Innovar no es resultado de procesos complejos o teorías eruditas. Para Oswaldo Bernal, gerente general de Bristol Myers Squibb en México, cuando hay ética y respeto a la diversidad surge la innovación.
Comenzó en las calles de Venezuela visitando médicos, con su maleta en la mano, como representante de ventas de una farmacéutica. Después de casi 20 años de carrera, Oswaldo Bernal es hoy gerente general para México de Bristol Myers Squibb, una compañía biofarmacéutica global líder en el mercado.
Él sabe que ninguna meta se consigue de la noche a la mañana, que hay que prepararse de forma continua, saber quién eres, adónde quieres llegar y qué necesitas hacer para crecer.
“No se trata de dejar al destino a ver qué sucede. Es prepararte para. Pero prepararte para llegar a dónde. ¿Dónde quieres llegar? Si no sabes a dónde quieres llegar, cualquier cosa te puede servir o no. Hay que tomar esos pasos, tomar esos riesgos”, dice durante la charla que tuvimos con él para el podcast de GS1 México, Fábrica de Líderes.
Para Oswaldo, la innovación no se logra con procesos complejos o teorías eruditas, sino construyendo bases sólidas donde un equipo pueda crear: con respeto, con ética, con respaldo a la diversidad y a la inclusión.
“Si estamos en un grupo bastante diverso, créeme que el número de ideas, el número de puntos de vista va a ser tan variado como el número de personas que estén en esa sala. Ahí comienza la innovación”, asegura.
Sabe muy bien que el jefe no lo puede ni lo sabe todo. “Yo invito a mis equipos –y miembros de mi equipo lo saben– a construir sobre mi idea. Y si mi idea no es la válida, perfecto, vamos a hacerlo juntos.”
Por eso está seguro de que “esos líderes dueños de la verdad que vivían en el Olimpo ya no tienen mucho espacio hoy”.
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Ningún líder, por mucha experiencia y conocimiento que tenga, puede llegar muy lejos solo. Oswaldo Bernal lo sabe.
“Solo no vas a lograr nada relevante, pero con un equipo que te acompañe, que te apoye, el cielo es el límite.”
Amante de las arepas venezolanas, Oswaldo cuida mucho su alimentación comiendo verduras, pescado y pollo. A su mente la alimenta con libros de liderazgo y sigue historias de líderes que han dejado huella como Kobe Bryant en el basquetbol o Nelson Mandela en la política.
Lo que ha aprendido es que todos los líderes necesitan un gran equipo para llegar a la meta. En su vida, su esposa y sus dos hijos son su equipo central.
“Somos seres humanos, primero que nada, entonces lo que vale es el liderazgo empático, el liderazgo que invita a personas diversas a que sean quienes son y contribuyan con su talento en la organización”, dice.
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Para construir un liderazgo que se adapte a las necesidades del complejo mundo actual, nos comparte algunos principios:
A todas y todos los líderes, Oswaldo les pide nunca sentirse derrotados. Incluso confiesa:
“Me he caído más veces de las que quisiera, de las que me hubiera gustado, y creo que esos momentos me han llevado a donde estoy.”