Creator Economy: La paradoja de vender lo que todos regalan

Todos queremos la atención de las audiencias para nuestros mensajes, pero estas audiencias están hartas, saturadas de contenido inútil y aburridas con más de lo mismo.

Como marcas personales o corporativas queremos ser relevantes: queremos que nos vean, que nos reconozcan, que nos quieran, que nos admiren y, claro, que nos compren.

E invertimos presupuestos, pequeños o grandes, para lograrlo. Pero es cada vez más difícil en un mundo donde una persona recibe un impacto publicitario cada 10 segundos, es decir, ¡entre 4,000 y 10,000 al día!

Esto no incluye todo el contenido que consume una persona cada día: se calcula que son más de 36 gigabytes, lo que equivale a más de 15,000 libros.

La atención de esas audiencias es el bien más anhelado por las marcas, pero también el más escaso.

Un ejemplo: 4 de cada 10 personas ya no están interesadas en las noticias que producen los medios, según Reuters Institute. ¡Ouch! Duele saberlo, duele reconocerlo, y más cuando yo mismo he sido periodista por más de 20 años.

“Buena parte de la opinión pública siente que las noticias sólo se enfocan en problemas, y nunca en soluciones; que sólo atienden a lo que va mal en el mundo, y nunca a asuntos que den razones para la esperanza”, dice Rasmus Kleis Nielsen, director del Instituto Reuters para Estudio del Periodismo.

Pero esto es lo más natural del mundo. Lo que pasa cuando hay un exceso de cualquier cosa en la vida es que pierde relevancia.

Según la ley de la oferta y la demanda, el precio de un bien o servicio se establece en función de la relación entre la cantidad que los productores pueden ofrecer y la cantidad que los consumidores están dispuestos a adquirir.

¿Cuánto vale el contenido en un mundo donde millones de personas son creadores y hay miles de millones de mensajes inundando las calles e internet ante una audiencia harta y saturada?

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¿Todos somos creadores?

Por si no tuviéramos suficiente con los mensajes de los medios de comunicación y de las marcas, además, desde hace unos años, tenemos a los creadores de contenido independientes, que son más de 207 millones de personas en todo el mundo.

Resulta que 65 por ciento de los miembros de la generación Z ya se considera a sí mismo como creador de contenidos, de acuerdo a un reporte de YouTube.

Al parecer todos tenemos algo importante que decir, pero la realidad es que saturamos a las audiencias que, como consecuencia, prefieren no ver nuestros mensajes.

“Es una amenaza porque el tablero de la creación de contenido seguirá sobrepoblándose. Porque las tecnológicas se han encargado de hacer cada vez más fácil que cualquiera cree contenido”, dice Mauricio Cabrera, fundador de Storybaker y experto analista de la industria de los medios y de la Creator Economy.

Pero aunque haya millones de creadores, son muy pocos los que pueden vivir de sus contenidos: 71 por ciento de los creadores independientes ganaron menos de 30 mil dólares con su trabajo en 2023, según MBO Partners.

Así que, aunque no tengo una bola de cristal para prever el futuro, lo que sí sé es que, si queremos vivir de venderle contenido a las audiencias, tenemos una tarea titánica que hacer y un muro de ruido de contenido insulso o falso que derribar.  Esta historia continuará…

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