Agenda 2030: Cómo vamos y qué pueden hacer las empresas
Sabemos que muchas metas no se lograrán en el tiempo esperado y que deberán ajustarse, pero la catedral comenzó a erigirse el 25 de septiembre de 2015. Y eso es algo que debemos recordar.
25 de septiembre de 2015. ¿Recuerdan lo que estaban haciendo ese día? No fue una fecha traumática como el 11 de septiembre.
Tampoco celebramos (o lloramos) la victoria electoral de nadie, ni nos reunimos en torno a la televisión para ver otro “partido del siglo”.
Sin embargo, ese día comenzó algo que hoy es parte de nuestras vidas y de cada vez más empresas.
Ese día, hace nueve años, se aprobó la Agenda 2030 en las Naciones Unidas: 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas para lograrlos. Es el plan de acción global más ambicioso jamás creado, enfocado en la prosperidad de las personas y en la preservación del planeta.
Los ODS abordan nuestros mayores desafíos: erradicar la pobreza y el hambre, combatir la desigualdad, construir sociedades justas e inclusivas, proteger los derechos humanos y garantizar la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas.
Y por si fuera poco, también apelan a las empresas para contribuir a un crecimiento económico sostenible, inclusivo y equitativo, impulsando la prosperidad compartida y el trabajo digno.
Este hecho sin precedentes logró unir a 193 países con el objetivo de alcanzar los objetivos antes de 2030. Hoy, con menos de 6 años por delante, la pregunta es: ¿será posible?
La realidad es compleja. No vamos bien. Un informe presentado en junio por Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, muestra que estamos muy lejos de lo deseado: sólo el 17 por ciento de las metas van por buen camino.
El futuro del desarrollo sostenible en México
Pero no todo son malas noticias
A pesar del panorama desalentador, se han logrado avances importantes: aumentan las tasas de igualdad en la educación, más mujeres acceden a posiciones de liderazgo, crece el acceso a internet y energías renovables, y disminuyen los casos de VIH.
Sin embargo, Guterres advierte sobre nuestra “incapacidad para asegurar la paz, enfrentar el cambio climático e impulsar las finanzas internacionales”.
Esto se traduce en más pobreza, más hambre, más sufrimiento por guerras y un planeta que mes a mes supera récords de temperatura.
El informe señala tres prioridades para acelerar los cambios: más financiamiento para países en desarrollo, mayor diálogo para la paz y la seguridad, y aumentar las inversiones y asociaciones para impulsar transiciones críticas en alimentos, energía, protección social y conectividad digital.
Pero hemos de ir más allá de los números. La Agenda 2030 es un hito histórico que ha despertado la conciencia y ha fomentado el diálogo sobre nuestra interdependencia frente a los desafíos sociales y ambientales.
Por primera vez, gobiernos, sociedad civil, empresas, academia y organismos internacionales comparten un mapa común y propuestas para enfrentar estos retos.
Guía para entender qué es el desarrollo sustentable y su importancia
La importancia de las B Corp
Cada vez más empresas entienden que incorporar los ODS en sus operaciones no solo es ético, sino también clave para su sostenibilidad a mediano y largo plazo. Desde pymes hasta grandes corporaciones, todas tienen un papel muy importante en este desafío.
En un mundo polarizado y plagado de conflictos, las empresas pueden convertir la necesidad en virtud, utilizando los ODS como palanca para innovar en sus prácticas y modelos de negocio.
Las Empresas B (B Corp) son un ejemplo de esto, pues impulsan la transición hacia formas de producción y consumo sostenibles, generando empleos dignos y con enfoque de derechos. Más de 9 mil empresas en todo el mundo son B Corp, uniendo sus fuerzas para el bien.
Aunque existen rezagos, la contribución empresarial a la Agenda 2030 puede acelerarse si se busca una mayor coordinación con el sector público.
Con menos de seis años para 2030, es crucial fomentar el diálogo público-privado en sectores estratégicos de la Agenda, colaborar en la recolección de datos e implementación de los ODS (“lo que no se mide, no se puede mejorar”) y alinear la inversión con estos objetivos estratégicos.
En una era dominada por el cortoplacismo y la inmediatez, plantear metas a 15 años para lograr cambios que impactarán durante décadas o siglos es un ejemplo del “pensamiento catedral” que describe el filósofo australiano Roman Krznaric.
Nosotros no veremos terminado este enorme edificio que supone la Agenda 2030, pero era imprescindible comenzar a poner sus cimientos con premura y con una perspectiva intergeneracional, para ser mejores antepasados.
El año 2030 no marcará el fin de este viaje. Está naciendo una nueva forma de entendernos como especie, que exigirá nuevos objetivos y formas de trabajar en comunidad e interdependencia.
Las empresas pueden ser pioneras en esta evolución. Sabemos que muchas metas no se lograrán en el tiempo esperado y que deberán ajustarse, pero la catedral comenzó a erigirse el 25 de septiembre de 2015. Y eso es algo que debemos recordar.