Engañarse a sí mismo para ser efectivo requiere autoconciencia, habilidad y dedicación. Está muy lejos de las soluciones rápidas y las estrategias únicas. Pero existen acciones cruciales para reconfigurarnos gradualmente.
Al principio del tiempo, cuando la verdad viajaba de boca a boca, se asumía que cada ser era parte de lo que vivió antes, incluso lo conformaban sus errores y tropiezos. Este credo/leyenda se materializó con el kintsugi, el arte de unir piezas de cerámica con un esmalte espolvoreado en oro. Este método de reparación celebra la historia de cada artefacto al hacer énfasis en sus fracturas.
¿Qué pasa con nosotros? ¿Ocultamos nuestros yerros, no los negamos a nosotros mismos para proseguir? En la necesaria transformación de nuestras capacidades, visualización del mundo y dones, las equivocaciones y “fracturas” son parte del caudal del aprendizaje continuo y de la construcción de la mejor versión de nosotros.
Infinitas irrupciones en la vida marcan el inicio de nuestra reconfiguración, rompen costumbres y rutinas, nos lanzan a nuevas expectativas de supervivencia. Entonces nada queda incólume y debemos responder a nuevos cambios y desafíos de vida.
Se plantean entonces metas y objetivos: cambios básicos para afrontar nuevas realidades.
En esta necesaria y perentoria espiral, el principal riesgo es la ambición desmedida de modificar conductas radicalmente, en poco tiempo, como si sólo con nombrar el cambio éste se vuelve verdad de inmediato. La realidad ante esto resulta desmoralizante. Y sí, Roma no se hizo en un día.
Establecer metas demasiado ambiciosas y hacer grandes planes puede resultar desalentador. También nos impacientamos por los resultados. En cambio, el truco es comprender nuestros obstáculos internos y seleccionar las estrategias correctas para superarlos.
¿Estamos frente a una reconfiguración de la globalización?
Engañarse a sí mismo para ser efectivo requiere autoconciencia, habilidad y dedicación. Está muy lejos de las soluciones rápidas y las estrategias únicas. Empero, existen acciones cruciales para reconfigurar gradualmente, y de manera intermitente, la mejor versión de nosotros mismos.
Entre las acciones claves están:
Cuando se trata de lograr determinadas metas, es necesario el apoyo de quien crea que puedes lograrlo. Pesimistas y mal intencionados quedan proscritos de nuestro círculo cercano, así como quien se queja continuamente o tiene una visión muy pobre de la vida. Actitudes y estados anímicos se contagian.
No sólo los consejos servirán a los demás, sino que reforzará el “decir para creer”. Es una suerte de poderosos “soliloquio”.
Estos son la impulsividad, procrastinación, olvido, pereza, falta de confianza y conformismo.
Procrastinación y dejar algo para el día siguiente
Existen estrategias ganadoras como la agrupación de tentaciones donde se “empata” una actividad que quiere lograrse con otra que se disfruta como leer mientras estamos en una caminadora. Por supuesto esto no puede generarse en actividades profundas.
Otra estrategia es la gamificación (volver algo divertido) y la auto recompensa al cumplir algún objetivo.
Mensajes alentadores que recuerden nuestras metas y que son colocados en lugares estratégicos de la casa y oficina, como el escritorio o el refrigerador, son poderosos incentivos para ser mejores en determinadas áreas o adquirir habilidades esenciales para el propio desarrollo personal y profesional.
Pero debo confesar una estrategia que no falla: imaginar nítidamente el momento en el que ya dominas determina destreza. Sentirla, verla, percibir el aroma que esto emana, los sonidos que conlleva, el sabor que se tiene ese triunfo. Acariciarlo, paladearlo, y después enlistar todo lo necesario para poseerlo nuevamente. Esa vez en la realidad.
Si, es el principio de la Programación Neurolingüística a a escala “casera”. Se vale intentar y cambiar. La reconfiguración inicia hoy.