentirá casi tan rápida o profundamente como las consecuencias de una economía alterada. No importa si los equipos tenían una buena coordinación o un fuerte compromiso, las empresas de innumerables industrias han quedado desgastadas. Entonces, ¿fue un fuerte carácter o una cultura súper ágil lo que elevó el uso de Zoom, Microsoft Teams e Instacart hasta el techo? ¿O simplemente fue una oportunidad de oro? Si estabas en la línea de negocio correcta, tuviste altas probabilidades de salir bien de 2020; pero si estabas en la línea equivocada, no tantas.
Desde el punto de vista financiero, ganar o perder en 2020 tiene que ver con lo que sucedió a nuestras empresas y no tanto con nuestra reacción al problema. No encausamos el año que pasó, nos aferramos a la vida.
Por supuesto, hay razones para creer que este periodo de conmoción disminuirá lentamente a medida que nos adentramos en 2021. Con las vacunas circulando poco a poco, empezamos a permitirnos, por lo menos,imaginar que damos pasos dubitativos hacia la reactivación social. A partir de esta transición, las dinámicas de competencia y de trabajo seguirán evolucionando; éstas no volverán a ser lo que antes conocimos, ni serán impulsadas por una despiadada emergencia sanitaria. Más bien, estarán definidas por un estado de incertidumbre y malestar; incluso si pensamos que esta crisis se terminó, la crisis seguramente no ha terminado con nosotros. La crisis es nuestra nueva compañera. ¿La llamamos “gestión de crisis”? Dejémoslo en gestión a secas.
Piensa en cómo nos recibió el Año Nuevo. Nos dirigimos a un mundo que aún lucha contra una pandemia, aunque quizás en sus etapas finales. Seguirán existiendo divisiones sociales y políticas peligrosamente amplias, con una desigualdad económica global cada vez más marcada por los rápidos avances tecnológicos. Habrá daños en la confianza de cualquier institución que se te ocurra. ¡Ah, sí! También nos quedarán menos de 10 años para salvar al planeta de un colapso ambiental.
Para los más optimistas (y lo creas o no, me cuento entre los que ven el vaso medio lleno), está claro que los retos que enfrentan las organizaciones serán más grandes, más profundos, menos predecibles y menos controlables que nunca. Los objetivos de cada líder deben incluir prestar atención a las amenazas contra el bienestar social.
Bajo estas nuevas condiciones, los fenómenos organizacionales a los que algunos atribuyen su éxito durante la crisis de COVID-19 podrían convertirse en diferenciadores. Vamos a dirigir nuestras empresas a través de lo desconocido y rumbo a lo desconocido. A veces, sentirás que todo lo que queda es la confianza en nuestra gente y su confianza en nosotros. Entonces, ¿qué pasa con esas cualidades que no me parecieron esenciales para valorar el éxito en 2020? Serán cruciales en el 2021 y durante muchos años más.
La resiliencia, el carácter y el compromiso serán más importantes que nunca. Y deberíamos agregar valor, inteligencia, cariño, compromiso con la justicia social y entusiasmo por el compromiso ante la incertidumbre. Luego, amigos míos, habremos progresado.
El liderazgo hacia esta dirección no es para los sumisos, pero tampoco para los arrogantes, los necios o los ciegos moralistas. Necesitamos a los valientes, pero también a los modestos, los curiosos y los responsables. Somos partes interesadas no sólo en nuestras propias empresas, sino en la salud, la felicidad y la prosperidad de todo el mundo y de quienes lo habitan. En un mundo marcado por la disrupción y las amenazas, el liderazgo nunca será más difícil ni más importante. Espero que acepten el reto.
Acerca del autor
Paul Michelman (@pmichelman) es jefe editorial de MIT Sloan Management Review.
Artículo traducido por Elvira Rosales Abundiz, a partir de: https://sloanreview.mit.edu/article/leading-with-crisis-as-your-copilot/?og=Home+Editors+Picks