La infraestructura de fibra óptica, combinada con una estrategia de talento robusta y políticas públicas que fomenten la innovación, puede convertir a México en el epicentro de una nueva era industrial, digital y competitiva.
Durante décadas, México se ha posicionado como una potencia manufacturera gracias a su ubicación estratégica y su capacidad para integrarse a cadenas de valor globales.
Sin embargo, la dinámica del nearshoring ha evolucionado: hoy, la infraestructura digital y la conectividad avanzada son tan decisivas como los corredores logísticos tradicionales.
MIT SMR México se financia mediante anuncios y sociosEl reciente crecimiento de la infraestructura de fibra óptica en México es prueba de un esfuerzo estratégico por transformar el país en un hub digital competitivo.
Entre 2022 y 2023, el porcentaje de accesos de banda ancha fija mediante fibra óptica creció de 41.1 a 64.5 por ciento, superando el promedio de crecimiento de los países de la OCDE en el mismo periodo.
Este salto, que refleja un avance de 23.4 puntos porcentuales, no solo mejora la conectividad doméstica, sino que habilita nuevas oportunidades para atraer empresas de tecnología, centros de datos y servicios digitales.
El crecimiento no ocurre de manera aislada. México cuenta hoy con más de 25,000 km de red troncal de fibra óptica oscura, infraestructura que permite a las empresas operar con baja latencia y alta capacidad, requisitos fundamentales para industrias como la automotriz avanzada, el análisis de datos en tiempo real y la inteligencia artificial aplicada a procesos industriales.
El impacto del nearshoring en la gestión de talento
El nearshoring ya no es solo una cuestión de manufactura ligera o ensamblaje.
La llegada de empresas globales ahora implica la búsqueda de ecosistemas digitales robustos, capaces de soportar operaciones que requieren conectividad confiable y flexible.
Según estimaciones recientes, se prevé que el nearshoring generará hasta cuatro millones de empleos en México para 2030, acompañado de inversiones superiores a 80 mil millones de dólares en el sector manufacturero y tecnológico.
Este escenario pone sobre la mesa un nuevo reto: contar con la infraestructura digital que garantice la continuidad operativa y la integración efectiva en las cadenas de suministro globales.
El auge de servicios digitales, la Inteligencia Artificial y la automatización están transformando la forma en la que las empresas toman decisiones, diseñan productos y atienden a sus clientes.
Hoy, la conectividad de alta capacidad se ha convertido en el catalizador que acelera estos cambios.
Empresas líderes en logística ya han reportado mejoras en su rendimiento operativo de entre 10 y 20 por ciento en el corto plazo y hasta 40 por ciento en horizontes de dos a cuatro años, gracias a la digitalización habilitada por redes avanzadas.
Sin embargo, la infraestructura no lo es todo. La ventaja competitiva también depende de contar con talento especializado. México se encuentra en una posición privilegiada, siendo uno de los países de la OCDE con mayor proporción de graduados en carreras STEM.
De hecho, el 25 por ciento de las personas con educación superior en el país se especializa en ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas, superando a países como Canadá y Estados Unidos. Este capital humano es el complemento perfecto para capitalizar el potencial que ofrece la nueva infraestructura digital.
Aun así, persisten retos importantes. La escasez de perfiles calificados, especialmente en tecnologías de la información y en áreas de Inteligencia Artificial, sigue siendo uno de los principales cuellos de botella.
La demanda por especialistas en ciberseguridad, desarrolladores full stack y científicos de datos crece a un ritmo superior a la oferta actual, lo que obliga a empresas y autoridades a redoblar esfuerzos en capacitación y formación continua.
Otro aspecto crucial es la reducción de la brecha digital. La expansión de la fibra óptica a zonas rurales ha permitido que el 66 por ciento de la población rural ya use internet, acercándose cada vez más al 85.5 por ciento registrado en áreas urbanas.
Este avance no solo impacta en términos sociales, también representa una base fundamental para el desarrollo económico regional y la atracción de proyectos de nearshoring en zonas menos industrializadas.
La oportunidad para México es clara: aprovechar esta nueva ola de inversiones no solo como destino de manufactura, sino como socio tecnológico clave para América del Norte.
La infraestructura de fibra óptica, combinada con una estrategia de talento robusta y políticas públicas que fomenten la innovación, puede convertir al país en el epicentro de una nueva era industrial, digital y competitiva.
La conectividad ya no es un lujo ni un simple requisito técnico; es el diferenciador estratégico que definirá qué países atraerán inversiones y cuáles quedarán rezagados.
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