¿Qué consecuencias enfrentará alguien como Trump o Putin? Si usted cree que la respuesta es «ninguna» o algo parecido, le prometo que le entiendo. Y si usted piensa que —tarde o temprano— le llegará su día a la gente como él, le aplaudo. ¿Yo? Yo soy optimista sobre el qué, pragmático sobre el cómo y estoico sobre el cuándo.
Puedo entender que haya decepcionados de la justicia y que muchos sintamos que la impunidad es la regla y no la excepción; y lo puedo entender —plagiando descaradamente a nuestro tesoro nacional Guillermo del Toro— «porque soy mexicano» y lo he visto durante décadas.
Pero también tengo un lugar en mi corazón para sentir un poquito de esperanza de que puede haber justicia y eso es porque también lo he visto; he visto como un Fernando Marcos, un Alberto Fujimori, un Ricardo Martinelli, un Viktor Yanukovich, un Alejandro Toledo, un Álvaro Uribe, un Nicolás Sarkozy y hasta un Benjamin Netanyahu ven su suerte.
MIT SMR México se financia mediante anuncios y socios¿Es la suerte que pedimos a los Reyes Magos y la justicia que nos merecemos? No me hago ilusiones; no es. La justicia en los casos de corrupción debe ser —como decimos en el negocio— efectiva, proporcional y disuasioria.
La justicia no frena a los corruptos, no los castiga según la gravedad de sus delitos y no pone sobre aviso a quienes quieran seguir sus pasos cuando tenemos a Trump reelecto; a Uribe exonerado; a Bolsonaro fraguando golpes y motines; a Fernando Marcos hijo o Keiko Fujimori presidenciables; a Netanyahu liderando su país en lugar de ir a juicio y otros ejemplos más exóticos y descarados.
Pero justo esos casos son los que me hacen optimista sobre el qué, pragmático sobre el cómo y estoico sobre el cuándo. Sobre el qué, nos dan esperanza porque la impunidad es como la porcelana; la menor fractura la abarata.
El solo hecho de que los cleptócratas tengan que defenderse —aunque sea un poquito— debilita toda su imagen de intocables; en la época de los expresidentes intocables ni siquiera era concebible señalarlos, investigarlos y llevarlos a juicio. Ellos no quieren que lo notemos, pero esa victoria es nuestra y eso me da esperanza.
Sobre el cómo, cada día tenemos herramientas legales más sofisticadas; si los Reyes le traen a Michel todo lo que pidió, pronto existirá una Corte Internacional Anticorrupción, construida por abogadas que, no solo son expertas en anticorrupción, sino que construyeron con sus propias manos lo que hoy llamamos «anticorrupción» precisamente porque son quienes llevaron a juicio a los Toledos, Fujimoris, Bolsonaros y Trumps del mundo. Nunca antes habíamos tenido a tantas expertas dedicadas a esto ni tantos mecanismos para poner a estos cleptócratas en su lugar.
Y, por último, sobre el cuándo hay noticias buenas y malas y son la misma; nada de esto es veloz, pero tampoco queremos que lo sea. Sin duda nos merecemos una justicia ágil, pero construirla (por ejemplo, con reformas estructurales o con una corte internacional) no es —ni debe ser— rápido.
Si queremos instituciones potentes y estables, tenemos que construirlas con cautela. Eso sí, una vez que estén listas —de mí se acuerdan— nos vamos como hilo de media.
Si lo piensa, ya tenemos ejemplos buenos de esto; el hecho de que nuestro Sistema Nacional Anticorrupción (con todo y sus tropiezos) siga creciendo constantemente desde que nació manda un mensaje clarito: un día (pronto) vamos a tener las herramientas para poner en su lugar a los cleptócratas nacionales.
Claro que a mí también me gustaría que ya tuviéramos resultados más palpables, pero me consuelo y hasta me pongo contento al imaginar que, dentro de no mucho tiempo, veremos a los corruptazos nacionales en los titulares y en los tribunales.
Entonces le invito a que, como yo, vea estos titulares como yo; con algunas victorias y a veces algunas derrotas, no dejamos de hacerle la guerra a los corruptos.
¿Cómo se llama el otro que no es el prestanombres y cómo lo encuentro?