El Piojo Herrera, además de ser un buen líder se supo ganar el corazón de la afición de los equipos de futbol que ha entrenado.
Odiado por unos y amado por otros. Miguel ‘Piojo” Herrera es uno de los directores técnicos más populares que han pisado la cancha de fútbol. Su fama creció en 2014, cuando se hizo cargo de la Selección Mexicana de Fútbol y hasta el día de hoy sigue siendo célebre.
Herrera conquistó a los mexicanos debido a que la afición empatizó con la forma en la que el líder celebró cada gol de su equipo o demostró su frustración después de alguna derrota durante la justa internacional.
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Gracias a esto, el Piojo fue convocado por el Gobierno de Chiapas para ser su imagen publicitaria, también ayudó a distintos bancos, compañías de refrescos y tiendas departamentales.
Los jugadores y el director técnico son las principales figuras que comparten la responsabilidad de obtener derrotas o victorias en el terreno de juego.
Herrera es conocido por hacer a menudo comentarios que hacen referencia a la importancia que tienen los integrantes del equipo.
Reconocer el valor de la fuerza laboral hace que el ambiente de un espacio de trabajo sea óptimo y se llene de positividad.
Miguel Herrera reconoció durante la justa mundialista que su popularidad estaba subiendo, sin embargo, en otra de sus declaraciones explicó que, sin importar su fama, su principal meta era mejorar el rendimiento de la selección nacional.
“La popularidad de un técnico no puede ser mayor a la de un jugador porque uno no está metiendo los goles”, mencionó.
Los logros intangibles de una empresa siempre serán importantes, pero si no se logran alcanzar los objetivos primarios, cualquier tipo de esfuerzo se verá mermado.
El Piojo Herrera siempre pidió opiniones de colegas con más experiencia en el terreno del deporte.
Ricardo Pelaez, ex jugador de fútbol mexicano, y Héctor González Iñárritu, actualmente presidente operativo del Club de Fútbol América, fueron sus principales mentores. Esto le demostró al público que Herrera sabe pedir opiniones antes de arriesgarse a tomar una decisión errónea.
En ocasiones´, algunos directivos de las compañías pueden creer que no cometen equivocaciones, lo cual puede conducir a pérdidas; ya sea de capital humano, de ganancias o de inversionistas.