¿Qué tiene que ver la nostalgia con tu capacidad para lograr tus objetivos? ¿Cómo influyen tus recuerdos y añoranzas en tu habilidad de transformarte y transformar tu entorno? Acá te cuento.
No me pude aguantar y me solté a carcajadas. Me burlé de mí mismo esa tarde, cuando limpiaba mi departamento de objetos viejos y recuerdos de vidas pasadas.
Me topé con un pequeño cuaderno que había usado antes para apuntar pensamientos o emociones que me cruzaban por la mente o el corazón.
MIT SMR México se financia mediante anuncios y sociosLo abrí al azar y me encontré a un hombre de 33 años –mi “yo” de entonces– que escribía como si estuviera desahuciado.
En realidad, solo tenía un problema: una enorme y terrible nostalgia por un amor que ya no estaba. Y aquel hombre –que era yo– se regodeaba en ese sentimiento de melancolía y no salía de ahí en meses.
“¡Qué güeva!”, dijo entonces el “yo” de 41 años al leer aquellas letras. Y entonces me di cuenta de que tuvieron que pasar más de 40 años de mi vida para que lo entendiera: la nostalgia es muy mala consejera.
¿Por qué? Porque te ancla al pasado, te hace añorar momentos y personas que ya no están en tu vida, no te deja ver lo que sí hay y, lo peor de todo, te ciega para ver lo que puedes construir.
Mira que te lo cuenta un “experto” nostálgico y melancólico, pues por décadas me fascinó esa mezcla de alegría-tristeza que produce la nostalgia, y que es una emoción ideal para escribir poesía o novela.
Pero la nostalgia no ayuda mucho a construir realidades tangibles ni a sacar adelante a una familia. Cuando tienes una esposa y un hijo, lo que cuenta es qué harás –y cómo– para que no les falte nada nunca.
Saborea la nostalgia con medida y en muy pequeñas dosis o corres el riesgo de meterte en un loop que te llevará a un abismo del que luego será muy difícil escapar.
Lo digo por experiencia y porque a los largo de las cientos de entrevistas que le he hecho a mujeres y hombres que destacan en lo que hacen noté que ninguna de ellas portaba un costal pesado de añoranzas: viajaban ligeros.
Ya lo dijo el filósofo Søren Kierkegaard:
“La vida solo puede ser entendida mirando hacia atrás, pero solo puede ser vivida mirando hacia adelante”.
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Te mentiría si te digo que nunca siento nostalgia. Siempre puede venir a ti de forma inesperada en forma de una canción, un aroma o un atardecer. Lo malo es “clavarte” en ese sentimiento agridulce de melancolía, anhelo o tristeza por el pasado.
Las personas que han construido el mundo en el que vivimos (para bien y para mal) tienen muy bien domada a la nostalgia. Piensa en los famosos doers y makers, tan de moda en el lenguaje de liderazgo y management, en especial, claro, entre los emprendedores:
Así que si no quieres –como yo– perder 40 años perdiendo el tiempo en añoranzas sinsentido y prefieres construir cosas para ti, para la gente que amas o para dejar al mundo un poquito mejor, te recomiendo que metas a la nostalgia en una jaula bien cerrada y que no te asomes muy seguido a escuchar su canto.
Como bien nos recomienda el escritor y humorista estadounidense James Thurber:
“No mires hacia atrás con ira, ni hacia adelante con miedo, sino alrededor con conciencia”.
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