La crisis sanitaria de los últimos dos años cambió el panorama de millones de empresas, ante este panorama los colaboradores y líderes deben esforzarse por desarrollar las habilidades necesarias para seguir adelante.
La irrupción del COVID-19 hizo al mundo cambiar de una manera espontánea, vertiginosa, sin aviso.
Lo hizo evolucionar y acercarnos a panoramas de interacción, trabajo y organización que, si bien eran predecibles, fueron acelerados increíblemente.
Este nuevo orden puso de manifiesto la forma en la que las personas y las organizaciones gestionan el cambio, la incertidumbre, la adaptación y la evolución.
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Por otro lado, el mundo virtual, el trabajo y la educación a distancia trajeron consigo nuevos modelos de negocio, nuevas empresas y formas de liderar y de comunicarnos. Implementamos, corregimos y aprendimos mucho en muy poco tiempo.
Hoy las organizaciones con ayuda de la tecnología, la inteligencia artificial y todas las herramientas cada día más sofisticadas, nos proveen de información más certera, así como de procesos, automatización y formas de comunicarnos a distancia.
Sin embargo, los cambios culturales que las organizaciones necesitan, los cambios de paradigmas y los cambios de mentalidad en las personas que son requeridos para continuar, aprender y aprovechar este proceso como oportunidad, son aún un tema sobre la mesa para muchas empresas.
Es nuestra naturaleza como seres humanos buscar certeza y estabilidad. Para lograrlo en las organizaciones, usamos la mayor parte del tiempo nuestra parte racional: creamos estrategias, hacemos protocolos, planeamos y manejamos una vasta cantidad de datos.
Tendemos a evitar el caos o el conflicto en pro de una aparente calma, aunque muchas veces esto es el preámbulo para un desastre. Tendemos también a querer regresar las cosas a su estado natural en este mecanismo llamado “homeostasis” o equilibrio dinámico y, a pesar de la evidente necesidad de transformarnos como personas, organizaciones o sociedades, anhelamos volver al estado en el que nos encontrábamos antes.
La realidad es que la complejidad e inestabilidad del mundo en el que vivimos, cada día más rápido y cambiante, y la necesidad que tenemos como organizaciones y como seres humanos de transformarnos nos lleva a salir del status quo, a cuestionarnos nuestras creencias y paradigmas de manera profunda, a cambiar.
Todo este cambio se debe apoyar fundamentalmente en la cultura organizacional: la serie de valores, creencias y comportamientos que son compartidos en una organización.
La cultura existe independientemente de si la formalizamos o no. Y existen también subculturas que a veces no son percibidas pero que tienen influencia en la organización y en la manera en cómo se hacen las cosas y se reflejan en las prácticas que llevamos a cabo día a día.
La famosa frase de Peter Drucker que dice “la cultura se come a la estrategia en el desayuno” es hoy más que nunca algo que tenemos que considerar si queremos transformarnos y sobre todo si queremos aceptar el cambio como un proceso continuo y evolutivo que apoya a que las organizaciones no desaparezcan.
Para que esto suceda, en la organización se debe instalar una cultura fuerte, una cultura con alma, con ejes centrales y fundamentales sólidos, donde los valores realmente se vivan y sean una guía, como un faro en la oscuridad.
Una cultura organizacional resiliente y sobre todo una cultura profunda con un propósito mayor que incluya el cuidado del mundo y de los seres humanos que habitamos en él.
De esta organización surgirán sin duda líderes capaces de desafiar lo establecido, de ser disruptivos y contactar con emoción nuevas perspectivas y miradas; ciudadanos del mundo capaces de hablar con empatía, entender y adoptar una diversidad de culturas y modelos mentales, aquellos con un profundo sentido de integridad e integralidad capaces de enfrentar con agilidad, intuición y experiencia los conflictos, los cambios.
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Líderes humildes en el aprendizaje y responsables con las decisiones que tienen que tomar día a día.
Líderes con un manejo impecable de las herramientas y los procesos, pero también de sí mismos, de sus emociones y de su propio propósito superior.
Líderes capaces de integrar la dualidad del mundo en el que vivimos.
Desarrollar una cultura que abrace al cambio es crear prácticas de reflexión profunda, de intercambio de ideas en equipos multidisciplinarios, una cultura que tenga más preguntas que respuestas. Una cultura que no esté permanentemente estresada.
Los estudios de neurociencia en los últimos años han comprobado la influencia que tienen los pensamientos, las emociones y sentimientos en la forma en la que reaccionamos, interactuamos y aprendemos, el impacto en la creatividad y claridad para resolver problemas.
Específicamente hablando del miedo, la sensación de amenaza tiene efectos en el cerebro que imposibilitan la irrigación sanguínea hacia él y modifican la forma en la que reaccionamos.
Al mismo tiempo, una dosis saludable de sentido de curiosidad y exploración en un ambiente seguro, acompañado y motivado por otros, hace que el efecto en el hipocampo sea totalmente diferente.
Se necesita una cierta tensión para que las inteligencias se desplieguen, pero, más allá de ésta, el efecto se hace contrario.
La organización debe cambiar. Ante el contexto actual mundial es inevitable el proceso de cambio y, como todo proceso, trae consigo nuevos desafíos, nuevas inquietudes y mucho aprendizaje.
Es un hecho que estamos aprendiendo continuamente, a lo largo de la historia de la humanidad la evolución ha sido un continuo.
Las organizaciones como organismos vivos también evolucionan, se van desarrollando en el complejo entramado de las relaciones y es ahí donde se encuentra quizá la mayor oportunidad de una organización para evolucionar y cambiar, en la interacción.
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En la interacción se crearon las complejas redes neuronales que hoy tenemos, ahí suceden todos los encuentros y desencuentros que tiene la organización en cada espacio.
Es en la interacción donde aprendemos a comunicarnos y plantear nuevas formas de estar en el mundo.
Son las interacciones que mantenemos las que nos harán sobrevivir en un mundo tan volátil e incierto.
Es la frecuencia y la calidad de nuestras interacciones y los mecanismos de comunicación que desarrollamos dentro de la cultura organizacional los encargados de posibilitar el prevenir, predecir y gestionar los riesgos. De hacer ágil a la organización.
Es en la confianza de nuestros colaboradores y stakeholders en donde podremos dar cuenta del paso de nuestra organización por el mundo. Y es en esta confianza en donde podemos encontrar soluciones y predecir conflictos.
Me gustaría dejar algunas preguntas para reflexionar acerca de la interacción y la comunicación:
Hoy no basta con ser súper eficientes, no basta una cultura que alcance sus metas y obtenga ganancias estratosféricas.
Hoy tenemos que entender, como organización y como líderes, el concepto de ecología, es decir, cuidar el impacto que tienen nuestras acciones, todas nuestras acciones con todo aquello que nos rodea.
El impacto que tiene mi organización en el mundo y la huella que dejará en él. Y como líder, el impacto que tiene mi estar en la organización y en el mundo.
El caso de Facebook que hemos visto recientemente es un buen ejemplo: el eje central del conflicto y el juicio es el cuidado que le da a sus usuarios.
Facebook, una de las empresas con más tecnología, es cuestionada no por su grado de productividad sino por sus conductas éticas en el interior y exterior de la organización.
Más allá de poder responder al conflicto de manera inmediata debemos ser capaces de responder ¿qué quiero conservar?, ¿qué quiero dejar como organización o como líder en el mundo?, ¿a quien voy a impactar con las decisiones que tome? y ¿como mi existencia crea un espacio mejor?
Cada día más, mis clientes me buscarán por el grado de confianza y certeza que pueda establecer con ellos, por el grado en que podamos compartir valores al hacer negocios, desde donde los conflictos, sin duda alguna, se podrán resolver.
Lo que antes eran considerados “soft skills” son ahora la parte fuerte de una cultura que apoya a la estrategia.
Andrea Franco
Consultora Asociada de BC México (Business Consulting México) y De Alatriste Consultorxs
Andrea impartirá un micro-taller sobre Resiliencia Organizacional al cual puedes acceder haciendo click aquí https://register.gotowebinar.com/register/652762869300482320
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Andrea se ha desarrollado como coach consultor en el diseño e impartición de programas de formación para empresas nacionales y transnacionales así como organismos públicos y asociaciones altruistas.
Ha participado como docente en la formación de coaches para escuelas asociadas a ICF y la WABC en México y Centro América.
Fue directora académica durante cinco años y es representante de la escuela de Psicología Transpersonal Integral en México.
Como consultor-facilitador, conferencista y coach ha participado en procesos de cambio organizacional y personal, Gestión de competencias, Liderazgo, Work Life Balance, Desarrollo y Formación de equipos de alto desempeño en graden organizaciones privadas y gubernamentales
Recientemente como parte de su misión principal ha llevado a las personas una nueva visión del ser integral trabajando desde la danza primal, la corporalidad, la emocionalidad y el liderazgo consciente.
Andrea es Psicóloga Organizacional Egresada del Instituto Tecnológico de Monterrey
Psicóloga Transpersonal y Profesora en Danza Primal por la Escuela de Psicología Transpersonal Integral de Argentina.
Master Coach por la Academia Interamericana de Coaching
Coach Primordial por la Escuela de Psicología Transpersonal Conscious Business Coach CBC
Practicante de Programación Neurolingüística certificada por The society of Neuro-lingüistic Programming de Richard Bandler
En esta materia además se ha certificado en programas de Neuro-Ingeniería del Comportamiento Humano y Arquitectura de la Conducta.
Amante de la investigación, la integralidad del ser, la escritura y la danza. Actualmente estudia la ciencia de la felicidad con la Universidad de Berkley.
Te compartimos la charla que tuvimos con Andrea Franco https://fb.watch/9egP9HfhSZ/