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El diablo sabe más por viejo: emprender después de los 40

Los datos demuestran que los emprendedores mayores de 40 años no están en desventaja; al revés. Es un activo, no una limitación.

Eugenio Perea 12 Dic 2023

Cuando escuchas la palabra ‘emprendedor’, ¿te imaginas algo así?

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Cuando pensamos en emprendedores, inmediatamente nos vienen a la mente imágenes de jóvenes brillantes, con grandes ideas, y una sed insaciable de éxito.

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Nos dejamos llevar por la idealización de recién egresados de escuelas de alto renombre que irrumpen en el escenario emprendedor con su energía desbordante y una visión incandescente.

La realidad resulta ser muy diferente: La edad no es un factor determinante del éxito empresarial.

Los emprendedores mayores de 40 años no solo resisten la prueba del tiempo, sino que prosperan. Aparentemente, hay ventajas que sólo los años pueden otorgar. 

No lo digo yo, lo dice los datos. Un estudio de MIT encontró que los fundadores de las empresas más exitosas, aquellas con crecimiento en el .01 por ciento más alto de su industria, tienen en promedio 45 años de edad.

Este hallazgo es sorprendente y hasta contraintuitivo, porque la cultura popular asocia el emprendimiento con la juventud, pero hay razones por las que los emprendedores mayores de 40 años tienen ventajas.

Primero, esas canas traen experiencia. Esas personas han tenido la oportunidad de trabajar en diferentes empresas, aprender de sus éxitos y fracasos, y desarrollar una amplia gama de habilidades y conocimientos. Esto les da una base sólida para comenzar su propio negocio.

Un estudio de la Universidad de Duke demuestra que la experiencia laboral acumulada a lo largo de los años desempeña un papel crucial en el éxito empresarial y resulta en que el 70 por ciento de los nuevos negocios fundados por emprendedores mayores de 40 años son más propensos a sobrevivir durante cinco años o más, en comparación con sus homólogos más jóvenes. 

Segundo, esos años traen una gran red de conexiones. A esa edad, han tenido la oportunidad de conocer y colaborar con muchas personas en todos los ámbitos del mundo empresarial, y esas personas, a su vez, también han ido avanzando en sus carreras y se han convertido en contactos muy valiosos. Esto les puede ayudar a encontrar socios, clientes, inversionistas, proveedores, y empleados. 

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Tercero, esas experiencias traen resiliencia. Los emprendedores mayores de 40 años también suelen ser más resilientes que los jóvenes.

Han tenido la oportunidad de experimentar el fracaso, y han aprendido a recuperarse de él. Esto les da una mayor capacidad para afrontar los desafíos que conlleva la creación de una empresa.

Aquellos que han enfrentado y superado adversidades en sus vidas personales o profesionales saben que su capacidad de manejar las inevitables crisis del emprendimiento son mucho mayores. Uno ya no se espanta tan fácilmente.

Cuarto, esa resiliencia trae consigo una humildad de pensamiento muy particular. Uno ya no es tan dado a la certeza intransigente, y eso permite escuchar lo que el mercado pide, ser flexible, y responder a las demandas de sus clientes.

Esa capacidad de adaptación, muy lejana de la testarudez casi adolescente de los emprendedores jóvenes, es una gran herramienta para el emprendimiento moderno. 

Y no estoy diciendo que la edad es el único factor a tomar en cuenta. Hay muchos jóvenes emprendedores que han logrado un gran éxito.

Estoy diciendo que los datos demuestran que los emprendedores mayores de 40 años no están en desventaja; al revés. Es un activo, no una limitación. 

La experiencia, la resiliencia, las conexiones arraigadas, y la mente flexible convergen para crear un cocktail de habilidades que solo los años pueden destilar.

Detrás de cada emprendedor mayor de 40 años hay una historia de aprendizaje, resistencia, y adaptabilidad que merece ser celebrada. El talento, como el buen vino, mejora con el tiempo.