onfiar en alguien implica conocer bien a esta persona y saber que lo que le vamos a comunicar no nos perjudicará, pero para llegar a conocer a alguien, necesitamos tomarnos el tiempo suficiente para convivir con esa persona.
Últimamente me llama mucha la atención la manera en que nos comunicamos con los demás, y lo considero un área de oportunidad de gran importancia.
Esto, no solo con la finalidad de poder comunicarnos de manera asertiva, sino sobre todo para entendernos a nosotros mismos desde el interior, es decir, para poder hacer una introspección necesaria e imprescindible.
No sé si lo sabían, pero el prefijo “in/im” viene de latín y significa “en” o “dentro de”, y también “de valor negativo o privativo” (Real academia española). Y es muy curioso que, dependiendo del contexto o palabra este prefijo puede connotar algo positivo o negativo en nuestra mente.
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No obstante, ¿Cuántas de las palabras que usamos frecuentemente comienzan con el prefijo “in” y están combinadas con el verbo “estar o sentir” y tienen independientemente del contexto un significado negativo?
Por ejemplo, cuando decimos o pensamos “me siento inseguro”, “estoy/me siento infeliz”, “estoy/me siento insatisfecho”, y “estoy/me siento inquieto” entre otras. Y el problema no radica en que la combinación en si sea negativa, sino que su uso a diario en contextos personales y profesionales puede poner en peligro nuestra salud mental.
Actualmente muchas personas, ya sean amigos o colegas, se están programando a vivir una catarsis negativa, o lo que comúnmente se conoce como “estallar y desahogarse”. Y así, más frecuentemente los encuentros o convivios, supuestamente destinados a un sano esparcimiento y diversión, se han convertido en espacios de desahogo que incluyen muchas quejas. ¿Se han percatado de ello?
Ahora bien, no estoy diciendo que uno no necesite desahogarse. TODOS sin excepción necesitamos desahogarnos, necesitamos una liberación emocional y en la actualidad es muy importante darnos este lujo, y digo “lujo” porque para poder hacerlo necesitamos contar con otras personas en las que podamos confiar.
Sin embargo, confiar en alguien implica conocer bien a esta persona y saber que lo que le vamos a comunicar no nos perjudicará, pero para llegar a conocer a alguien, necesitamos tomarnos el tiempo suficiente para convivir con esa persona.
Pero si trabajamos entre 8-10 horas diarias y después nos apresuramos a cumplir con nuestras responsabilidades y deberes personales, entonces me pregunto ¿cómo vamos a trabajar en nuestras relaciones de confianza y en la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos si no contamos con el tiempo suficiente durante y fuera del trabajo para hacerlo?
Como resultado, ni conocidos, ni amigos y mucho menos mis pacientes suelen contar siempre con esa persona de confianza en sus vidas en quién confiar para poder desahogarse.
Siento que esto es sumamente triste, ya que nos vuelve emocionalmente disfuncionales y siendo así, nos sumerge en un mundo interno donde las palabras negativas resuenan en nuestra mente cuando estamos solos, en momentos de silencio, ya sea durante el día, antes de dormir e incluso en momentos de esparcimiento al identificamos con personajes de películas o libros.
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El eco interior comienza con un “estoy/me siento” y continua con el prefijo “in” llevándonos de cierta manera hacia una sensación de “in-felicidad”. Dentro de nosotros no nos sentimos bien y, debido a la falta de esta persona valiosa en nuestras vidas, a veces emitimos un grito muy fuerte e in-esperado. Pero, en realidad, nadie nos está gritando, nosotros mismos nos estamos gritando desde el interior. Y me pregunto, ¿cuántas personas prestan atención a estos gritos? Yo se los puedo decir: No muchos.
Y tú, ¿pones atención a esa voz interior? La mayoría de las veces preferimos distraernos u optamos por quedarnos dormidos/adormecidos, antes que escuchar, pero culpamos a los demás por no recibir apoyo. Y es así como nos retiramos de la vida y nos escondemos detrás de lo que nos impide enfrentar nuestra soledad y vulnerabilidad.
Una vez uno de mis pacientes me compartió lo siguiente:
“Durante el día trabajo y me siento satisfecho. Realizo proyectos maravillosos que inspiran a mucha gente. Cuando salgo de mi trabajo, me siento sumamente contento. Pero cuando llegó a casa y mis hijos se van a dormir, y mi esposa se sienta a mi lado, en ese mismo momento, cuando yo debería estar aún más feliz y contento, viendo algo que me gusta con la persona a quien más amo en este mundo… justo en ese momento, empiezo a escuchar en mi mente frases que comienzan con “PERO”, seguidas de la palabra “estár/sentir” y un adjetivo negativo. Y de pronto, ya no me siento in-creible, in-quebrantable, in-valuable sino simplemente in-feliz”.
Esta historia que acabo de compartir con ustedes es más común de lo que pensamos, sobre todo con las personas muy exitosas después de haberse retirado de su trabajo para descansar, ya sea para empezar al día siguiente una rutina similar, o para disfrutar de su jubilación muy merecida.
Es muy necesario escuchar nuestra voz interior. Tomarnos tiempo durante el día, incluyendo durante el trabajo, que es donde pasamos la mayor parte de nuestra vida, para reconectarnos con nosotros mismos y con los demás, y así disfrutar plenamente de las reuniones a las que asistimos, las que dirigimos y los eventos que organizamos.
Este tiempo invertido no será “tiempo perdido”. De hecho, es una necesidad humana nutrir nuestro “interior” con energía positiva. Solo que nos damos cuenta de esta necesidad hasta que hemos llegado al tope y estamos a punto de explotar, o peor aún, después de haber explotado.
En esta vida, donde somos los empresarios más importantes de nuestra propia vida, no podemos ignorar estos llamados/gritos interiores y permitirnos que nuestra energía vital se acabe tan pronto para darle una bienvenida amarga e inesperada a las enfermedades que se crearon en nuestro metabolismo a raíz de este agotamiento.
¿Se puede llenar el vacío interior?
Quejarnos de lo que no tenemos no nos proporciona una visión clara de lo que deseamos, ni en lo personal, ni en lo profesional. Quejarnos, aunque pueda parecer un desahogo, con la persona equivocada puede perjudicarnos, ya que sus percepciones sobre lo que compartimos siempre estarán sesgadas de manera subjetiva.
Pero, sin duda, si aprendemos a prestar atención a nuestros llamados/gritos internos, si podemos empezar a crear un nuevo camino donde cada uno de estos gritos no solo van a ser un desahogo vago, sino, sobre todo, una ruta bien definida, llegaremos a un mejor bienestar emocional.
Además, para mejorar aún más nuestra salud mental, es crucial tomarnos también suficientemente tiempo para interactuar con los demás de manera saludable, y no solo enfocándonos en quejas.
Es mejor quejarnos de no atender a nuestras necesidades, que quejarnos de tener que satisfacer las necesidades de los demás, o de no sentirnos suficientemente satisfechos por falta de algo o alguien.
En este punto es importante acordarnos que prestando atención diaria a nosotros mismos y nuestras necesidades, estaremos más conscientes de nuestras fortalezas para poder abrazar nuestras áreas de oportunidad, tal vez incluso nuestras vulnerabilidades.
Deseo que en estas vacaciones de verano podamos cumplir con este propósito y marcar un nuevo comienzo para disfrutar de manera diferente el laborar cada día, estemos en el trabajo que estemos, y también sin importar con quien queremos y tenemos que compartir nuestra vida laboral y privada. ¡Les deseo a todos muy felices vacaciones!
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