Ante problemas de inseguridad, corrupción e ilegalidad no siempre es fácil imaginar una solución. Muy seguido nos preguntamos «Bueno, pero y yo, ¿qué puedo hacer?». La respuesta es sencilla (aunque no fácil); participar en los esfuerzos de integridad de mi comunidad inmediata, en este caso, de mi empresa.
«Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera»
Pablo Neruda
La semana pasada, con capa caída, escribí que el país está en llamas. Hoy —ya con más esperanza— quiero contarles que cada una de nosotras puede hacer algo al respecto, pero necesitamos apalancarnos de nuestro tejido comunitario.
Hace poco me ofrecieron entrarle a una corruptela: 50 mil pesos mensuales a cambio de decir mentiras y falsificar facturas; ¡negociazo, ¿no?! Cuando iba a denunciar me escribieron: «Me vas a meter en un #@%&! […] a mí y creo que no se vale».
Con todo y todo denuncié y lamentablemente se me rompió una amistad (que tal vez nunca fue auténtica). La causa fue una tontería perpetuada en patios de escuela de todo el país: «solo los maricas rajan». Es una de nuestras contradicciones y esquizofrenias (y homofobias) más chillantes y estridentes. Todas sabemos que robar, mentir, sobornar, hacer trampa, defraudar y engañar están mal, pero cuando alguien nos descubre en esas andanzas, más le vale no acusarnos porque, claro; ser malo es malo, pero acusar es peor.
Entender este fenómeno no es difícil; en sociedades donde el Estado —gobierno, leyes, instituciones y orden— nos «queda lejos», nos refugiamos en nuestra comunidad, que nos quedan más cerquita.
Por eso, un «no seas gacho; échame la mano» es infinitamente más potente que un:
«Toda persona a quien le conste que se ha cometido un hecho probablemente constitutivo de un delito está obligada a denunciarlo ante el Ministerio Público».
Es preferible quedarle bien a mi familia y amigos (cerca) que quedarle bien a una cosa amorfa como «la sociedad» o «el Estado». Bueno, pues aunque no lo parezca, ese sentido de pertenencia comunitaria es nuestra luz al final del túnel, solo hay que canalizarlo bien.
La justicia podrá llegar tarde, pero al menos llega… en parte
En los círculos más sofisticados de política criminal (lo que los gobiernos hacen o dejan de hacer para resolver la delincuencia) hay una tendencia fuerte de responsabilizar legalmente a empresas y no solo a sus empleados.
Esto no es nuevo; en Roma antigua y en Inglaterra de la edad media si una persona cometía un delito, se podía sancionar a toda la familia, casa o comuna.
Lo nuevo es la forma en que lo hacemos; hoy las empresas dan un giro positivo a esta idea; hacen que su equipo se «adueñe» de sus sistemas de integridad (Compliance) buscando que cada persona cuide al grupo al responsabilizarse de su propia integridad. Al principio, claro, nos llenan de códigos de ética largos y capacitaciones aburridísimas, pero poco a poco esto permea y nos vamos convenciendo.
Aquí entra lo de «canalizar» nuestro sentido comunitario. Si traemos la pertenencia en el ADN, es fácil construir sobre ella modificando la forma en que enmarcamos las ideas. Por ejemplo:
- «Mi trabajo es sagrado» puede convertirse en «mi trabajo es sagrado… y no voy a permitir que nadie lo ponga en riesgo».
- «Mis compañeras de trabajo son mi gente/comunidad» puede convertirse en «Mis compañeras de trabajo son mi gente/comunidad… y las cuido como ellas me cuidan».
Este tipo de cambios pequeños pueden resultar en, por ejemplo, un aumento en denuncias de robo hormiga porque denunciar ya no es para «seguir las reglas»; es para «proteger mi trabajo y comunidad». Curioso como en 4 párrafos podemos convertir algo que era «de maricas» en un acto de valentía, ¿no?
¿Ven a qué me refiero? Ésa es la forma de hacer algo; haciéndome dueña de la integridad de mi comunidad o mi empresa; varias comunidades hacen sociedad.
REFERENCIAS (3)
1. Código Nacional de Procedimientos Penales, artículo 222
2. Principio Societas delinquere et puniri potest.
3. Figura del Frankpledge.
Lavar dinero con una fundación
Te recomendamos
Síguenos en Google News
Michel Levien
Director de Streiner, Buró anticorrupción Experto en anticorrupción, antilavado y cumplimiento normativo con experiencia en diversos sectores, es especialista en investigaciones corporativas internacionales y behavioral compliance, el único en México avalado por la International Anti-Corruption Academy. Es director en el Buró Anticorrupción, Streiner; en Diáfano, Laboratorio Latinoamericano Anticorrupción; y en Pares México, además de ser miembro de comités anticorrupción en la Barra Internacional de Abogados, ANADE y COPARMEX.y recibe contenido exclusivo
