Si queremos acabar con las brechas de género y ver equipos más diversos e igualitarios en los sectores científico y tecnológico, debemos empoderar e inspirar a las niñas y mujeres.
Hasta hace no mucho tiempo, la visión respecto a las mujeres en el campo de la ciencia estaba limitada a ciertas historias como las de Marie Curie, Caroline Herschel o Ada Lovelace.
Si bien la visibilidad de estos casos era importante, la realidad es que se estaban dejando a un lado a cientos de científicas que hicieron grandes aportaciones en sus respectivos rubros.
¿Y por qué es relevante esto? Porque en un mundo en donde la participación femenina dentro del sector tecnológico sigue siendo baja o en el que los índices de mujeres preparándose para hacer carrera en una profesión STEM se encuentra muy por debajo frente a los hombres, es necesario visibilizar a todas aquellas que están rompiendo estereotipos y logrando grandes cosas.
Que niñas y mujeres cuenten con modelos a seguir es vital para, en primer lugar, revertir la situación que enfrentamos en donde, tan solo en México, la Encuesta de Ocupación y Empleo 2023 elaborada por el INEGI asegura que únicamente el 16 por ciento de las personas que se dedican a trabajar en el área tech son mujeres.
Y en segundo lugar, despiertan el interés de forjar un camino en dirección STEM; la meta es que desde pequeñas puedan ir rompiendo barreras como los miedos, limitaciones y sesgos, que las alejan de la ciencia y la tecnología.
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Aunque aún queda un largo trayecto por recorrer, afortunadamente cada vez vemos a más mujeres en medios de comunicación y redes sociales que hablan con orgullo de sus logros en estas áreas.
Hay desde figuras tan mediáticas como Mayim Bialik, Amy en la serie The Big Bang Theory, quien en la vida real es doctora en neurociencia; o Adriana Ocampo, geóloga planetaria colombiana de la NASA, quién descubrió el cráter Chicxulub, que causó la extinción masiva de la mitad de las especies y dinosaurios hace 66 millones de años.
Hay otras más como Jedidah Isler, quien fuera la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en Física por la Universidad de Yale, o Amanda Stiles, ingeniera de Operaciones de Misiones y Desarrolladora de Software en Space X, quienes con un perfil tal vez más bajo que las anteriores, también están demostrando que sí se puede y su ejemplo está inspirando a millones de mujeres a seguir sus pasos.
México no es la excepción y figuras como la astrofísica, Julieta Fierro Gossman; la astronauta, Katya Echazarreta; o Zoila Mora Guzmán, científica mazateca perteneciente a la Red de Mujeres Indígenas en la Ciencia (REDMIC), están convirtiéndose en todo un referente para las mujeres mexicanas con aspiraciones STEM.
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En un estudio encontramos que un 85 por ciento de las mujeres dijo estar más animada a creer que puede alcanzar una posición de liderazgo cuando ve a otras mujeres líderes en su misma compañía.
Ante esta situación, es importante que como sociedad hagamos cambios profundos. Transformaciones que nos permitan, por un lado, brindar más espacios a nivel mediático, escolar y hasta familiar, a esas historias de mujeres exitosas en el área STEM que puedan inspirar.
Y por otro, crear las condiciones para que las que siguen ese camino puedan transitarlo de manera equitativa, con la posibilidad de ascender a posiciones de liderazgo y recibir un pago justo por su trabajo.
Es también necesario modificar la mentalidad, esa que está saturada de prejuicios y roles que se difunden de generación en generación y que limitan a las mujeres y niñas a adentrarse en el mundo de la ciencia y la tecnología porque: “es muy difícil” o “los hombres son los que tienen la facilidad para ello”.
De nada servirá contar con cientos de referentes si la sociedad nos sigue diciendo que no podemos o debemos.
Por último, es igualmente importante que las instituciones educativas incentiven temarios más inclusivos y atractivos, así como promover un ambiente de aprendizaje libre de estereotipos de género.
Tratar de incluir actividades que fomenten la creatividad y resolución de problemas, como talleres de programación y robótica, que, con el apoyo de padres y maestros, alienten la curiosidad y sobre todo la confianza en sus habilidades.
Tener diversidad en los equipos tech no sólo es relevante porque abre oportunidades para mujeres, sino que también porque nutre de perspectivas distintas y promueve la innovación.
Equipos diversos pueden crear soluciones para una amplia variedad de usuarios, y esa representatividad es crucial para generar productos digitales que satisfagan las necesidades de sus audiencias.
Si queremos acabar con estas brechas de género y ver equipos más diversos e igualitarios en los sectores científico y tecnológico, debemos empoderar e inspirar, demostrar con hechos que no hay imposibles, y para ello, hay cientos de casos de mujeres con las que es posible identificarse, aprender y que se conviertan en el “empujón” que hace falta.
Karen Kelly es directora de Partnerships de Laboratoria.