Existe una teoría que apunta que solo el 2 por ciento de la población está destinada a cambiar al mundo. Descubre si este postulado es injusto o no.
En la búsqueda de personas con determinados talentos de impacto global, claridad de su visión y alcance significativo para tocar la vida de otros, hay varios estudios que hablan de componentes especiales que se pueden desarrollar para forjar transformaciones significativas en la humanidad. Se estima que serían parte de ese 2 por ciento de la población.
No se trata de superhéroes o heroínas, o de mentes súper extraordinarias, sino de personas profundamente dedicadas a modificar el status quo de la sociedad, cada quien desde su perspectiva, y apoyar no sólo su propio desarrollo, sino, y más importante aún, alentar a los demás a hacerlo.
Pueden ser trabajadores, educadores, científicos, médicos y enfermeras, influenciadores, comunicadores, inventores, y cualquier persona cuyo foco principal es crear soluciones para el mundo, en vez de quedarse quietos observando, analizando o criticando lo que pasa.
Si se piensa que esta es una teoría segregacionista, quizás se pueda reconsiderar esa apreciación, puesto que provienen de todos los estratos sociales y no se distinguen por sus razas, estudios ni condición económica. Es decir, esas personas del 2 por ciento están en todos lados.
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Desde el 2002 este tema cobró relevancia a partir de una teoría de Richard Florida, experto estadounidense en geografía y crecimiento económico y demográfico. Es profesor en la Universidad de Toronto y dirige la empresa Creative Class Group.
En su libro El surgimiento de la clase creativa (The rise of the creative class, 2002) sostiene que el 2 por ciento de la población mundial, al que llama la “clase creativa”, es responsable de la mayoría del crecimiento económico, la innovación y el progreso social.
El autor basa su teoría en una serie de estudios que ha encontrado que las personas que se encuentran en la parte superior de la distribución de inteligencia de distinto tipo. Por ejemplo, inteligencia creativa, innovadora, matemática, económica, emocional, por mencionar algunas son responsables de una porción desproporcionada de logros.
Esto significa que el enfoque del 2 por ciento de la población mundial las hace más propensas a saber aprovechar o abrirse oportunidades y recursos para expandir su potencial.
Richard Florida ejemplificó su teoría con datos. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Chicago encontró que el 2 por ciento de los estudiantes de secundaria son responsables de la mitad de las innovaciones en el campo de la ciencia. Por otro lado, una investigación de la Universidad de Oxford encontró que el 2 por ciento de los empresarios son responsables del 80 por ciento de la creación de riqueza.
Como toda definición concentrada en un pequeño porcentaje de la población, la teoría del 2 por ciento ha sido objeto de debate por parte de otros economistas. Algunos expertos han criticado la teoría por ser demasiado simplista. Dicen que se ignoran otros factores que influyen en el éxito, como la oportunidad y el esfuerzo.
Justamente esos dos aspectos, oportunidad y esfuerzo, son los que distinguen a ese 2 por ciento de impacto.
Hay otra realidad, también estudiada estadísticamente, que señala que más del 95 por ciento de las personas viven vidas en estado de comodidad y sin demasiado esfuerzo ni interés por expandir su potencial.
Solamente un 5 por ciento de la población mundial se mueve más allá de esas fronteras, internas o externas. Ellas logran crear un círculo virtuoso que les proporciona mejores recursos, posibilidades, libertad, y conocimiento, para sí y para otros.
Es por esto que un debate común sobre este tema del 2 por ciento, lleva directamente a referirse a la desigualdad y la movilidad social. La teoría ha motivado a algunos expertos a sugerir que las políticas públicas deberían centrarse en apoyar a las personas que tienen el potencial de ser miembros de la clase creativa.
De hecho, algunos países trabajan consistentemente en alentar a que más personas se expandan, sobre todo en economías del llamado primer mundo.
La teoría del 2 por ciento ha sido criticada por ser injusta. Como sugiere que un pequeño grupo de personas tiene un impacto desproporcionado en el mundo, esto puede llevar a la conclusión de que el resto de la población no es importante.
Sin embargo, los expertos señalan que todos los miembros de la sociedad tienen un papel que desempeñar en el progreso, si así lo eligen y quieren. Sobran los ejemplos de personas sin los más elementales recursos, que provocan un enorme impacto a nivel global.
Por lo que la evidencia muestra que no se trata de un tema económico, sino más de una cuestión de actitud de esa gente que podría estar en el 2 por ciento. Los mueve un propósito, un legado, una función social en su paso por el mundo, y se dedican a ello a tiempo completo y en cuerpo y alma: esto marca una enorme diferencia.
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Aquí van algunos ejemplos concretos de cómo el 2 por ciento de la población mundial demuestra tener un impacto en la humanidad:
El 2 por ciento de los empresarios son responsables del 80 por ciento de la creación de riqueza. Este grupo incluye a personas como Jeff Bezos, Elon Musk y Bill Gates, que han fundado empresas que han transformado la economía mundial.
Y también a empresas emergentes de países considerados del tercer mundo, donde aparecen perfiles innovadores y revolucionarios, y que proyectan sus negocios y beneficios de sus millones de colaboradores alrededor del mundo. Así han surgido startup emergentes que se transforman en ejemplos a nivel global.
El 2 por ciento de los estudiantes de secundaria son responsables de la mitad de las innovaciones en el campo de la ciencia. Para medir este porcentaje se tomó en cuenta las historias de vida de personas como Albert Einstein, Marie Curie, Stephen Hawking y otras más contemporáneas, que han realizado contribuciones fundamentales al conocimiento humano.
El 2 por ciento de los artistas son responsables de la mayoría de las obras de arte que se consideran clásicas. Además de los ilustres nombres de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Mozart, aparecen aquí, muy de vez en cuando, cantantes, bailarines, autores, directores de teatro y cine, artistas plásticos y muchas disciplinas más, que trascienden todas las fronteras con su obra, y dejan su sello e impronta para las generaciones que vienen.
Freddy Mercury, Madonna, Prince, Julio Bocca, Paloma Herrera, Montserrat Caballé, han dado vida a obras que han inspirado y deleitado a generaciones.
Algo parecido sucede en todas las disciplinas deportivas, donde se estima que sólo un 2 por ciento llegan a ser exponentes de elite, se destacan y catapultan su destreza a nivel mundial, pasando a ser referentes indiscutidos en sus especialidades.
Para graficarlo aún más claramente, tomemos el ejemplo que nos dejó Roger Bannister y la barrera de los 4 minutos en la milla. Antes de 1954, se consideraba casi imposible para un ser humano correr una milla (aproximadamente 1609 metros) en menos de 4 minutos.
Esta limitación no era solo física sino también psicológica, ya que muchos creían que era un límite insuperable del rendimiento humano.
Roger Bannister, fallecido en 2018, corredor británico y estudiante de medicina, desafió esta creencia. El 6 de mayo de 1954, en una pista en Oxford, Inglaterra, Bannister corrió una milla en 3 minutos y 59.4 segundos, rompiendo así la barrera psicológica de los 4 minutos.
Lo notable de este logro no fue solo el récord en sí, sino lo que sucedió después. Dentro de los siguientes años, varios otros atletas también rompieron la barrera de los 4 minutos, lo que anteriormente parecía imposible.
Lo más reciente es que el mismo reto sigue siendo superado una y otra vez: el récord más reciente es de 1999 y lo posee a la fecha Hicham El Guerrouj de Marruecos, con un tiempo de 3:43.13. Todo esto sucedió porque, 45 años antes, Bannister lo hizo. Marcó una enorme diferencia, y estuvo dentro de la teoría del 2%.
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Si deseas impulsarte a generar grandes transformaciones globales empezando tal cómo y dónde estás hoy, aquí tienes cinco ideas que te pueden orientar:
Talento y capacidad pueden ir de la mano. Lo que sucede en el mundo actual es que, en la mayoría de los casos, se asocia capacidad con conocimiento, pensando que éste te llevará a los logros.
La realidad indica que esto no siempre es así, porque puedes tener todos los títulos académicos del mundo (conocimiento), y quizás tengas talento para los estudios.
Aunque la verdadera clave está en para qué te sirve el conocimiento acumulado, y la forma directa y concreta de ponerlo en acción.
Si bien las personas somos competitivas por naturaleza, es importante desapegarte del resultado final para no quedarte estancado o con la ilusión de alcanzar una quimera.
Lo que es conveniente es enfocarte al ciento por ciento, todos los días de tu vida, en mejorar aquellos aspectos en los que ya eres excelente, y expandirlos aún más.
Por un efecto compuesto, mientras más mejoras, más te expandes y más logras a todo nivel. Claro que hace falta de disciplina, estrategia, un plan coherente con tus talentos y habilidades, y llevarlo a cabo diariamente, además de medir los resultados que obtienes, para ti y, fundamentalmente, para los demás.
Si estás en ese 2 por ciento, será la consecuencia de tus acciones, no de tus fragores.
Hay una enorme capacidad humana de frenarse por racionalizar tanto las cosas, que caen en la parálisis por análisis. Nada sucede en la realidad si lo mantienes en el territorio de la mente y los pensamientos: hace falta llevarlo a la acción.
Es la prueba empírica de ensayo y error lo que te dará las pautas para ajustar tu estrategia, en qué mejorar y qué habilidades nuevas necesitas para desatar todo tu potencial transformador en ti, y, por efecto multiplicador, en tu entorno.
Si sólo lo piensas, no lo harás. Es preferible un movimiento en falso, a quedarse estancado esperando el mejor momento.
La otra clave para escalar tu vida es el dar. El dar es el principio universal de base para construir una vida con significado.
Dar sin medida, dar tu conocimiento, dar tu experiencia, dar tu tiempo al servicio de otros. Todo lo demás te llegará multiplicado.
Esto no significa que dejarás de trabajar y vivirás del aire, sino que el efecto virtuoso de elevar a las demás personas al máximo potencial que estén dispuestas a alcanzar, es lo que hará que tu posición contributiva se vea recompensada: en dinero, en reconocimiento, en reputación y en alcance.
Son esas mismas personas las que te ayudarán a multiplicar tu mensaje, y así se generará una corriente colaborativa global que no tiene límites.
Una vida dentro del 2 por ciento supone que tendrás gente que te ame y otros que te odien. Es natural que cualquier persona que se destaque y que haga enormes aportes al mundo, tengan su contra que quiera impedir que avancen.
Hazlo de todas maneras y deja de buscar la aprobación de los demás. Trabaja en tu desarrollo personal, autoconsciencia y autoliderazgo. Sigue adelante pese a lo que digan o hagan.
Para lograrlo, te sugiero que te apoyes en tu fortaleza -no en tu debilidad- en los momentos difíciles, y que recuerdes que estás expandiendo tu vida, tu consciencia, tu propósito mayor y tu legado a nivel global. Esto tiene un impacto significativo primero en tu entorno directo, y luego ¡quién sabe hasta dónde llegarás!
En épocas donde el deterioro del entramado social, la aceleración de los cambios y la incertidumbre son permanentes, resulta interesante observar cómo hay personas que, más allá de los contextos desafiantes, se siguen moviendo, abriendo caminos, despejando mentes y proyectando visiones positivas sobre la humanidad.
Son las personas consideradas en la teoría del 2 por ciento. No sientas obligación de llegar a estos niveles: sí, debes saber que el mundo tiene una invitación abierta y siempre disponible para quienes se animen.