Los líderes deben repensar el entorno laboral que les ofrecen a todas las generaciones que integran su plantilla laboral, hacer esto, evita perder talentos.
La cultura laboral está evolucionando hacia entornos más felices y flexibles, impulsada principalmente por las expectativas de las nuevas generaciones y las organizaciones deben adaptarse a esta realidad.
Enfocarse integralmente en el bienestar de los colaboradores no sólo mejora la productividad, sino que también fortalece la identidad y el compromiso con la organización, creando un entorno donde los resultados y el bienestar coexisten en armonía.
¿Cómo se han transformado los intereses y el compromiso del talento en las últimas décadas? Los Baby Boomers, nacidos entre 1946 y 1964, valoraban la estabilidad y la seguridad, trabajando largas jornadas y permaneciendo leales a una sola empresa durante la mayor parte de sus carreras.
En contraste, la Generación X,1965 y 1980, comenzó a priorizar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, adaptándose a la tecnología emergente y valorando más la flexibilidad.
Los Millennials, nacidos entre 1981 y 1996, buscan trabajos que les proporcionen propósito y significado, no sólo un salario.
Son justo los más jóvenes, conocidos como la Generación Z, nacida a partir de 1997, para quienes el talento tiene una alta demanda de transparencia, diversidad e inclusión, y una preferencia por empleadores que priorizan el bienestar y la flexibilidad.
El trabajo moderno debe tomar lo mejor de cada generación y desarrollar una cultura organizacional que promueva entornos más felices y eficientes, poniendo al ser humano como el centro de cada organización.
Según el estudio de Brivé de 2024, Tendencias y mejores prácticas de clima y bienestar laboral en América Latina, los indicadores más bajos en clima laboral son comunicación, reconocimiento y compensación y beneficios, siendo estos, justamente, los componentes más importantes para un ambiente laboral productivo y saludable.
Un ambiente de trabajo negativo puede desmotivar al talento: la falta de cohesión y el conflicto pueden crear un entorno que afecta el ánimo y el rendimiento.
Otra causa de la rotación ligada al clima laboral es la ausencia de liderazgo efectivo: cuando es positivo, puede inspirar y motivar, pero cuando no lo hay, puede provocar descontento y, en última instancia, la pérdida del talento.
Las organizaciones hoy en día tienen la urgencia de implementar estrategias integrales que fortalezcan la comunicación a través de canales transparentes y herramientas tecnológicas colaborativas.
Este tipo de iniciativas deben considerar programas formales de reconocimiento que valoren los logros de las personas y una revisión continua de las políticas que fomenten el bienestar.
No se trata sólo de ofrecer salarios competitivos, sino de proporcionar beneficios adicionales que impacten en el “salario emocional” y oportunidades de desarrollo profesional.
Valorar a las personas en el entorno laboral no es sólo una cuestión de ética, sino una estrategia efectiva para aumentar la productividad y combatir la rotación de talento, la cual tiene un alto impacto económico para las organizaciones porque puede representar hasta el 21por ciento del salario anual del talento que se va.
Los colaboradores que se sienten apreciados y reconocidos están más comprometidos y motivados, y la satisfacción en el puesto de trabajo, la identidad y un entorno físico de trabajo adecuado son indicadores de un entorno laboral saludable.
Un clima donde los colaboradores encuentran satisfacción y disfrute en sus responsabilidades diarias, y sientan una fuerte conexión emocional con la misión y visión de la organización, resulta en mayor compromiso y rendimiento.
Además, un entorno físico de trabajo cómodo y favorable promueve la salud y la eficiencia en la realización de tareas, lo que se traduce en beneficios directos para la persona y por supuesto para la productividad y la innovación.
El balance entre los resultados de una organización y el bienestar de las personas es, no sólo posible, si no también necesario. La evolución hacia entornos laborales más felices y flexibles no debe verse como un costo, sino como una inversión porque impulsa la lealtad y la retención del talento, factores que, a largo plazo, mejoran la competitividad.
La clave está en entender que el bienestar del talento no es un objetivo separado de los resultados empresariales, ya que los colaboradores satisfechos y comprometidos son más productivos, innovadores y leales.
Invertir en su bienestar genera un círculo virtuoso donde todos ganan: las personas, la organización y, en última instancia, la sociedad.
Ricardo Ayance Rosales es líder de consultoría en Brivé