Tener electricidad limpia, ilimitada y a bajos costos es posible explotando la energía geotérmica. Una empresa nacida en el MIT lo quiere hacer posible.
Quaise, empresa fundada por ingenieros del MIT, quiere explotar la energía geotérmica que yace en lo profundo de la Tierra
Rehtse Terán
A 20 kilómetros de profundidad está el magma terrestre, cuyo potencial podría alimentar a toda la civilización humana usando solo el 0,1% de su calor. Pero hasta ahora, pocos países la han explotado.
Pocas naciones disponen de fuentes de magma cercanas a la superficie. Islandia, uno de ellos, produce alrededor del 65% de su electricidad explotando su potencial en energía geotérmica. Para los países que no son volcánicos, esta fuente de energía ilimitada yace lejos de su alcance.
Quaise, una empresa fundada por ingenieros del MIT quiere cambiar el panorama energético mundial. La joven compañía busca poner en práctica una novedosa técnica de excavación, que pondría a disposición mundial esta fuente energética casi infinita.
Con los medios actuales, es imposible llegar a esa profundidad. La profundidad máxima alcanzada ha sido 12.226 metros, durante un experimento realizado por la Unión Soviética en el pozo superprofundo de Kola. Pero la baja densidad, la alta viscosidad de la roca, y la excesiva temperatura, impidieron que las perforadoras continuasen avanzando.
Los ingenieros de MIT fundadores de Quaise afirman que explotar el potencial geotérmico eliminaría a los hidrocarburos de la ecuación energética. Y cabe destacar que todo país en cosechar la energía del magma terrestre se haría autosuficiente.
Por otro lado, prosigue Quaise, la energía geotérmica no está sujeta a las intermitencias de la energía solar, hidráulica o eólica, suprimiendo nuestra dependencia a ellas. Además, permitiría devolverle espacios a la naturaleza y la biodiversidad.
En ese escenario, la energía geotérmica alimentaría nuestro desarrollo a futuro, mitigando el cambio climático, y proveyendo electricidad para quienes aún no la tienen debido a los altos costos de generarla, almacenarla y transmitirla.
En vez de utilizar taladros tradicionales, la solución de Quaise usa microondas de entre 30 a 300 gigahertz de frecuencia, de alta intensidad, provenientes de un dispositivo denominado girotrón. Este aparato, derivado de los tubos de vacío, emplea un haz de electrones amplificados y acelerados por un campo magnético.
El haz energético original resulta amplificado al punto de poder vaporizar rocas.
Para hacerlo realidad en la práctica, hay que perforar por medios tradicionales hasta los cinco kilómetros de profundidad, más allá de donde están el petróleo y el gas natural. Por tanto, es posible emplear la infraestructura existente para la explotación de estos combustibles. A partir de allí, el girotrón entra en acción.
Las rocas, vaporizadas a altísima temperatura, son dirigidas a la superficie mediante gas presurizado. Luego, se inserta agua en los pozos, con el doble propósito de bajar la temperatura y hacer que se convierta en vapor, el cual impulsa turbinas generadoras.
“Es como el magnetrón de un horno microondas, pero mucho más poderoso y eficiente”, dice Carlos Araque, cofundador de Quaise. Esta innovación fue gestada en el centro de ciencias del plasma y la fusión nuclear del MIT. Quien la propuso fue Paul Woskov, ingeniero de MIT especializado en microondas, aplicaciones de plasma, y fisión/fusión nuclear.
Nacido en Colombia, Araque estudió ingeniería mecánica en el MIT. Posteriormente trabajó 15 años en Schlumberger, compañía proveedora de tecnología y servicios para campos petrolíferos.
Quaise obtuvo 23 millones de dólares en subsidios y capital semilla. Actualmente, la compañía trabaja junto al Departamento de Energía de Estados Unidos, con el objetivo de construir una planta piloto en ese país para 2024.
Para sorpresa de Araque, ha encontrado apoyo en las industrias de petróleo y gas, usualmente conservadoras. “Estas compañías están empezando a comprender que necesitan abrazar la transición (hacia la energía verde)”, dice el ingeniero.
En la medida en que el mundo evolucione hacia la adopción de fuentes energéticas limpias, la geotérmica podría jugar un rol clave. Pero para hacerlo realidad, hay que superar un sinfín de retos tecnológicos.
La región latinoamericana y caribeña es una de las que tiene más oportunidades en el mundo, aunque aún están inexploradas. El Banco Interamericano del Desarrollo indica que el asombroso potencial geotérmico se cifra entre 55 y 75 gigawatts de capacidad, de los cuales solo se explotan 1.8 gigawatts en la actualidad.
La razón de que esta fuente energética no sea explotada, según dijo el experto energético Enrique Manuel Lima Lobato a BNamericas, es la incertidumbre política, la poca confianza ante esta fuente relativamente desconocida en la región, y la falta de mecanismos de inversión a largo plazo.
Actualmente, solo hay un proyecto en línea en Sudamérica, Cerro Pabellón (en Chile), además de cuatro en México, y algunas unidades pequeñas en el Caribe. Según Lima, Perú y Colombia también tienen grandes potencialidades.
Por el momento, el alto costo de entrada frente a la energía solar o eólica frenan su explotación. Pero el valor agregado que se entrega a cambio incluyen la capacidad de generación, su consistencia en el suministro, y su bajo impacto en términos de emisiones de carbono.