A partir de un diálogo entre ciencia y espiritualidad, y desde la memoria de mi padre, reflexiono sobre el poder de habitar las contradicciones sin miedo: sostener dos verdades opuestas puede ser una forma de crecer, comprender y sanar. Esta es una historia sobre resignificar el dolor, convertir la contradicción en guía y encontrar claridad incluso en la oscuridad.
(Para una experiencia completa, el autor recomienda escuchar la canción Ultraviolet mientras se lee este texto).
Scrolleando tu celular… de pronto aparece una persona con atuendo de monje Shaolin, cabeza rasurada, rosario al cuello, gesto pacífico y violento a la vez (al fin monje guerrero). Se llama Shi Heng Yi, y es muy famoso últimamente.
MIT SMR México se financia mediante anuncios y sociosDice algo de manera parsimoniosa que parece simple y evidente:
“El pasado no existe. El futuro tampoco. Sólo existe el presente.”
Lo dice con tal seguridad que por un momento crees que es así. Casi puedes sentirlo.
El presente simplemente es.
Nada más.
Te hace suspirar y recordar ese libro new age que alguna vez te atrapó: “El poder del ahora”, y a la voz suave, hipnotizante, casi aburrida de Eckhart Tolle; conocido por ser la persona espiritual más influyente del mundo… incluso más que el ya quemado (y french-kisser) Dalai Lama:
“El momento presente es el único que tienes, haz del ahora el centro fundamental de tu vida”
Deslizas al siguiente video.
Aparecen dos hombres negros con ropa casual: Neil deGrasse Tyson (el que sucedió en Cosmos al gran Carl Sagan) y Hakeem Oluseyi. Ríen de manera casi ofensiva, como buenos astrofísicos, mientras destruyen suavemente esa misma idea con voz alta y contundente.
“El presente, científicamente, no existe”, dicen.
Y lo argumentan así:
“Si tú estás sentado y yo corro junto a ti, y los dos miramos a Andrómeda, veremos eventos distintos —separados por días— aunque estemos en el mismo lugar al mismo tiempo. Eso se debe a la relatividad de la simultaneidad.”
Lo dicen con humor, pero es física pura. La paradoja de Andrómeda es una consecuencia de la relatividad especial de Einstein, específicamente del principio llamado “relatividad de la simultaneidad”.
No estamos viendo lo mismo.
No hay un ‘ahora’ universal.
Hay mi ahora, tu ahora, y un tercero que podría ver otro ahora si se mueve en otra dirección.
Así que la pregunta de si “el presente” existe se vuelve todavía más interesante, porque depende. Depende de quién eres, cómo te mueves, y desde dónde lo observas.
Entonces, ¿cuál es la verdad?
¿Existe o no existe el presente?
Podrías pensar que una de las dos aseveraciones está mal: o la del asiático espiritual, o la del americano científico, o que yo no estoy entendiendo nada.
Pero, ¿y si ambas fueran ciertas?
¿Y si esa tensión no es un error, sino una oportunidad?
He aprendido algo con los años: las contradicciones no siempre se resuelven.
A veces se habitan.
A veces, incluso, son un don.
La contradicción como camino
Piensa en la dialéctica: tesis, antítesis, síntesis.
Kant, Hegel, Fichte y también cientos de no-filósofos la han usado para encontrar verdades más complejas.
En términos prácticos: la tesis es una afirmación inicial, la antítesis es la negación o contradicción de esa afirmación, y la síntesis es la resolución de ese conflicto, creando una nueva afirmación que supera las dos anteriores.
Pero también podemos pensar en la contradicción de una forma diferente, por ejemplo, en storytelling: protagonista Vs. antagonista.
Y a veces gana uno, a veces el otro.
Lo importante es que se empujan mutuamente. ¿Te encanta Batman, pero también el Guasón? ¡Bien! No creo que por ello sufras, ¿verdad?
Sostener dos ideas opuestas al mismo tiempo sin romperse por dentro es, de hecho, una forma avanzada de inteligencia.
Estudios de la Universidad de Cambridge y artículos en Frontiers in Psychology sostienen que la flexibilidad cognitiva está correlacionada con el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas complejos.
Así que no estás mal si crees que el presente existe.
Tampoco si crees que no.
Estás, quizás, en el camino correcto si puedes creer ambas cosas sin entrar en pánico. Y más que creerlas, “sostenerlas” en tu mente como una posibilidad.
Como decía F. Scott Fitzgerald:
“La prueba de una inteligencia de primer nivel es la habilidad para tener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y aún así funcionar.”
¿Por qué estamos matando al storytelling?
Mi padre tenía una forma de representar eso, los dilemas profundos. Le llamaba el Sol Negro. Cuando sufría una contradicción en su sistema moral (como el amor-odio), lo sufría mucho, lo trataba de comprender de alguna forma pero… lo torturaba; iba a terapia grupal con personas con perfiles variados (unos eran psiquiatras, también había una actriz, un consultor, un vendedor, y otros eran políticos). Por lo que yo pude observar desde niño, no le servía de mucho asistir.
Nada lograba consolarlo del todo en su dilema interior, y así fue hasta sus últimos días. Quizás un poco le ayudaba escribir en su diario.
Nos decía (a la familia):
“Escribo mi diario para mí. Si ustedes lo leen, será su problema, pueden hacerse daño.”
Y también nos llegó a decir:
“Escribo esto para que algún día alguien lo lea y encuentre en esto mi filosofía, mis pensamientos de la vida.”
Sí, ¡claro! Eso también era una contradicción viva.
Hay un pequeño texto en su diario (sí, osé leerlo):
Lo sabía.
Lo sufría.
Lo transformaba en símbolo.
Cuando leí por primera vez pensé que era poético y genial. Cuando lo vi dibujado, me dejó pasmado. Me pareció profundo.
Luego entendí que era dolor. Dolor a la contradicción. Era más complejo que una idea opuesta de Fitzgerald en la mente; era una emoción opuesta en el corazón. Eso era su Sol Negro, y le aterraba cuando salía.
Yo quiero resignificarlo (palabra que me enseñó Gabriel Bodegas Pfeiffer): no será una pesadilla cada noche como las que tenía mi querido padre, sino una linterna para atravesar la niebla.
Un sol que ilumine, aunque sea negro. ¡Mejor que sea negro!
Sin saberlo, creo que mi papá me educó para que supiera lidiar con esos dilemas; parecía que para mí es natural considerarlos algo interesante más que aterrador.
Claro… eso he creído hasta que llegó mi propio y verdadero Sol Negro, ¡wow, es inconmensurable! Estoy lidiando con él; aceptándolo paso a paso. En soles más cotidianos, sí me resulta inmediatamente útil.
Un Sol Negro, en mi resignificación, es como la luz ultravioleta; esa que usan los detectives y los científicos para descubrir lo oculto.
¿Estás iniciando un negocio o un trabajo?
¿Estás iniciando una relación sentimental?
¿Estás, más bien, terminando alguna de las dos?
¿No estás ni en una ni en otra?
No hay por qué temer a las contradicciones.
Más que pruebas, son herramientas.
Más que vergüenzas, son espejos del universo.
¿No se te hace asombrosa la “contradicción” de que todo lo bello (felinos, aves, capibaras) de la naturaleza viva depende de comerse mutuamente?
La aparente contradicción es paradójicamente esencial en el universo.
¿Qué piensas de la contradicción de trabajar tan duro para ser alguien, pero que tu verdadera identidad no sea tu trabajo ni ser el “director” de la importante marca? (Solo me entenderán los que corrieron de algún puesto “importante”).
Hace unos meses, un cliente padeció este fenómeno y, para ayudarlo, recurrí a la psicología cognitiva-conductual de la Dra. Yolanda del Río que tanto me ha ayudado, le expliqué la disonancia cognitiva:
El sufrimiento por contradicción es fundamentalmente un fenómeno cognitivo, conocido como disonancia cognitiva, que se manifiesta como malestar o tensión psicológica.
Esta incomodidad surge cuando una persona mantiene dos ideas, creencias o valores contradictorios entre sí, o cuando su comportamiento entra en conflicto con sus creencias.
La necesidad humana de buscar coherencia impulsa a la persona a resolver esta disonancia, que puede provocar ansiedad y malestar hasta que se logra la reconfiguración de las ideas.
Hoy, su éxito es abrumante; encontró paz en su contradicción.
Las contradicciones son, incluso, una forma de amar el pensamiento y la razón. Y, contradictoriamente, son el alma de la sinrazón que tanto despreciaba Sócrates: la corrompedora poesía.
El silencio ensordecedor.
La oscuridad clara.
La música callada.
La contradicción es la única verdad absoluta, porque es la única mentira desnuda.
Así que la próxima vez que alguien te diga que el presente no existe (según la ciencia), o que es lo único que existe (según el budismo), no escojas un bando de inmediato.
Quizá lo valiente no sea decidir.
Quizá lo valiente sea sostener ambas ideas en tu mente, y también en tu corazón.
Y seguir caminando.
Ese, para mí, es el verdadero poder del Sol Negro.
Y el “truco” que le hubiese querido mostrar a mi papá:
No veas al sol
No veas que es negro
Ve su luz
Ve lo que ilumina
Mira… ¡todo esto es fluorescente!
Es ultravioleta, papá.
(Si no la escuchaste al principio, amigo lector, aquí está la canción: Ultraviolet)