Lo que necesitamos es un Bumble para startups
El capital ángel es un eslabón importantísimo en cualquier ecosistema emprendedor, y llena el espacio que existe entre las inversiones de familiares y amigos.
Una de las maravillas del ecosistema de emprendimiento de Estados Unidos es la enorme cantidad de inversionistas ángeles que hay por todos lados.
Según un estudio del Center for Venture Research, en 2021 más de 360 mil inversionistas ángeles hicieron por lo menos una inversión, un incremento de 9 por ciento sobre el año anterior. Entre todos, ese año invirtieron casi 30 mil millones de dólares en 69 mil emprendimientos.
Confiar en tus clientes como estrategia de venta
Antes de seguir con mi idea, me voy a regresar un poco, para que estemos en el mismo canal:
Un inversionista ángel es una persona que invierte su propio dinero en un emprendimiento—una empresa emergente o startup con alto potencial de crecimiento—a cambio de acciones o un porcentaje de las ganancias.
Los inversionistas ángeles suelen ser emprendedores exitosos o personas con experiencia en el mundo de los negocios que buscan apoyar a otros emprendedores y startups. Además de aportar capital, también pueden brindar asesoría y contactos valiosos para el crecimiento de la empresa.
A diferencia de un inversionista que invierte capital de terceros en un fondo de venture capital, el ángel tiene mucha flexibilidad en la toma de decisiones, y puede invertir en lo que se le pegue la gana, aunque sea en una empresa que apenas está siendo creada, y puede mantener su inversión por más tiempo. Lo que no tiene, generalmente, es la cantidad de dinero que tiene un fondo, y eso lo limita a inversiones más pequeñas y más riesgosas.
¿Ya? Ok, sigo.
El capital ángel es un eslabón importantísimo en cualquier ecosistema emprendedor, y llena el espacio que existe entre las inversiones de familiares y amigos, que es usualmente la primera que consigue un emprendedor, cuando le ruega dinero a su abuelita y a su tío rico, y los fondos de VC, que lo sostienen durante su crecimiento mientras persigue portadas de revistas. Sin los ángeles, decenas de miles de empresas no podrían sobrevivir más allá del primer año.
En Estados Unidos, cualquier idea semi-decente y todo egresado de una aceleradora reconocida puede levantar cientos de miles de dólares, o hasta un par de millones, de los ángeles de su ciudad o de los grupos de ángeles que están en Internet.
Es muy fácil encontrarlos. Una búsqueda de 2 minutos te trae nombre, teléfono, correo, y dirección de cientos de inversionistas que se mueren de ganas de conocerte. ¡Y en serio sí se mueren de ganas de conocerte!
En América Latina es…otra historia.
Primero, no tenemos tantos inversionistas ángeles. La tradición de emprendimiento es mucho más joven, y aún no tenemos un gran número de éxitos financieros que hayan generado fundadores con exceso de capital.
Tampoco tenemos un apetito de riesgo tan valiente como el de los gringos, por todo tipo de razones históricas. Finalmente, nuestra sociedad no tiene el nivel de ingreso per capita que la de ellos. O sea, simplemente hay menos dinero en la calle.
Segundo, los pocos ángeles que sí hay—porque vaya que hay gente con plata—son inmensamente cuidadosos con su perfil público.
No necesitas ser un experto en seguridad para saber lo que te puede pasar si andas por la vida latinoamericana proclamando que tienes un millón de dólares en efectivo para invertir en emprendedores.
El resultado es que los ángeles de aquí son difíciles de encontrar. Casi casi tienes que conocerlos desde la preparatoria para saber quiénes son y en qué invierten (y eso abre otro tema: la ventaja que tienen los emprendedores de estamentos más altos, pero ya hablaremos de eso otro día con más calmita).
Y sí, con suficiente esfuerzo, y preguntando e indagando, puedes llegar a conocerlos y presentarles tu empresa, pero es un proceso desesperantemente ineficiente.
Sería mucho mejor una plataforma como Bumble.
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Vamos a ponerle un nombre hipster, para que tenga buen SEO. Algo así como La Vinculadora. Lo describimos como una plataforma con dos participantes:
De un lado ponemos a los inversionistas ángeles. Debidamente identificados y verificados para que no se nos cuele dinero del crimen organizado, su perfil se presenta como anónimo de inicio para preservar su identidad.
Del otro, ponemos a los emprendimientos que buscan inversión. También tienen que ser investigados y verificados, para asegurar que sí son empresas y emprendedores reales, para que el crimen organizado no use la plataforma para identificar a su siguiente víctima de secuestro.
Una vez que el inversionista revisa los emprendimientos y elige los que le interesan, La Vinculadora organiza una llamada introductoria, todavía anónima, para que las partes se conozcan, y decidan si quieren continuar con el proceso.
Si sí estan interesados, les mandamos un convenio de confidencialidad y, una vez firmado y notarizado, los presentamos. Si hacen bien las cosas, en menos de un mes ya está cerrado el trato, y La Vinculadora se lleva 1 por ciento de la inversión para cubrir sus gastos.
¿Te imaginas tener acceso a cientos o miles de inversionistas, o a cientos o miles de oportunidades de inversión? ¿Te imaginas poder detonar el crecimiento del ecosistema emprendedor de esa manera?
¿Por qué no lo hacemos?