Joe Foster revela cómo convirtió un taller con cuatro personas en una de las marcas deportivas más importantes del mundo.
El camino al éxito no fue fácil. Antes de fundar Reebok y convertirse en un icono de la cultura global, Joe Foster se enfrentó al fracaso. Quizá la decisión más difícil que tomó fue abandonar la empresa familiar junto con su hermano Jeff para emprender su propio negocio de zapatos deportivos.
La separación con la familia Foster no solo les costó múltiples caídas, también les valió que su padre, quien había mantenido en pie la empresa que fundó Joe Foster (abuelo de Joe) en 1895, nunca reconociera los logros de sus hijos.
A los 15 años de edad, el abuelo de Joe se convirtió en pionero de las zapatillas deportivas al haber diseñado los sneakers con clavos para correr. Esa anécdota se mantiene hasta el día de hoy como uno de los pilares de vida de su nieto.
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“Para innovar es necesario romper la barrera mental de lo imposible, pues lo que parece imposible lo puedes hacer por ti mismo”, dijo Joe Foster durante la presentación de su libro Crea sneakers. Cómo crear una marca global, en donde cuenta la historia 31 años de una empresa que comenzó como un taller con cuatro personas (su hermano Jeff y sus respectivas esposas) y en la actualidad es un icono de la cultura popular.
La edición en español e inglés para Amazon estuvo a cargo de Alejandro Llantada, socio director de The Persuasion Institute, y autor de El Libro Negro de la Persuasión.
Joe Foster reconoció que el éxito verdadero no se logra fácil ni rápido, ya que se debe trabajar con mucha dificultad y disciplina. Desde su experiencia personal, esto le ha permitido aprender seis lecciones para crear una marca global exitosa.
Joe y su hermano Jeff se enfrentaron a la decisión de comenzar su propio taller de zapatos deportivos, ya que su padre nunca les dio la oportunidad de implementar nuevas estrategias en la empresa familiar. A pesar de que alcanzaron la cima en los negocios, el patriarca no los apoyó ni les expresó orgullo alguno.
“Los negocios que hagas hoy y en el futuro dependen de tu capacidad de transgredir tus propios límites, tener el deseo y la astucia para hacer eso que quieres hacer sin depender de la opinión de apoyo o caricias de terceros. Por doloroso que sea, no esperes que te entiendan”.
Desde que los hermanos Foster fundaron Reebok muchas personas les propusieron ideas para el negocio e, incluso, les ofrecieron financiamiento y ayuda para el registro de patentes, así como la distribución.
A pesar de la marca se consolidó como una de las más importantes en el mundo de la moda deportiva, Joe Foster aún mantiene vigente esta práctica de escuchar a las personas.
“Prefiero confiar en las personas; desconfiar no te abre puertas. No se trata de ser ingenuo, se trata de estar abierto y entender que la señorita suerte puede estar de tu lado si abres la mente y amplías tu visión de negocio. Las personas son las que te van a ayudar a crecer; tocan tu puerta y, si las dejas pasar, te abren otras puertas. Eso significa compartir. El egoísmo no es un buen negocio”.
Cuando Joe quiso registrar su marca ya había sido usada, por eso se dio a la tarea de buscar en un diccionario americano (que recibió como premio en una carrera juvenil) una palabra con la que pudiera nombrar a su empresa.
La respuesta la encontró unas páginas más adelante: “Reebok” fue la elección de Foster porque hacía referencia a un felino. Esta vez no tardó en registrarla, pues además de que le gustaba como sonaba, sabía que era la única manera de proteger su negocio.
“No dudo en las bondades de realizar investigación cuantitativa y cualitativa para implementar tus ideas, pero tampoco dudo en la brújula interior que todos tenemos. Tu marca, tu idea, paténtala. Es tan importante como tenerla y he visto cómo mucha gente pierde todo por no hacerlo”.
La idea de personalizar los sneakers Reebok para entrar a otros mercados motivó a Joe a usar los colores de la bandera de Inglaterra y un logo de estrella en los zapatos deportivos, pero un estadounidense le sugirió hacerlo de manera más explícita.
Así fue como la empresa imprimió la bandera en la caja y en el papel con el que se envolvían los tenis. Desde entonces, la “Union Jack” es el símbolo de Reebok en todo el mundo, aun cuando esto le valió multas y juicios por la inconformidad de algunos parlamentarios laboristas.
“Es importante respetar la ley, pero dentro de ese marco hay muchas posibilidades. La práctica de Estados Unidos, de usar la bandera en todo, la repliqué de una manera atrevida, según lo consideraban algunos en mi país. Hoy, Uber, Meta y Tiktok se limitan mucho menos a las reglas que yo y esa mentalidad las pone donde están ahora. La disrupción implica riesgo y uno debe asumir las consecuencias en todo sentido”.
Liderando la disrupción en un negocio heredado
Joe sabe que Reebok no sería una marca global innovadora si no hubiera observado las necesidades y escuchado las recomendaciones de sus primeros clientes: los atletas.
En un inicio, los propios corredores profesionales y amateurs se encargaban de la distribución y venta en Inglaterra, debido a que en ese entonces se requería financiamiento personal y ellos eran una fuente confiable de mejora continua.
“Esa cultura de escuchar fue lo que nos hizo explotar mundialmente: poder hablar de igual a igual entre cualquier aparente jerarquía. Un joven vendedor de origen mexicano, Ángel, observó que en Estados Unidos las mujeres no estaban cómodas con los zapatos que usaban al hacer aerobics, preferían incluso estar descalzas. También observó que imitaban a sus maestras en vestuario. Propuso hacer algo al respecto. Otro ejecutivo lo escuchó y fabricó unos sneakers especiales sin autorización explícita. Eso nos hizo la marca número uno en el mundo”.
Cuando Joe habla de Reebok siempre le gusta contar cómo fue que todo comenzó: en un taller con cuatro personas. Aunque lo deseaban, nunca se imaginaron que sus zapatos deportivos serían usados por millones de personas en todo el mundo, en especial en Estados Unidos donde ya existían importantes competidores en el mercado.
“Siempre hay algo que parecerá imposible cuando se está en la trinchera del día a día. Aunque debo decir que hoy el problema no es imaginar que algo es posible; la gente da por sentado que se puede crear una Inteligencia Artificial o prescindir de la gasolina. El problema que yo veo es entender que lo que imaginas como un negocio posible lo puedes hacer tú mismo”.
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