No es Magia: Los problemas económicos de Argentina no se resolverán con pensamiento mágico – Lecciones de México, Chile y Brasil
Necesitamos economías y políticas públicas guiadas por la ciencia, la racionalidad y el pragmatismo, en beneficio de la sociedad en su conjunto, no sólo de algunos grupos que logran colarse en el interés ideológico del pensamiento mágico de turno.
El pensamiento mágico es la creencia de que ciertos eventos o acciones no relacionadas causalmente están vinculados de alguna manera. Las personas que participan éste tienden a percibir conexiones entre eventos que, desde una perspectiva lógica o científica, no tienen relación causal.
El gobierno entrante llegó al poder a finales del año pasado a través de una serie de promesas de política económica y social que no tiene relación con la evidencia científica, sino que pertenecen a pensamientos ideológicos.
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Tales como la dolarización o el cierre del Banco Central como soluciones mágicas a problemáticas derivadas de políticas públicas también ideológicas. Los problemas de Argentina tienen explicación científica, y no se resolverán con ideas que no provengan de la evidencia.
Si bien para arrancar el año 2024, el presidente Milei moderó sustancialmente su enfoque e hizo un diagnóstico preciso de la situación en la recibe el país, continúa impulsando soluciones ideológicas que potencialmente pueden causar mucho dolor a la sociedad argentina.
Hoy por hoy, sólo un par de escuelas económicas sostienen que la inflación es un problema exclusivamente monetario. Tampoco es común que científicos económicos o sociales continúen sosteniendo que el libre mercado sin intervención estatal trae como resultado bienestar económico y social sostenible.
Por otra parte, si bien la emisión monetaria puede llevar a inflación, este no siempre es el caso. Japón alcanzó un pico de emisión de más del 130% del PIB en 2021.
Dos años después -siguiendo la lógica de los 18 a 24 meses -no pagó con inflación, se ubicó en apenas en el 3.5% anual. Ejemplos similares suceden en Europa donde su Banco Central emitió cerca del 70% del PIB en 2021 y su inflación en 2023 estuvo abajo del 3%.
Para comparar, la expansión monetaria de Argentina en 2021 fue cercana al 80% del PIB y en 2023 se pagó con más del 140% de inflación.
Decenas de experiencias en el mundo, muestran que la inflación no es producto exclusivo de la emisión monetaria.
La inflación tampoco se explica tan ligeramente como lo hacía el gobierno anterior afirmando que es “es multicausal”. Se puede decir más bien que es estructural.
Las políticas ideológicas sin base en evidencia científica del último siglo han derivado en distorsiones estructurales socioeconómicas que dilapidaron el gasto gubernamental y la capacidad productiva en Argentina, derivando en déficit fiscal que debe cubrirse con emisión monetaria.
Las medidas anunciadas por el gobierno para reducir el déficit así como las muy profundas reformas impulsadas a través del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y de la denominada Ley Ómnibus, parecen ir en el camino correcto – que no emanaron del grupo libertario sino de un grupo de expertos liderados por el Dr. Sturzenegger, economista del MIT – aunque no está exento de algunas iniciativas que parecerían ser contraproducentes de acuerdo con la evidencia empírica, tal como eliminar la obra pública, o dejar de lado un problema sustancial: la carga fiscal para las MiPyMEs y la magra base tributaria, algo que no se resuelve únicamente con una reforma laboral.
La primera parece sustentada en la ideología. Que sea el sector privado el que exclusivamente invierta en obra pública no sucede en ningún país desarrollado del mundo.
Por otro lado, la evidencia muestra que fueron las medidas contra-cíclicas, es decir la inversión en obra pública, lo que permitió a los países salir más o menos airosos de la catástrofe del 2008. Es cierto que históricamente la obra pública ha sido fuente de corrupción, pero eso se arregla con innovación y eficiencia gubernamental.
Finalmente, a pesar de que Argentina es uno de los países con mayor cantidad de impuestos – más de 150 – y de los más caros para las MiPyMEs, quienes pagan más del 50% de costo salarial neto en impuestos –el promedio en la OCDE no supera el 20% – al Estado la recaudación no le alcanza para cubrir las necesidades. Para colmo los costos impositivos a los pequeños emprendedores aumentaron en prácticamente un 100%.
Por otra parte, es preocupante que no se incluyan medidas que fomenten eficientemente el incremento de la capacidad productiva, o la innovación.
No hay por caso incentivos fiscales a la innovación privada ni a la formalización empresarial, en un país que tiene a más del 60% de su economía sumergida en la informalidad.
El enorme riesgo subyace en que un ajuste primordialmente monetario y de gasto gubernamental, sin fomento a la producción, acompañado con políticas ideológicas liberales, no solucionen los problemas estructurales de raíz que sufre Argentina.
Las consecuencias seguirán siendo pagadas por quienes intentan producir para el país, y a la larga, también por los que menos tienen, un sector que ya no debe depender de la ayuda del gobierno, sino de oportunidades generadas desde lo privado.
No fue magia, como diría alguna vez Cristina Fernández, lo que hereda el gobierno actual es consecuencia de apegarse al pensamiento mágico social durante décadas.
Pero este gobierno tampoco debería creer que con medidas mágicas del pensamiento ideológico económico se podrá construir una Argentina próspera, económica y socialmente sostenible.
Tres gobernantes de izquierda en la Región, a pesar de su discurso ideológico – del otro extremo al argentino- han sabido aprender de los errores del pasado, incluso de los suyos propios.
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Lecciones de México, Chile y Brasil
Ya en su último año, y limitando el análisis exclusivamente a lo que la economía se refiere, más allá del golpe inflacionario sufrido globalmente por la Pandemia, López Obrador en México ha sabido delegar en su equipo técnico su política macroeconómica, manteniendo al país como una de las economías más estables de Latinoamérica.
La inversión extranjera en México alcanzó cifras récords, las reservas del Banco Central están en sus máximos históricos y la política monetaria ha colocado al peso mexicano como la moneda emergente más sólida y confiable del mundo, después de haber tocado un máximo de 25 MXN por USD en 2020, actualmente coquetea constantemente con perforar el piso de los 17 MXN.
México tiene asignaturas pendientes que son históricas, tales como su pobreza estructural, que no disminuye y se ha mantenido prácticamente sin cambios en los últimos cincuenta años, independientemente de la ideología política gobernante, permanece como uno de los países con mayor pobreza de la Región, superando incluso a países en crisis como la propia Argentina.
Sin duda, la enorme reducción del apoyo al ecosistema emprendedor en México también perjudicó ampliamente la dinámica del mismo, relegando a México en los principales rankings mundiales de emprendimiento e innovación.
Por otro lado, en Chile, Boric ha sabido no solamente liderar un país sumergido en una profunda crisis sociopolítica derivada de las desigualdades económicas heredades de la dictadura militar y nunca resueltas por los sucesivos gobiernos de todos los espectros ideológicos, sino que también ha logrado impulsar una agenda económica equilibrada basada en el pragmatismo y apoyado en el conocimiento científico mientras incentiva una mirada menos centralista desde Santiago hacia una visión regionalizada del desarrollo.
Es cierto que como consecuencia del alto nivel de incertidumbre generado por el reacomodo político y social se ha ido postergando la inversión y el dinamismo económico se ha reducido aparejado por el Proceso Constituyente, la Reforma Previsional o el Pacto Tributario.
El crecimiento en Chile se encuentra por debajo de lo que el país acostumbraba, pero también es cierto que a pesar del magro crecimiento del PIB, se ha registrado una disminución histórica de la pobreza alcanzando el mínimo de 6.5% de la población, colocando a Chile como uno de los países con menos pobreza en Latinoamérica.
3 lecciones de resiliencia de Lula da Silva, el presidente más popular de Brasil
Finalmente llegamos a Brasil, con un Lula que al igual que Milei ha moderado su discurso ideológico, pero se ha centrado en el crecimiento sostenible de la economía brasilera.
Con un inicio más que convulsivo y sin luna de miel política, el PIB de Brasil tuvo un desempeño mucho mejor al esperado con un crecimiento superior al 3% en 2023.
El desempleo es el más bajo desde 2015, cayendo por debajo del 7,5% con empleo real, la inflación controlada por debajo del 5% y el Banco Central ha rebajado cuatro veces consecutivas la tasa de interés.
El año para Lula cerró con la adopción en el Congreso de una reforma general impositiva reclamada por el sector empresarial desde hace más de tres décadas. Para coronar el año, S&P subió la nota de la deuda desde BB- a BB, al igual que había hecho Fitch en julio pasado.
La lección en la Región es que difícilmente nos salvemos de los discursos ideológicos, lo mesiánico es atractivo al latinoamericano.
Sin embargo, se puede mantener ese tono en la política, mientras la ideología y el mesianismo no invada lo económico, ni del lado derecho ni del lado izquierdo, porque el populismo clientelar mesiánico de izquierda hace más pobre a todos menos a los amigos del poder pero el de derecha hace más pobre a los pobres, destruye el sector productivo y enriquece también a los amigos del poder.
Ya tuvimos suficiente de ambos durante demasiado tiempo, necesitamos economías y políticas públicas guiadas por la ciencia, la racionalidad y el pragmatismo, en beneficio de la sociedad en su conjunto, no sólo de algunos grupos que logran colarse en el interés ideológico del pensamiento mágico de turno.