En un mundo en constante cambio se hace más necesario que nunca la innovación como respuesta y anticipación ante las amenazas híbridas y de seguridad.
La seguridad es un concepto evolutivo que refleja los cambios a los que se enfrentan las sociedades conforme avanza la tecnología. Desde la seguridad tradicional, enfocada en la protección de personas y activos frente a robos, asaltos o lesiones, se han incorporado nuevas dimensiones como la reputación corporativa, la estabilidad de los sistemas digitales, la preservación del medioambiente o los aspectos legales e industriales, entre otros.
Esto no quiere decir que la seguridad tradicional esté desapareciendo, sino que está en proceso de transformación.
Por su parte las amenazas tienen un progresivo carácter híbrido, en el que se mezclan componentes tradicionales con nuevos modus operandi, difuminando la frontera que separa lo físico de lo digital.
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De esta manera la tecnología se ha convertido en un game changer en el sector de la seguridad. Con herramientas como Big Data o Inteligencia Artificial, es posible complementar los esfuerzos de las personas para anticipar problemas y proponer soluciones específicas y efectivas, basadas en datos, con criterios lógicos, marcos teóricos y metodologías rigurosas.
Lo que es claro es que la vigilancia física ya no es suficiente para una organización. Esta debe estar acompañada de elementos tecnológicos que permitan controles remotos y la captura de datos, pero aun así no será suficiente dados los riesgos que hoy se enfrentan.
Resulta mucho más innovador e integral hacer que el hombre y la tecnología trabajen conjuntamente hacia un bien común, en mi opinión son complementarios y no excluyentes, pero esta relación profunda debe generar una reacción, y es ahí donde la innovación permite que a través de la recopilación de información crítica se haga un análisis detallado de los datos que agreguen valor a las compañías.
Por lo tanto, lo que hoy hace carrera como seguridad híbrida es la sumatoria del hombre, la tecnología y los datos al servicio de las compañías, y a partir de ahí se generan acciones que desencadenan un esperado control del riesgo.
Uno de los ejemplos más prácticos de esta nueva realidad es el control de riesgos en grandes superficies o en retail, donde a partir del adecuado uso de la tecnología y la activa participación del componente humano se han logrado reducir sustancialmente las perdidas en estos lugares.
Pero ahora con el aprovechamiento de los datos a través de la innovación, la seguridad se ha convertido para estos sitios en algo predictivo a partir del análisis de los comportamientos y hábitos de los delincuentes, que a pesar de tratar de innovar en su actuar delictivo, están siendo siempre vigilados por la tecnología.
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De este modo la seguridad encuentra cada vez menos fronteras en sus formas de estudio. La ciencia y la tecnología, como entornos especialmente propicios a la innovación, configuran fórmulas y enfoques que permiten a las organizaciones tomar decisiones estratégicas y operativas con mayor efectividad y accesibilidad; motivo por el cual toda empresa que desee innovar en seguridad y estar lista para las amenazas actuales debe asumir su transformación tecnológica.
En conclusión, en un mundo en constante cambio, en el que la seguridad es un concepto en constante evolución, se hace más necesario que nunca innovar como respuesta y anticipación ante las amenazas híbridas y los riesgos sistémicos. Una de las mejores herramientas para esto es la tecnología, que juega como actor de cambio en los tiempos actuales gracias a su desarrollo y despliegue sin precedentes.