La mayoría de las empresas no vive más de 10 años. ¿Cómo logra una compañía llegar a los 50 con éxito, con una filosofía de libertad y pocas reglas? Esta es la historia de Gowan
Las empresas mueren por miles, por millones. Y lo hacen cada vez más rápido. La mayoría de las pequeñas o medianas no viven más de 10 años. Incluso las que cotizan en el Índice S&P 500, que vivían en promedio más de 36 años en 1970, hoy tienen una supervivencia de poco más de 18 años.
Pero Jon Jessen no quería una compañía convencional. Había estado en el ejército, donde todo era cuadrado y desmotivante. Por eso, cuando fundó Gowan en 1974, tenía una idea muy clara en su cabeza: quería equipos que no tuvieran que seguir reglas rígidas que les impidieran ser felices y creativos.
“Pensó que si podía tener una empresa sin reglas, la gente sería más propensa a hacer lo correcto”, cuenta July Jessen, una de las hijas de Jon y actual CEO.
El tiempo le dio la razón a Jon, pues Gowan, que nació en Yuma, Arizona, tiene ya 50 años de éxito en el sector agroindustrial, con presencia en 80 países, entre ellos México, Colombia, Brasil, Perú y Chile.
La misión de esta empresa familiar, cuyas riendas están a cargo de la segunda generación, es proteger los cultivos del mundo y ayudar a resolver los problemas de los agricultores con soluciones realistas, adaptadas a sus necesidades, para que nunca falte alimento a ninguna persona del mundo.
Se especializa en proteger cultivos de alto valor, como aguacate, sandía, arándanos, zarzamora, tomate, pepino, manzano, maíz, uva, papa, entre otros, a través de varios productos como fungicidas y herbicidas.
Debo confesar que cuando conocí a la empresa y escuché la palabra “pesticida”, sentí un rechazo automático.
Pero me puse a investigar y me di cuenta que, sin los productos de Gowan, se perderían miles de cultivos de frutas y verduras en todo el mundo, provocando la quiebra de miles de agricultores, dejando a otros miles sin empleo y, sobre todo, dejando sin alimentos a millones de personas.
Hay mucha desinformación en este sector, pero lo cierto es que la ciencia aún no encuentra otra forma de combatir muchas plagas (hongos, bacterias, virus, entre otras) que cada año ponen en riesgo a los cultivos.
“La gente, los agricultores, valoran que les escuchemos. Creo que ese es nuestro valor, y que somos transparentes y les decimos cómo son las cosas”, dice Juli.
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Estos 50 años de Gowan no han estado libres de crisis. La más importante ocurrió a finales de los 70 y principios de los 80.
El gobierno de Estados Unidos lanzó un programa “Pago en especie” para los agricultores, lo que provocó que muchos de ellos dejaran de sembrar. Al no haber actividad en el campo, la empresa se quedó sin clientes.
Por si fuera poco, Jon trató de competir en el mercado con un producto para combatir plagas de algunos insectos, pero la competencia lo aplastó.
“Eso falló y casi costó todo el negocio. Fueron tiempos muy difíciles”, recuerda Mark Jessen, head of Regions de la empresa.
Aunque Juli y Mark saben que vendrán más crisis, ellos ya trabajan para los siguientes 50 años de la empresa. Una de las apuestas es llevar al mercado productos a base de bioinsumos que tengan un menor impacto en el medio ambiente.
En ese camino, hace unas semanas inauguraron en Colombia la que será la planta más grande de bioinsumos del país y su principal cluster para productos biorracionales a nivel global.
“Para mí lo más importante es lo que podamos hacer por la comunidad y demostrar que la agricultura puede tener una huella más ligera”, dice Juli.
La otra apuesta para las siguientes décadas es mantener sus orígenes en la filosofía de Muddy Boots (botas enlodadas) creada por su padre. Como dice Mark:
“Mientras nos mantengamos conectados al campo y mantengamos nuestras botas sucias, seguiremos entendiendo los problemas que enfrentan los agricultores y podremos ayudarlos a encontrar soluciones para resolverlos.”