Negar el riesgo político en estos momentos es la receta que no funciona para cualquier estrategia de manejo de riesgos.
La gran mayoría de los comunicadores corporativos opina que las empresas no deben hablar de política. De hecho, solo 16 por ciento están a favor de participar en política, de acuerdo con las encuestas de la Asociación Mexicana de Comunicadores (AMCO). Sin embargo, es muy previsible que en el corto plazo la política sí quiera hablar de ellas, y no siempre en un contexto positivo.
El escenario de campaña electoral se adelantó sin remedio. Al contrario de lo que sucedía en otros tiempos, el presidente de México no se dedicó a calmar las ansias de los aspirantes, sino que las impulsó él mismo, iniciando así una campaña política de más de un año, que será a todas luces desgastante y emocional.
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En los últimos meses hemos sido testigos del uso sistemático de denuncias judiciales o mediáticas, de unas facciones contra otras. En varias de ellas se mencionan nombres, facturas y hasta RFC de empresas privadas de todo tipo de tamaños y antigüedades. Se incluye en estas denuncias firmas acusadas de fungir como membrete, lo mismo que empresas con años de trayectoria, que vendieron un producto o servicio a alguna entidad pública.
Vendrán muchos casos de diferente naturaleza en los próximos meses, especialmente si las campañas se vuelven muy competidas. Por ello, es necesario que las empresas se preparen para una etapa de mayor incertidumbre. Los cinco pasos básicos para desarrollar un plan de gestión de crisis efectivo son:
1) Identificar los riesgos potenciales de crisis
2) Establecer un equipo de gestión de crisis
3) Desarrollar un plan de acción detallado
4) Establecer un sistema de comunicación efectivo
5) Capacitar al personal
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Centrémonos en esta ocasión en el paso 1, debido a que el cambio de entorno está provocando un nuevo balance de riesgos de crisis en las empresas. El primer consejo es categorizar estos riesgos de acuerdo con los siguientes niveles:
Riesgos nacionales: Finalmente, el manejo de crisis incluye el cálculo de las probabilidades de que un acontecimiento de alcance nacional tenga efecto negativo en la empresa. Por bajo que sea, el modelo debe tomar en cuenta respuestas y procedimientos en este caso. El antecedente de elecciones competidas en el pasado marca riesgos más altos de violencia o efectos en el sistema financiero.
De acuerdo con el Índice de Deuda Corporativa de Janus Anderson, las empresas mexicanas deben en conjunto unos 50,000 millones de dólares, la deuda ha aumentado en 8.4 por ciento en el último año, un ritmo menor que el del conjunto de los países emergentes (19.5 por ciento). Aunque un movimiento brusco en el tipo de cambio se considere como poco probable, éste debe figurar entre los riesgos potenciales para los próximos años.
Negar el riesgo político en estos momentos es la receta que no funciona para cualquier estrategia de manejo de riesgos. La empresa debe invertir tiempo y planeación en asegurar su continuidad, planeando para lo peor y esperando lo mejor.