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El indudable poder de la admiración

Admirar y reconocer el valor de quienes nos rodean, no sólo beneficia a ellos, sino también a nuestro propio ser. El que admira, sin lugar a duda, crece y hace crecer.

Burcu Kadipinar 13 Abr 2023

A la mayoría de los adolescentes les gusta mucho llamar la atención y necesitan de la misma para su crecimiento, por lo cual muchos de ellos anhelan tener la admiración de las personas que les rodean. Esto es una conducta muy común y normal.

Sentir la admiración de los demás, precisamente, les da una gran seguridad, y el ignorarles, no dar importancia a lo que dicen, cómo se sienten y también a sus necesidades de bienestar, lo perciben como un abandono en un mundo lleno de interrogativas y confusiones, además de que implica que deben aprender a lidiar con ellas.

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Entendiendo bien que la admiración causa tanto en adolescentes como también en adultos motivación e inspiración, me pregunto día a día la razón por lo cual muchos eligen renunciar a la admiración en su trato con los demás. Me pregunto, cuándo y cómo dejaron de inspirarse por los ejemplos cercanos y tomaron la decisión de convertirse en quienes son.

Creo que todos, sin excepción, deberíamos preguntarnos cuándo y por qué dejamos de admirar al talento y éxito de las personas conocidas y cercanas. Lo digo porque lo que veo mucho en mi entorno – aunque pareciera absurdo. Veo cómo y con qué facilidad la gente admira más al desconocido, al que es famoso y lejano, muy lejano o incluso muerto, que a quien tiene cerca.

Desafortunadamente, algunas personas en lugar de admirar a las personas de su entorno que tienen un talento especial, y ver en ellas algo que les hace únicas y excepcionales, prefieren sembrar en su jardín interior semillas de celos, envida y/o miedos. En consecuencia, los ven como una competencia en lugar de un ejemplo inspirador a seguir.

Pero a estas personas, y a ti querido lector/lectora, te digo que, si nos damos la oportunidad de ver en todas y cada una de las personas que nos rodean, sin importar su rango o estatus, un ejemplo inspirador, no cabe duda de que nos podemos abrir con mayor facilidad a una experiencia maravillosa que llamaría yo aprender de los demás para convertirte en la mejor versión de ti.

Aunque te pueda parecer interesante o tal vez curioso lo que te estoy compartiendo, sé que el camino hacía una admiración profunda que nos haga regocijar de lo bueno en la otra persona no es fácil de recorrer, ya que requiere, principalmente, de mucha atención, humildad y, sobre todo, trabajo mental. Este camino, necesita de un trabajo interior que nos debe de ayudar a ver más allá de nosotros mismos y de nuestro ego, y que nos debe hacer entender lo que realmente sentimos respecto a las personas y las cosas que nos rodean.

Ahora bien, me gustaría poner en la mesa la siguiente pregunta: ¿Cuántas empresas pierden anualmente trabajadores muy valiosos por falta de admiración? Digo “admiración” porque donde no hay admiración, no hay reconocimiento. Y donde no hay reconocimiento, es difícil de encontrar una motivación convergente porque no hay dopamina y mucho menos oxitocina.

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Es un hecho que a partir de los 35 naturalmente se empiezan a bajar los niveles de dopamina de manera gradual. Si a esto le agregamos también la falta de reconocimiento por el trabajo realizado o lo que el empleado ha tenido que experimentar por falta de comunicación asertiva, podemos llegar a ver cómo la ilusión de muchos empleados termina, así, en desilusión e incluso, y por ende, en una ruptura laboral dolorosa.

Si lo pensamos bien, la admiración que sentíamos cuando éramos niños y niñas diciendo la frase “cuando sea grande quiero ser como fulanito(a)” era una de las frases más inocentes, ya que estaba libre de cualquier tipo de prejuicio.

En aquel entonces, libre de ciertos conceptos negativos, que ni siquiera conocíamos, y con un corazón grande, llegábamos a admirar a todos los seres realmente trabajadores que eran visibles para nuestros ojos inocentes.

Incluso, admirábamos el trabajo de las hormigas y las abejas, y su tremenda organización. Ahora, muchos de nosotros cuando vemos una hormiga o una abeja, en lugar de admirarle, la vemos como un obstáculo o como un peligro, y le fumigamos o aplastamos- la matamos.

Quiero atreverme a decir que no reconocer las cualidades de los demás es matarles silenciosamente. La persona empieza a perder poco a poco su entusiasmo por lo que hace, deja de interesarse por las necesidades de los demás, deja de admirar lo bueno que antes le fascinaba y deje de transformar lo malo que no le gustaba.

Le falta motivación para hacer el mínimo esfuerzo para crecer y convertirse con cada paso increíble que está haciendo en la mejor versión de sí mismo.

Esta dicha falta de motivación no sólo es la definición de un empleado decepcionado que se siente abandonado, sino también de la persona que no es capaz de admirar al otro.

Porque el que no puede admirar a otro, tal vez nunca le dio importancia al hecho de hacerlo, ya sea porque nunca lo aprendió o nunca se le enseñó a ver y valorar a la gente y seres en su entorno, o tal vez porque ha tenido que experimentar en carne propia esta desilusión frustrante de que no se reconozca su trabajo o contribución y tristemente lo vieron como algo normal, cuando no lo es.

Admirar a alguien o ser admirado impacta en nuestro bienestar, como lo demuestra un estudio realizado en la Universidad de Manchester con el título Relation of admiration and adoration with other emotions and well-being (Ines Schindler, 2014).

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Si queremos contribuir al bienestar psicológico y a la satisfacción vital de nosotros mismos y de los demás, recomiendo crear una consciencia profunda hacía las cualidades de uno mismo y de los demás. Solo así podemos llegar a admirar las flores que estamos, y estaremos, sembrando en nuestro interior, además de hacerlas crecer con cariño y con nuestra presencia única.

Estando presentes y conscientes en este jardín interior, abonado con el reconocimiento y admiración de los demás y hacia los demás, ya no habrá nada que temer, ni siquiera a las espinas de las flores que cultivemos.

Te puedo decir que quien desarrolla la capacidad de generar admiración por los talentos de otros, aprenderá a conocer y tocar sus espinas con paciencia, cuidado y sobre todo con confianza en sí mismo. Y esto, sabiendo que cada bella flor se protege con sus espinas, y solo el que las tiene las puede llegar a entender.

Admirar es la meta, trabajo mental el camino. Admirar y reconocer el valor de quienes nos rodean, no sólo beneficia a ellos, sino también a nuestro propio ser. El que admira, sin lugar a duda, crece y hace crecer.


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