Las marcas más admiradas y posicionadas del lujo ofrecen sensaciones, autenticidad y no soluciones acabadas y concretas. Venden emociones.
No sólo los consumidores emprendieron el camino para encontrar la autenticidad. Las marcas de lujo también en andan en pos de ella, el verdadero grial para librarse de la obsolescencia y olvido.
Hoy, la autenticidad es lo que define y posiciona a las marcas premium de cualquier categoría de productos. El SKU por si mismo, el nombre, carece de relevancia si no está avalado con un estilo de vida.
No solo Nike, Tiffany también ha colaborado con otras marcas de forma disruptiva
Así, cuando las marcas se alejan demasiado de sus raíces, se reducirán a ser sólo etiquetas que pierden reputación y mercado. Lo mismo ocurre cuando carecen de calidad o sinceridad, cuando es nebulosa su misión o los valores son débiles o contradictorios o cuando abandonan o portergan la innovación.
En una marca de lujo, la autenticidad en el estilo de vida lo es todo.
Ahora, la simbiosis entre el lujo y el estilo de vida es más fuerte que nunca porque ambas representan una esencia. Es la percepción que una persona tiene de su lugar en la existencia, todo aquello en lo que encuentra su cultura y credo, parte de lo que es y siente, por ende, es un elemento de lujo.
Así, las empresas intentan infundir a la marca de lujo un estilo de vida. Se trata de un proceso lento y evolutivo que requiere paciencia y cuidado que requiere definir primero los valores fundamentales. No se trata de un decreto hueco o de una ocurrencia fortuita.
Implica escarbar en el propósito, orígenes, misión y valores para armonizar esos factores e imprimirlos en la marca. Cuando se carece de esos elementos, el sentido de lujo y autenticidad se pierde.
La autenticidad es la consideración más importante al comunicar un estilo de vida de lujo. Es el resultado de lo que se hace, no del propósito con el que se anuncia. Es el resumen de un todo, no una expresión, es la esencia, no la imagen.
Ahora, las marcas que comunican eficazmente los mensajes de estilo de vida utilizan imágenes que cuentan historias más allá del producto. Estos pueden incluir imágenes de paisajes urbanos, actividades de recreación u otras porciones de la vida lujosa.
Son caleidoscopios aspiracionales cuya fuerza estará en la sutileza, en el despliegue de imaginación y no en soluciones acabadas. Deben alinearse con el consumidor y su manera de interpretar la realidad.
Si estos conceptos los transmitimos en el panorama plástico, se apuesta por la abstracción más que por el arte figurativo.
Así, los productos de la marca pueden ser visibles, pero no son necesariamente, o no deben ser, el centro de atención. Se manejan con gran acuidad. Estos mensajes e imágenes suelen transmitirse no solo a través de revistas y anuncios de televisión, sino mediante múltiples canales como blogs, perfiles de redes sociales y aplicaciones móviles interactivas. También en escenas fílmicas, libros, exposiciones pictóricas, desfiles de modas y conciertos.
Se trata de convertirlos en una parte subterfugiosa del imaginario popular y no en un objeto acabado.
Así, el estilo de vida es un territorio prometedor para las marcas de lujo. Los consumidores desean productos que comuniquen un sentido de singularidad y distinción, anhelan conectar con algo especial y auténtico que enriquezca sus vidas. Si las marcas crean estas nociones un tanto inefables y perfectas, lograrán un alto posicionamiento en un mercado aspiracional y selecto.
Los elementos que logran conferir autenticidad a las marcas son su herencia, la calidad, sinceridad, valores e innovación. Si: también son los mismos que catapultan la credibilidad de las personas.
Raíces, herencia o tradición. Una marca auténtica tiene una historia que contar acerca de su origen. Algunas veces hay un legado vinculado a una familia, región o país. Incluso un sector. Es generar una narrativa en la que se denote cierta naturalidad o crecimiento orgánico en un entorno determinado que será punto focal en el desarrollo de la marca. Las raíces le proporcionan la dimensión de arraigo a una marca.
Esencia o calidad. La marca que se esfuerza por ofrecer productos y servicios de calidad es percibida como auténtica por sus clientes. Esa calidad es estado altamente aspiracional que se vincula con lo mejor de nosotros, los insumos, ambientes, investigación, ideas…es la amalgama perfecta para crear “la estrella más brillante”, como se consideró universalmente a la calidad.
Verdad y sinceridad. Implica hablar claro y decir la verdad. Admitir cuando comete errores, reconocerlos y ofrecer soluciones son características implicadas en la autenticidad. No se trata de un “así soy”, sino de compartir ideales, creencias, propuestas y vida. Es alejarse de estereotipos y crear una narrativa única.
La guía: propósito y valores. Las marcas auténticas responden a un propósito superior, no se limitan a ganar dinero. La autenticidad crece a medida que las marcas ponen en sus prioridades a todas las partes interesadas. Los stakeholders generan la reputación de las marcas y abonan en su grado de credibilidad y autenticidad.
Vigencia e innovación. La reinvención es parte de la no obsolescencia y esa vigencia fortalece la imagen de certidumbre y autenticidad.
Las marcas más admiradas y posicionadas del lujo ofrecen sensaciones y no soluciones acabadas y concretas. Venden emociones.
Dior, por ejemplo, apela a la alegría, amor y pasión mientras Chanel hace suya la filosofía de “Sólo vives una vez. Haz que sea divertido” mientras Tiffany y Salvatore Ferragamo apuestan por las emociones derivadas de creer en los sueños y Rolex vende “saberse dueño del tiempo”. Louis Vuitton, en tanto, apela al placer de viajar y al anhelo por la vida mientras Cartier busca volar alto y la libertad.
Rolex y Casio, la importancia de crear prestigio de marca
Evocar distintos momentos de placer, de experiencias de vida que trascienden fronteras y tiempos, se convierten ahora en una guía de posicionamiento de las marcas de lujo. Venden los instantes con los que se suele evocar un amplio abanico de conceptos de estilo de vida. Los nombres emblemáticos sólo son parte de un escenario en el que el consumidor real y potencial es el único protagonista.
Aunque todas las marcas buscan su posicionamiento de mercado y el ser relevantes o parte sustancial de la vida de sus clientes, las marcas de lujo no se enfocan en satisfactores primarios, sino que pretenden presentar productos y servicios que transfieran un sentido de autorrealización. Y en ello, el mundo de las emociones es más trascendental, ambicioso y ambiguo.
La brújula que deberá guair las marcas premium, en suma, será la autenticidad.
LinkedIn: Ivette Estrada