La historia de Nikola Jokić, el mejor jugador de básquetbol del mundo, nos enseña cómo los prejuicios no nos dejan ver la grandeza de las personas y nos cierran la oportunidad de aprender de ellas.
“Recuerdo sirenas, refugios antiaéreos, siempre con las luces apagadas. Prácticamente vivíamos en la oscuridad”, dice Nikola Jokić cuando le preguntan de su niñez.
El actual jugador de los Nuggets de Denver en la liga de básquetbol de Estados Unidos (NBA) nació en Sombor, un pequeño pueblo de Serbia, un 19 de febrero de 1995, en plena Guerra de los Balcanes.
Vivía en un departamento muy pequeño de dos habitaciones junto con sus dos hermanos, su papá, su mamá y su abuela. Durante los bombardeos de la OTAN, a menudo se cortaba la luz, por eso sus recuerdos son de oscuridad.
Era un niño con sobrepeso, adicto al refresco, pero se aficionó a jugar básquetbol desde pequeño, inspirado por sus hermanos. Antes de su temporada de novato en la NBA, fue obligado a bajar de peso unos 18 kilos.
“Tuve que cambiar mis hábitos. Me solía beber dos o tres litros de Coca-Cola al día y me tomé el último vaso antes de volar hacia Estados Unidos”, confesó alguna vez.
No era rápido ni fuerte, pero veía el juego desde una perspectiva diferente. Su peso y su estilo lento lo hicieron objeto de muchas críticas. Los seleccionadores de talento lo ignoraban en gran medida debido a su estado físico.
Empezó en el Mega Basket, un club profesional serbio, que apostó por él cuando aún tenía cara de adolescente.
Por fin, en 2014, los Denver Nuggets lo seleccionaron en el puesto 41 del Draft, casi como un experimento.
Al llegar a la liga, fue objeto de numerosas burlas en redes sociales y medios de comunicación. Era el “gordo” o el “gordito”. Se usaron fotos suyas de la infancia para ridiculizar su estado físico. Incluso Nick Wright de Fox Sports afirmó que sería “el peor MVP (Jugador Más Valioso) en 35 años de historia”.
Nada fue fácil para él.
“Mi primer entrenamiento fue duro. Todos mis compañeros de equipo eran más físicos y atléticos que yo, me podían machacar como quisieran. Yo me quería ir a casa”, recuerda.
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La ceguera de los prejuicios
Hoy, en 2025, este “gordito” es el mejor jugador de la NBA y, por lo tanto, el mejor del mundo, gracias a una inteligencia especial para entender el juego, ver lo que otros no pueden y adelantarse a los movimientos del equipo rival.
Su juego se caracteriza por su visión de cancha excepcional, su habilidad para realizar pases “imposibles” y una velocidad de procesamiento mental que le permite tomar decisiones rápidas, manteniendo el balón en sus manos por un tiempo muy breve (solo 2.6 segundos en promedio).
En sus nueve temporadas en la NBA, ya ganó el campeonato en 2023, tres premios MVP de la temporada regular (2021, 2022, 2024) y un MVP de las Finales (2023).
Lo mejor de todo es su personalidad y liderazgo, ya que se trata de un tipo sencillo, humilde, reservado, que siempre busca hacer crecer y brillar a su equipo.
Para él, el éxito y la fama no son importantes. Su sueño es una vida más simple:
“Cuando termine mi carrera realmente deseo que nadie me reconozca. Deseo que mi hijo o mis hijos en el futuro me recuerden como padre y no como jugador de baloncesto. Creo que ese será mi objetivo en la vida”.
Así que la próxima vez que tus prejuicios se impongan ante una persona que no entra en tus cánones de “lo normal”, detente y recuerda la historia de Jokić, porque no solo es un acto grosero y cruel juzgar a otro; lo peor de todo es que te puedes perder la increíble oportunidad de aprender de la grandeza de los demás.
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Fundador de Bar Emprende Periodista de negocios, estratega editorial, consultor en storybeing y comunicación integral, y mentor de emprendedores. LinkedIn Top Voices 2019. Fundador de BAR EMPRENDE. Speaker en temas de liderazgo, storytelling, periodismo digital, comunicación integral y emprendimiento. Fue director de Entrepreneur en Español y fundador de Forbes.com.mx. Ha sido editor en El Financiero, El Economista y Expansión, y reportero en El Universal.y recibe contenido exclusivo


