Apenas 34% de las personas que trabajan en ese sector son mujeres. El panorama es retador y, al parecer, las cosas no cambiarán solas, advierte la excomisionada del IFT.
Por como ha sido la dinámica en la industria de las telecomunicaciones, es mejor no sentarse a esperar a que las cosas cambien por sí solas. Hay que reclamar los espacios laborales para las mujeres, dice María Elena Estavillo Flores.
Al terminar su periodo en febrero pasado, dejó su cargo como comisionada del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y con él, la representación femenina en el pleno del organismo. De los siete integrantes que lo deben conformar, los siete son hombres.
De acuerdo con el Banco de Información de Telecomunicaciones (BIT), el 66% de quienes laboran en ese sector son hombres y 34%, mujeres. Su reporte más reciente indica que en 2018 había 203,282 personas empleadas, de cuales 70,652 son mujeres.
La Ciudad de México es la entidad con más plazas para ellas, con 16,309. Sin embargo, los hombres duplican la cifra, pues hay más de 35,000 empleados, de acuerdo con ese organismo del IFT.
La información del BIT es más conservadora que las estimaciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Ese organismo señala que en México 36% de las plazas en telecomunicaciones son ocupadas por mujeres.
No sólo es por la igualdad, que ya sería suficiente para reclamar más presencia de mujeres, sino que la falta de diversidad impedirá que el IFT alcance su máximo potencial, comenta en entrevista Estavillo Flores, doctora en Ciencias Económicas por la Universidad de París, Francia.
Tampoco es que las resoluciones de las mujeres sean superiores. Lo que pasa es que “cuando la visión viene de un género, de un perfil, de un tipo de experiencia, empobrece la toma de decisiones y el alcance que puedan tener”, comenta.
Estudios de la financiera Morgan Stanley, o de la consultora energética McKinsey, indican que las organizaciones más innovadoras son las que tienen a más mujeres en altos cargos de dirección, señala la también especialista en temas regulatorios.
Desde la creación del IFT, en 2013, sólo dos mujeres han sido comisionadas. Además de María Elena Estavillo, estuvo Adriana Labardini Isunza, quien terminó su encargo en febrero de 2018.
En 2016 comenzó la renovación de los comisionados y no se ha vuelto a elegir a una mujer. En el proceso de selección de aquel año, para sustituir a Fernando Borjón, se inscribieron 33 personas para concursar por la vacante. No hubo ninguna candidata.
Para aumentar el número de mujeres en la industria de telecomunicaciones hay que eliminar estereotipos que impiden a mujeres y niñas relacionarse con la ciencia y la tecnología, apunta. En México, apenas 9% de las pequeñas desean estudiar ese tipo de carreras, según la OCDE.
En 2018 María Estavillo fundó, junto con otras mujeres, el grupo Conectadas. El objetivo del colectivo es impulsar a mujeres en el sector de la teleinformación, así como promover su liderazgo en los ámbitos público, privado, académico y social.
Desde Conectadas han pedido la creación de programas públicos para lograrlo. Pero para eso, dice, primero hay que tener estadísticas: saber la participación económica de las mujeres por sectores, conocer cuánto ganan ellas y qué puestos ocupan.
Luego, agrega, hay que corregir las políticas laborales en el gobierno y en las empresas, desde el reclutamiento. Lo siguiente, indagar qué les impide desarrollarse en el trabajo.
También es fundamental que las mujeres tengan espacios para expresarse, ya sea en foros, publicaciones, comités internos de las organizaciones o como representantes de las instituciones.
El machismo en el sector de telecomunicaciones es algo de lo que no se habla mucho, porque está naturalizado, expresa Estavillo Flores. Algunas mujeres los sufren, “otras generamos estrategias para enfrentarlo y superarlo”.
El mansplaining (cuando los hombres explican algo a las mujeres porque creen que sólo ellos lo tienen entendido) y el manterrupting (cuando las mujeres son interrumpidas en su discurso por los hombres), son sólo parte de lo que ella y otras mujeres padecen.
También el workappropriation, dice, “o sea, cuando las mujeres expresan una idea y unos minutos después algún hombre la repite, apropiándose de su reflexión. Esto es increíblemente común en el día a día de las mujeres”.
En una industria masculinizada, en una sociedad que malentiende y sataniza al feminismo, María Elena Estavillo Flores apunta: “Es un movimiento que reclama los mismos derechos para mujeres y hombres. Siendo mujer cómo no voy a estar a favor de esto, por supuesto que soy feminista”.
Y lanza un mensaje a su compañeras: “Hay espacios para nosotras. Hay que encontrarlos, hay que reclamarlos, pero también hay que apropiarse de ellos, sin esperar a que nos inviten a hacerlo”.