Conocer los principales riesgos de un país y las causas profundas que condicionan el contexto de seguridad es un elemento clave para tomar decisiones empresariales estratégicas respecto a las operaciones.
A pesar de que la inseguridad y la violencia en México parecen haberse estabilizado en datos muy elevados, en un escenario con tasas de criminalidad peores que los niveles registrados antes de 2015, es importante señalar que la brecha existente entre los estados más y menos pacíficos no solo es muy alta, sino que se ha ampliado de forma muy significativa en la última década.
En la actualidad, la tasa de 24.5 muertes por cada 100 mil habitantes (2022) sitúa al país en la 16ª posición menos favorable del mundo, lo que se configura como un desafío que aleja a México de la pacificación de todo su territorio.
A pesar de ello, hay que reconocer que la situación viene mejorando desde 2018, cuando alcanzó su punto máximo.
Seguridad híbrida: El salto tecnológico para fortalecer la seguridad en México
Esta leve mejoría tampoco nos indica una mejora respecto a los grupos criminales, pues si bien los homicidios han disminuido, otros delitos violentos como la extorsión o el narcomenudeo han aumentado, sobre todo potenciado por la atomización y lucha de los principales cárteles del país, dejando un escenario aún más preocupante ante la diversificación de los delitos, lo que amenaza con mantener la violencia en los próximos años.
El último año se ha caracterizado por cambios continuos y profundos en el skyline de la delincuencia organizada.
Los delitos con violencia son parte de las categorías que más impactan en la vida cotidiana de las personas y en las operaciones de las empresas.
Aunque tradicionalmente las zonas fronterizas se han configurado como las más peligrosas, ahora tenemos que mantener el foco en el Pacífico y centro del país donde el crimen organizado lleva años avanzando a pasos agigantados, cambiando la distribución geográfica de la violencia.
Sin embargo, es importante entender que el contexto violento mexicano no se entiende sólo mirando hacia los cárteles, sino que hay que ampliar la imagen y pensar en el resto de los actores civiles violentos que contribuyen a mantener sus altos niveles.
Por último, si queremos entender el futuro de México, no podemos perder de vista la evolución del tráfico y producción de fentanilo, una droga mucho más barata de producir y de traficar.
La posible independencia que estarían adquiriendo los grupos criminales respecto a su producción, limitada en la actualidad por la necesidad de importar algunos de los ingredientes -en su mayor parte de Asia- puede suponer un cambio significativo en las ganancias y, por ende, en las capacidades operáticas de los cárteles, dando una fortaleza a estos actores nunca antes vista que pondría en jaque a las instituciones de seguridad mexicanas y con ello, a la gobernabilidad del país, siendo uno de los principales desafíos a la seguridad durante los próximos sexenios.
Los claroscuros del fentanilo: Una droga mortal capaz de curar el dolor crónico
En este punto, para el sector de la seguridad, en tiempos en los que la violencia se configura como una de las principales preocupaciones para la ciudadanía, la exigencia de seguridad privada como auxiliar y apoyo al Estado está adquiriendo una mayor importancia como creadora de espacios seguros para el desenvolvimiento de sus actividades en un escenario de riesgo.
Ello supone enfrentarse a un contexto de seguridad cada vez más complicado que requiere pensarlo y enfrentarlo como un problema complejo, con soluciones no propuestas antes que nos permitan dar respuestas rápidas a las nuevas formas de innovación criminal que se están dando en el país; cuestión vital para asegurar las operaciones de las empresas.
Conocer los principales riesgos de un país, los actores y las causas profundas que condicionan el contexto de seguridad o las zonas que presentan más problemáticas es un elemento clave para poner en marcha medidas de mitigación o tomar decisiones empresariales estratégicas respecto a las operaciones.